Calcomanías, jabones y ayuda legal: el auge de los mercados feministas de la Ciudad de México
En la Alameda Central, mujeres de colectivos feministas instalan puestos para vender artículos de aseo personal, artesanía y ropa. Foto: Mahe Elipe

En un país asolado por elevadísimas tasas de feminicidio, un movimiento de apoyo mutuo de mercados feministas ha ayudado a las mujeres a recuperar los espacios públicos y ganarse la vida.

Al amanecer en la Ciudad de México, Marchigua emprende un recorrido de 45 minutos en bicicleta desde la periferia de la ciudad hasta la Alameda Central. Allí, la activista de 37 años se une a un animado grupo que coloca mantas y pancartas en las aceras con mensajes a favor de los derechos de las mujeres.

Las mujeres llevan pañuelos verdes y morados, los colores del movimiento por la igualdad en América Latina. Esta Mercadita Feminista es una de las muchas que hay en la ciudad, y no sólo se dedica al comercio.

Mientras las aceras se transforman en un colorido lienzo de mercancías, desde joyas y artesanía hasta jabón y ropa de segunda mano, los puestos son también una protesta contra la persistente desigualdad de género en México.

Entre semana, Marchigua imprime calcomanías y carteles con lemas que vende o intercambia con otros comerciantes. Decidió trabajar en el mercado tras quedar exhausta por la discriminación y los abusos que sufrió en su lugar de trabajo por su sexualidad. Ahora se considera activista de tiempo completo.

“Parte de nuestra filosofía es subrayar el acto de tomar los espacios públicos como mujeres y disidentes de género, una postura política”, dice, entregando un juego de calcomanías de 2 dólares (35 pesos) en su primera venta del día en los mercados. “Se trata de mostrar nuestra capacidad para mantenernos y generar nuestros propios recursos”.

Mar Cruz, defensora de los derechos humanos en México, ha seguido el desarrollo delos mercados de las Mercaditas Feministas desde 2016, cuando comenzó como un grupo de Facebook donde las mujeres vendían e intercambiaban alimentos y otros productos.

Encarna “nuevos enfoques económicos”, dice, donde no solo el dinero cambia de manos, sino que también hay un “trueque de productos, conocimientos y servicios adaptados a las necesidades individuales, desde la atención sanitaria menstrual hasta la asistencia psicológica o los servicios jurídicos”.

“El Estado nos ha fallado. Así que sólo nos tenemos las unas a las otras. Si no nos salvamos nosotras, no nos salva nadie”. Nelly López, activista

Durante la pandemia de Covid, el aumento de los feminicidios y la violencia contra las mujeres, así como las cifras récord de despidos en México, impulsaron al grupo a crecer como red de apoyo.

“Era una emergencia, y había que encontrar formas de que las mujeres fueran independientes y ayudar a sobrevivir a las desempleadas”, dice Cruz.

Cuando las restricciones se suavizaron, las mujeres pusieron en marcha sus mercados en la Alameda Central, la Colonia Roma y la Plaza de los Insurgentes. La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHCM) dice que participan unas 600 personas.

Nelly López, de 64 años, es una abuela que no sólo vende artículos en el mercado sino que ofrece asistencia psicológica y jurídica, sobre todo a supervivientes de la violencia.

En México se asesina a más de 3 mil mujeres al año, y el índice de condenas sigue rondando el 5%. Aproximadamente uno de cada cuatro asesinatos en México se clasifica como feminicidio.

En el hogar, la desigualdad hace estragos. Un informe de la CDHCM de 2019 reveló que las mujeres dedican el 67% de su tiempo al trabajo no remunerado, como el cuidado de los hijos y las tareas domésticas, frente al 28% de los hombres.

López cree en la importancia de desarrollar oportunidades económicas para las mujeres en su país. “El Estado nos ha fallado, así que sólo nos tenemos las unas a las otras. Si no nos salvamos nosotras, no nos salva nadie”, afirma.

Las mercaditas carecen de licencia y a veces son acosadas por la policía y otros vendedores ambulantes, pero se han ganado el reconocimiento local, y la comisión de derechos de la ciudad ha publicado un informe que avala su efecto transformador en la capital.

Para las vendedoras, el verdadero impacto de sus esfuerzos reside en la red que han creado.

Laura López, de 28 años, que vende peluches y bisutería artesanal en el mercado, ha encontrado en las mercaditas no sólo un medio de vida, sino una red de apoyo.

“Soy madre soltera”, dice. “A veces me siento sola. Sin embargo, el acto político de salir a la calle me hace sentir que no estoy sola. En la calle, todos somos uno”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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