¿Por qué nos fascinan las experiencias cercanas a la muerte y qué significan?
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Cuando Gregg Nome tenía 24 años, se resbaló debajo de una cascada y empezó a ahogarse, su cuerpo llegó hasta el fondo arenoso de la cama del río. Lo que vio allí le sorprendió. De repente, su visión se llenó de recuerdos muy vívidos de su niñez, de eventos que casi había olvidado, y de momentos de su adultez temprana. Los recuerdos, si es que lo eran, eran vívidos y frescos. ¿Los estaba viviendo nuevamente? No en realidad. Pasaron a gran velocidad, casi todos al mismo tiempo, en una ola. Y sin embargo, podía procesar cada uno de ellos de manera individual. De hecho, podía percibir todo lo que pasaba a su alrededor: la corriente del agua, la cama de arena, todo muy claramente. Podía “escuchar y ver como nunca antes”, recordó después. Y, a pesar de estar atrapado bajo el agua, se sentía calmado y tranquilo. Recuerda haber pensado que antes de este momento sus sentidos se habían apagado de alguna manera, sólo entonces pudo entender el mundo, tal vez el verdadero significado del universo. Eventualmente, las imágenes desaparecieron. Después, “sólo había oscuridad”, dijo, “ y un sentimiento de que se había hecho una  pausa, como algo que iba a suceder”.

Nome contó esta historia en un grupo de apoyo en Connecticut, en 1985, cuatro años después de su experiencia. Sobrevivió, pero quería entender por qué, durante un momento de crisis mortal extrema, su mente se había comportado de esa manera. La reunión la había organizado Bruce Greyson, ahora profesor emérito de psiquiatría de la Universidad de Virginia. Algunos miembros del grupo habían respondido a un anuncio publicado en el períodico local. Como dijo Nome, Greyson se sentó en un círculo de 30 o más personas, como en una reunión de AA, escuchando con interés, y asintiendo.

Greyson llevaba oyendo cosas así desde hacía mucho tiempo. A un mes de iniciada su práctica como psiquiatra, en la década de los sesenta, una “paciente lo había dejado en estado de confrontaciòn porque aseguraba que había dejado su cuerpo” mientras se encontraba  inconsciente en la cama de un hospital, y después hizo una descripción muy exacta de lo que había sucedido “en una habitación diferente”. Esto no tenía sentido para él. “Me criaron en un hogar de científicos”, dijo por Zoom. “Mi padre era químico. El mundo científico era lo único que existía para nosotros”. Estaba seguro de que alguien le había dado la información a la paciente. Pero también pensó: “¿Qué significa que dejó su cuerpo?”

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Durante años, trató de olvidar el relato pero en repetidas ocasiones se topaba con historias de gente que experimentaba cosas de otro mundo, ya fuera que se les hubiese declarado clínicamente muertas o que se pensara que estaban muy cerca de morir y después se les regresó a la vida. En el best seller de 1975, Life After Life, el psiquiatra Raymond Moody, alguna vez colega de Greyson, puso etiquetas a estos episodios “cercanos a la muerte”, o NDE, por sus siglas en inglés, término que ha prevalecido. “Se me ocurrió entonces que no se trataba sólo de un paciente”, dijo Greyson. “Se trataba de un fenómeno común”. Empezó a fascinarle la calidad de los episodios y las preguntas que provocaba, incluyendo tal vez la mayor de todas: ¿Qué pasa en realidad cuando morimos? “Me conecté”, dice. “Y aquí estoy, cincuenta años después, tratando de entenderlo”.

Greyson tiene ahora 74 años. Cuando hablamos, se encuentra en su casa en Charlottesville, Virginia, mientras espera que pase la pandemia. Lleva una camisa planchada y una corbata, es amable y afable. Con los años, ha logrado reunir cientos de historias de experiencias cercanas a la muerte, dice, ya sea de gente que, conociendo su trabajo, le cuentan sus historias o de pacientes que han pasado por estos episodios en el hospital. En esos casos, el proceso de Greyson siempre es el mismo; se acerca a la cama del paciente y con gentileza consigue la información. “Pregunto: ‘¿Qué es lo último que recuerda de antes de perder el sentido?’” dice. “Y luego: ‘¿Qué recuerda después de eso?’ Y finalmente: ‘Y qué recuerdos tiene de lo que sucedió entre esos dos momentos?’” No todos reaccionan bien ante estas preguntas: la mayoría se le quedan viendo solamente. “Pero uno de cada cinco me dirá: ‘Bueno, ya sabe, creo que vi a mi padre, que murió hace 20 años’, y le digo, ‘hábleme sobre eso… y los dejo hacerlo”.

