Una vez en la vida: científicos espaciales británicos y europeos invitados a unirse a la misión de la NASA en Urano
Urano, visto desde la nave espacial Voyager 2, en los años ochenta. Una imagen en color real y la otra coloreada. Foto: Heritage Images/Getty Images

Astrofísicos solicitan la cooperación internacional y formar una asociación internacional con la NASA, para la ambiciosa sonda, en medio del creciente interés por el planeta Urano.

Se ha instado a los científicos espaciales europeos a unir fuerzas con la NASA para garantizar el éxito de una de las misiones espaciales más ambiciosas en Urano, cuyo lanzamiento está previsto para este siglo.

Unirse a un vuelo espacial robotizado al misterioso planeta Urano ofrecería “la oportunidad de participar en una misión pionera y emblemática”, afirmaron los astrofísicos.

La revista científica Nature hace este llamado en un artículo especial en el que exhorta a la Agencia Espacial Europea (ESA) a formar una asociación internacional con la NASA. Esta cooperación garantizaría que la misión a Urano, que consistiría en poner en órbita una nave espacial robótica alrededor del planeta y dejar caer una sonda en su espesa y helada atmósfera, se completara a tiempo y dentro del presupuesto.

La misión tardará 10 años en desarrollarse y entre 12 y 15 en llegar a Urano después de su lanzamiento.

Los autores del artículo, Olivier Mousis, catedrático de astrofísica de la Universidad de Aix-Marsella, y el astrofísico estadounidense Robin Canup, del Southwest Research Institute de Boulder (Colorado), afirman: “La falta de una significativa participación europea en una misión emblemática que tal vez se realice una vez en la vida también perjudicaría a la gran comunidad de científicos, ingenieros y técnicos dedicados a la exploración espacial en toda Europa que tienen un gran interés en los planetas y en la búsqueda de vida extraterrestre”.

La creación de una asociación europeo-estadounidense para una misión a Urano no carecería de precedentes. En 2004, la nave espacial Cassini de la NASA entró en órbita alrededor de Saturno antes de liberar una sonda construida por la ESA, llamada Huygens, que aterrizó con paracaídas en la luna Titán del planeta, revelando un mundo con una superficie crujiente y quebradiza y lagos de hidrocarburos líquidos. La misión conjunta se considera una demostración clásica de los beneficios de la cooperación internacional en materia de vuelos espaciales.

En su artículo, Mousis y Canup sostienen que si ESA no aprovecha la oportunidad de unirse a una misión a Urano, debería crearse un consorcio de países europeos independiente para construir la sonda que se desprendería de la nave espacial principal construida en Estados Unidos. Gran Bretaña, que tiene un buen historial en el establecimiento de empresas cooperativas en el espacio, estaría bien situada para desempeñar un papel clave en tal empresa.

Los científicos sostienen que Urano posee características que le confieren una especial importancia científica. Mientras que el resto de los planetas de nuestro sistema solar giran como trompos, Urano está aparte. Y aunque no es el planeta más alejado del Sol, sí es el más frío del sistema solar.

Urano también experimenta estaciones de una duración increíble. Cada polo pasa décadas bañado por una luz solar ininterrumpida, seguidas de décadas de oscuridad total. Sin embargo, sólo una sonda espacial ha visitado Urano: en 1986, la Voyager 2 pasó junto a él, revelando un mundo azul pálido sin rasgos característicos con una familia de lunas. Desde entonces no ha habido ninguna visita terrestre.

Sin embargo, esta falta de interés está a punto de cambiar. Hace dos años, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó un informe en el que pedía a la NASA que lanzara una sonda a Urano como misión emblemática prioritaria. Las opiniones de la Academia tienen una enorme influencia, y esto ha puesto a la NASA bajo presión para lanzar una nave espacial a Urano en un futuro próximo.

Hay dos razones fundamentales para visitar Urano. La primera es local. El sistema solar está formado por tres categorías de planetas: los mundos rocosos interiores de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte; dos gigantes gaseosos, Júpiter y Saturno, que se encuentran más alejados del Sol; y luego, en el borde del sistema solar, Urano y Neptuno. Se les conoce como gigantes de hielo porque tienen diámetros cuatro veces superiores al de la Tierra y poseen grandes cantidades de metano, agua y otras moléculas formadoras de hielo en sus atmósferas.

Esta última característica siempre se consideró intrigante, pero no lo suficientemente interesante como para justificar una sonda específica, hasta que los astrónomos, armados con un arsenal de nuevos y potentes telescopios y sondas espaciales, comenzaron a estudiar los planetas que orbitan alrededor de otras estrellas.

Para su sorpresa, descubrieron que planetas del tamaño de Urano y Neptuno parecían ser omnipresentes en nuestra galaxia. “A la naturaleza le encanta crear planetas de este tamaño”, explica a la revista Science Jonathan Fortney, científico planetario de la Universidad de California en Santa Cruz.

La pregunta, y la segunda razón clave de la misión, es ¿por qué? Se han propuesto muchas teorías, pero hasta que no se estudie Urano en detalle no se obtendrán respuestas definitivas. Además de hallar pruebas que puedan explicar por qué los gigantes de hielo son comunes alrededor de otras estrellas, la misión también trataría de explicar por qué el planeta es tan frío y su eje de rotación está inclinado hacia un lado. Mousis y Canup insisten: “Los motivos científicos para una misión a Urano son convincentes”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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