Pasó años buscando a los desaparecidos de México, luego desapareció
Juan Carlos Tercero, experto en medicina forense subacuática, parece haberse convertido en víctima de la epidemia de desapariciones.
Juan Carlos Tercero, experto en medicina forense subacuática, parece haberse convertido en víctima de la epidemia de desapariciones.
En un templado día de principios de abril, el antropólogo Juan Carlos Tercero salió de su casa en la ciudad de Tepic, en el occidente de México, y luego desapareció… El experto en medicina forense subacuática, quien ayudó a familias que buscaban a sus seres queridos desaparecidos, parece haberse convertido en víctima de la epidemia de desapariciones en México.
En un país plagado de violencia, donde cada día se denuncia la desaparición de 25 personas en promedio, desapariciones como esta se han vuelto cruelmente comunes. Pero lo que hace que la desaparición de Tercero sea particularmente atroz es que dedicó gran parte de su vida a tratar de hacer frente a esta crisis.
Experto en medicina forense subacuática, Juan Carlos Tercero, viajaba por todo México y la región impartiendo cursos sobre recuperación de restos humanos y otras evidencias bajo el agua. En el estado de Nayarit, enseñaba en universidades locales y ayudaba a grupos que buscaban a sus seres queridos. También estuvo a punto de incorporarse oficialmente a la comisión estatal encargada de localizar a los desaparecidos.
Sin embargo, cuatro meses desde que fue visto por última vez, Juan Carlos Tercero se unió a las filas de las más de 100 mil personas desaparecidas de México.
“No es que su desaparición sea más importante que las demás”, dijo Marisol Madero, amiga y colega criminóloga que se ha convertido en vocera de la familia de Juan Carlos Tercero. “Pero si las personas que están haciendo la búsqueda están desapareciendo, imagínense el miedo de las madres u otros grupos dedicados a la búsqueda”.
Ante la inacción del gobierno, grupos de mujeres se han convertido en una fuerza que ha impulsado la búsqueda de desaparecidos en México, atravesando matorrales y desiertos en busca de alguna señal de sus hijos desaparecidos, hurgando en la tierra en busca del olor a carne podrida.
Pero en los últimos años también ellas se han convertido en blanco de delitos violentos: desde 2021, al menos seis madres buscadoras han sido asesinadas en todo el país.
“Nadie está a salvo en México”, escribió el periodista Javier Risco en una columna reciente sobre el caso de Juan Carlos Tercero en El País. “Ni los familiares que buscan a sus desaparecidos, ni los funcionarios públicos que están a cargo de la búsqueda”.
Lo más frustrante para Madero ha sido la aparente inacción de la oficina del fiscal estatal que supervisa la comisión de búsqueda a la que Tercero estaba en proceso de unirse. La fiscalía le ha negado a la familia una copia del expediente del caso de Tercero, un derecho legal para las víctimas de delitos en México, y ha dado pocos indicios sobre el avance de la investigación.
“Hubiésemos pensado que nos iban a recibir con apoyo, preocupación, acciones concretas que nos dieran la certeza de que están ayudando a alguien de su propia institución”, dijo Madero. “En cambio, hemos encontrado todo lo contrario”.
Un abogado de la fiscalía del estado de Nayarit no respondió a los mensajes en busca de comentarios. Los correos electrónicos enviados a la oficina del fiscal quedaron sin respuesta. Poco después de que se denunciara la desaparición de Tercero, el fiscal estatal, Petronilo Díaz Ponce, dijo que el antropólogo podría haber desaparecido por “asuntos personales”, según medios locales.
La sugerencia ha sido rotundamente rechazada por la familia y amigos de Juan Carlos Tercero: aunque no hay evidencia directa de juego sucio, Tercero dejó atrás todo su equipo, su cámara, sus discos duros, según Madero, lo que sugiere que, al menos, tenía la intención de volver a casa.
“Está desaparecido porque lo desaparecieron, no porque quisiera desaparecer”, dijo a periodistas en abril la pareja de Tercero, María Antonieta Castañeda. “Es bastante doloroso que alguien que dedicó su vida a la búsqueda… ahora tengamos que buscarlo nosotros”.
Tal aparente incompetencia o indiferencia cuando se trata de desapariciones es endémica en México. En una declaración el año pasado, las Naciones Unidas constataron que solo una fracción de los casos de desaparición habían resultado en imputaciones: solo se habían dictado 36 condenas a nivel federal.
“La alarmante tendencia al aumento de las desapariciones forzadas se vio facilitada por la impunidad casi absoluta”, dijo la ONU.
A nivel estatal, donde se investigan la mayoría de los delitos violentos, la ineptitud y la ineficiencia son particularmente rampantes, dicen los expertos en derechos humanos.
“Nada sobre la forma en que parece estar siendo manejado este caso, la falta de comunicación con la familia, la aparente falta de urgencia es sorprendente”, dijo Tyler Mattiace, experto en México de Human Rights Watch. Los fiscales estatales “a menudo son muy lentos y burocráticos y se centran más en los números y los procesos que en los casos y la verdad”.
Nayarit tiene una historia particularmente oscura con sus funcionarios estatales encargados de hacer cumplir la ley: su exfiscal general, Edgar Veytia, apodado “El Diablo”, fue sentenciado a 20 años de prisión en Estados Unidos en 2019 por cargos de narcotráfico.
Mientras tanto, la violencia en Nayarit ha continuado descontrolándose. Según un informe del gobierno de 2021, entre 2016 y 2020, el número de desapariciones en el estado aumentó en un mil 300%.
En lo que va del año, más de 100 personas han sido reportadas en el estado, según cifras oficiales, entre ellas Juan Carlos Tercero.
“El agotamiento, la angustia emocional, te cambia la vida”, dijo Madero, sobre la búsqueda de su amigo desaparecida. “Estamos en constante angustia”.
Te puede interesar: Globo meteorológico muestra línea de 0°C a altura récord sobre Suiza, mientras los incendios golpean Europa