¿El show debe continuar? La muerte de un fan de Taylor Swift expone el peligro de espectáculos en vivo mientras la Tierra se cocina
La temperatura alcanzó los 39°C en Río de Janeiro cuando 60 mil personas abarrotaban el Estadio Olímpico para ver a Swift.
La temperatura alcanzó los 39°C en Río de Janeiro cuando 60 mil personas abarrotaban el Estadio Olímpico para ver a Swift.
El pasado viernes, las temperaturas alcanzaron los 39°C en Río cuando 60 mil personas abarrotaban el Estadio Olímpico Nilton Santos para asistir al concierto de Taylor Swift.
En Brasil, país tropical cuyas famosas fiestas de Carnaval se celebran en pleno verano, el calor no suele considerarse un obstáculo para los eventos musicales.
“Para los brasileños, el calor forma parte de nuestra construcción de identidad… Somos un país que soporta bien el calor, estamos orgullosos de ello”, afirma Nubia Armond, geógrafa de la Universidad de Indiana Bloomington.
Pero la muerte de una joven durante un concierto de Taylor Swift, celebrado en medio de una abrasadora ola de calor en Río de Janeiro, ha puesto de relieve los peligros del calor extremo y cómo los eventos musicales se verán obligados a adaptarse a la era de la ebullición global.
Con temperaturas que alcanzaron los 39.1°C en Río el pasado viernes, más de 60 mil personas abarrotaron el Estadio Olímpico Nilton Santos para asistir al primer gran concierto de Swift en Brasil, segunda parada sudamericana de su legendaria gira Eras Tour. Después de hacer cola durante horas bajo el abrasador sol de la tarde, los asistentes soportaron condiciones sofocantes en el interior del recinto.
“Nunca había vivido algo así”, dijo Natália Cordeiro, de 29 años, abogada de la cercana ciudad de Niterói. “Parecía un horno”.
Ver a Swift en vivo era un “sueño adolescente hecho realidad” para Cordeiro, pero las condiciones hicieron difícil disfrutar del concierto. “Durante mis canciones favoritas me metía de lleno, saltaba, cantaba, pero me entraba una sensación de falta de aire”, dijo.
Al menos mil personas se desmayaron, y las imágenes de video de Swift en el escenario mostraban a la estrella del pop, de 33 años, aparentemente luchando también por respirar.
Ana Clara Benevides, de 23 años, se desmayó mientras Swift cantaba Cruel Summer y murió poco después en el hospital. Una autopsia preliminar indicó que sufría hemorragias pulmonares leves, pero las autoridades dijeron que era demasiado pronto para determinar si el calor y la deshidratación eran la causa.
Las autoridades brasileñas reaccionaron rápidamente, dictando normas de emergencia para permitir la entrada de agua embotellada en los lugares de conciertos. El sábado, cuando los fans ya habían empezado a entrar en el estadio para el segundo concierto de Swift, los promotores del espectáculo, Time For Fun, aplazaron el concierto de esa noche, ya que el mercurio subió a 42.5°C y el índice de calor, una medida que tiene en cuenta los niveles de humedad y otros factores, además de la temperatura, alcanzó los 59.7°C.
La fiscalía brasileña está investigando a Time For Fun y se han planteado cuestiones sobre la aparente incapacidad de los organizadores para adaptar el evento a las condiciones climáticas.
Según los asistentes al concierto, había pantallas que cubrían las rejillas de ventilación del estadio, normalmente ventilado, al parecer para impedir que la gente viera el espectáculo desde afuera, y el césped del campo estaba cubierto con láminas metálicas que se habían calentado con el sol.
Al público se le prohibió traer su propia comida y agua; los vasos de 300 ml del interior del recinto eran caros y difíciles de conseguir. A pesar del ya peligroso calor, se mantuvo la pirotecnia durante la actuación de Swift en Bad Blood. “La visión y la sensación de calor eran infernales”, escribió la periodista Marcella Ramos.
En un comunicado grabado en video el jueves, el director general de Time For Fun, Serafim Abreu, reconoció que la empresa podría haber tomado algunas medidas adicionales en respuesta al calor y pidió disculpas a los asistentes al concierto. También expresó su “devastación” por la muerte de Benevides y dijo que la empresa está a disposición de su familia “para prestar la ayuda que sea necesaria”.
En tales condiciones, la industria del entretenimiento debe aceptar que el espectáculo no siempre puede continuar, dijo Anita Carvalho, directora de la Music Rio Academy, una escuela de música y negocios del entretenimiento. “El productor debería haber pospuesto o cancelado… ya que era evidente que nadie estaba preparado (para este tipo de calor)”.
Carvalho añadió: “No me cabe duda de que (este espectáculo) marcará un antes y un después en la industria de los eventos”.
Nathalia Valladares, una aficionada a los conciertos que tiene entradas para ver a Paul McCartney en diciembre y a McFly el año que viene, cree que los fervientes seguidores en Brasil, que no dudan en pasar horas, días o incluso más tiempo haciendo cola para conseguir el mejor sitio en un concierto, también tendrán que adaptarse. “Vi a gente con botas y guantes “en el concierto de Swift del viernes)”, comenta incrédula la diseñadora de 33 años.
Armond espera que la intensidad de la última ola de calor en Brasil, que se suma a otra extremadamente calurosa en septiembre, despierte a las autoridades y a la población en general sobre el peligro silencioso de las altas temperaturas y la urgencia de la situación. Un fuerte fenómeno meteorológico de calentamiento provocado por El Niño ayuda a explicar el reciente calor, pero “hay indicios muy sólidos de que este fenómeno se ha visto influido por el cambio climático”.
Sin embargo, Brasil no es el único país que se enfrenta a estas consideraciones relacionadas con el calor. A principios de año se cancelaron varios conciertos en Phoenix, cuando la ciudad estadounidense vivió el verano más caluroso y mortífero de su historia. En otros lugares de Sudamérica, los festivales celebrados durante dos olas de calor distintas en Argentina y Chile fueron testigos de desmayos, artistas que suspendieron sus actuaciones y críticas por la inadecuación de las infraestructuras al calor.
Swift, cuyo avión privado emitió más CO2 que cualquier otra celebridad en 2022 cuando no estaba de gira, según un análisis de datos realizado por Yard, ha sido objeto de críticas por parte de observadores en Estados Unidos por no hablar con sus fans sobre el calor anormal, lo que plantea interrogantes sobre la responsabilidad de las influyentes estrellas del pop a la hora de comunicar sobre la crisis climática.
“El cambio climático no solo afecta a aspectos abstractos de nuestra vida”, dijo Armond, la experta en clima. “Nuestras actividades de ocio como el ejercicio, pero también la música en vivo, se ven afectadas”.
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