Mi motor de arranque sexual es más lento que el suyo, pero igual de potente
Ilustración: Ryan Gillett/The Guardian

Conversar sinceramente de sus motores de arranque sexual, sus libidos desiguales y un viernes por la noche sin sexo, ayuda a mantener la vida amorosa de Declan y Celine acelerada.

Declan, 58 años

“Bromeamos sobre mi libido, porque en general tengo más ganas de sexo que Celine”.

Incluso después de 35 años de matrimonio, sueño despierto con mi esposa. A menudo, cuando estamos juntos en casa, desnudo a Celine en mi cabeza. Ella se ríe cuando le cuento lo que imagino. Bromeamos sobre mi libido, porque en general tengo más ganas de sexo que Celine. A lo largo de las décadas he tenido que encontrar formas de disipar parte de mi energía sexual. La masturbación es una válvula de escape. También me he aficionado al ciclismo.

El sexo nunca se ha convertido en una manzana de la discordia, porque hablamos abiertamente de nuestras libidos desiguales. Al principio de nuestra relación empezamos a utilizar una técnica llamada “sentados” para abordar temas difíciles: pasamos una hora hablando por turnos durante cinco minutos, sin interrupciones. Así, yo tenía que morderme la lengua mientras Celine decía que no tenía la misma energía para el sexo que yo, después de una agotadora semana de trabajo. Luego ella se mordía la suya mientras yo hablaba de sentirme sexualmente frustrado. Como no se me permitía interrumpir a Celine, pude ver la cuestión desde su punto de vista. Puede que Celine no quiera tener sexo 10 veces a la semana, pero eso no significa que ya no me quiera o me desee.

“Mi metabolismo se ha desacelerado, así que ya no me muevo en la cama como un joven semental”.

Otra rutina en la que hemos confiado es una “cita sexual” los sábados. Nuestros hijos sabían que tenían que desayunar solos un sábado (de preadolescentes pensaban que estábamos arriba jugando al Scrabble). Dejo que Celine tome la iniciativa; soy consciente de que no debe sentirse presionada. Si no está de humor, nos tomamos un té y charlamos en la cama. Pero dedicar tiempo a la intimidad hace que sea más probable que ocurra.

Mi libido ha disminuido un poco en los últimos años, mientras que la de Celine no. Mi metabolismo se ha desacelerado, así que ya no me muevo en la cama como un joven semental, sino que me meto debajo de las sábanas. Normalmente, todo lo que Celine tiene que hacer para sacarme de mi inseguridad corporal es meterse entre las sábanas y darme un abrazo. Me siento en un terreno más inestable porque ya no soy tan viril como antes, pero es agradable que el deseo sexual de Celine y el mío estén ahora más igualados. Ella ha asumido el papel de seductora, y yo disfruto siendo seducido.

Celine, 60 años

“Empecé a pensar en mi deseo sexual en términos más técnicos, lo que me ayudó a quitarle dramatismo al asunto”.

Durante nuestro período de luna de miel, mi libido era más alta que la de Declan, pero a los dos años de relación empecé, de forma intermitente, a perder todo deseo sexual. Mi trabajo era agotador y cuando me metía en la cama por la noche ya no tenía nada que dar. Sabía que teníamos una relación sólida y enriquecedora, así que empecé a pensar que había algo mal en mí. Negarle el placer a Declan me hacía sentir culpable y fracasada.

Siempre disfrutaba del sexo una vez que Declan y yo empezábamos. El problema era llegar al punto en el que quisiera empezar. Cuando pensaba en el sexo en abstracto no me sentía excitada, sólo cansada y culpable. Sugerí que programáramos el sexo para los sábados por la mañana, porque saber que había un momento semanal acordado para la intimidad eliminaba la presión diaria de hacerlo y me daba tiempo para prepararme mentalmente. Empecé a pensar en mi deseo sexual en términos más técnicos, lo que me ayudó a quitarle dramatismo al asunto. Me di cuenta de que mi motor de arranque funcionaba más despacio que el de Declan, pero una vez acelerado, era igual de potente.

“Es excitante tener que trabajar un poco para idear formas creativas de tocarlo”.

También puse en práctica una “cita sin sexo” el viernes por la noche, en la que Declan y yo poníamos música y bailábamos en la cocina. Así que cuando llegó el sábado por la mañana fue como una progresión natural de la noche anterior. Es más probable que quiera sexo un sábado si hemos conectado de formas no sexuales la semana anterior. Las pláticas “sentados” mensuales también mejoraron las cosas.

La libido de Declan ha disminuido en los últimos dos años. Antes siempre estaba listo para empezar en cuestión de segundos, pero ahora a veces necesita un poco de jugueteo. Es excitante tener que trabajar un poco e idear formas creativas de tocarlo. A veces, yo tengo más ganas de sexo que Declan. El fin de semana pasado tuvimos sexo, dormimos una siesta y luego yo lo inicié de nuevo.

¿Les gustaría a ti y a tu pareja compartir la historia, de forma anónima, de su vida sexual?

Traducción: Ligia M. Oliver

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