Greyson presenta su trabajo en un nuevo libro, After, que se basa en una serie de estudios de casos. Los relatos son místicos, como los que hemos visto en la TV o leído en libros, pero hay temas comunes. Después de una mala reacción a la anestesia, un paciente recuerda: “Me encontraba en un valle, con la mente clara, mi identidad intacta”. El valle, prosigue, “estaba iluminado con esta luz gloriosa, radiante, como ninguna otra”, y “todas y cada una de las plantas irradiaban su propia luz”. La mayoría de los episodios hacen referencia a estados similares de sorpresa, claridad mental y beatitud, dice Greyson. Algunas personas recuerdan haber salido de su cuerpo, o hablan de cruzar un túnel. Otros hablan de haber visto otras entidades como Dios o Alá, o a sus familiares muertos tiempo atrás. Algunos sienten que el tiempo se extiende y regresa, como resorte. Un policía que casi muere en una cirugía preguntó a Greyson: “¿Cómo describe una sensación de atemporalidad, en donde nada avanza, en donde todo está allí, uno se encuentra totalmente inmerso”. Otra persona recordó: “La energía de mi espíritu parecía flotar como una gran ballena deslizándose por un mar se euforia silenciosa”.

El trabajo de Greyson como psiquiatra ha consistido en crear un espacio en el cual “los que experimentan” se sientan cómodos contando sus historias con frecuencia incomprensibles. Incluso cuando los pacientes encuentran el valor de intentar hacerlo, tienen problemas para encontrar el lenguaje correcto. “Cuando hablo con ellos, una de las primeras cosas que dicen es: ‘No puedo expresarlo con palabras. No hay manera de decirlo’. Un paciente frustrado alguna vez le dijo que cuando trataba de recordar los sucesos, “siempre se quedaba corto”. Otro explicaba que iba a ser difícil describir su experiencia porque vivimos en tres dimensiones, y lo que vio en la frontera entre vivir y morir parecía ahora más grande. Greyson descubrió que en ocasiones la gente recurre a la pintura o a la música para revivir los eventos, como si el verdadero significado pudiera compartirse de forma no verbal. Pero incluso eso es insuficiente. Un sujeto alguna vez le dijo a Greyson que recordar su experiencia cercana a la muerte era como tratar “de dibujar un olor con crayones”, lo cual es imposible.

Dado que las experiencias cercanas a la muerte suceden sin advertencia, es casi imposible realizar una prueba. “Estamos tratando con un espacio muy corto de tiempo”, dice Greyson. Un nadador se queda atrapado bajo el agua, un albañil se cae de la escalera, un peatón es atropellado mientras revisa su teléfono. En After, Greyson indica que su carrera coincide con avances en la tecnología que estudian las imágenes del cerebro, incluyendo el surgimiento de scanners fMRI, que ayudan a los neurocientíficos a observar el pensamiento en acción. Pero ese tipo de equipo requiere de cooperación: se hace una cita y el paciente está de acuerdo en participar. ¿Qué sucede cuando una experiencia ocurre de repente, lejos del hospital? ¿Cómo capturar un momento tan efímero y no anunciado como el punto de casi morir?

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Cuando le pregunto a Greyson por qué decidió publicar After ahora, después de tantos años, explica que “teníamos que esperar a tener suficiente conocimiento sobre las experiencias de la casi muerte para entender lo que estaba pasando”, con lo que se refiere no a lo que sabemos que son las NDE, sino a lo que los avances científicos nos ha permitido  hacer para descartar un montón de cosas que no son. “Existen hipótesis fisiológicas que en teoría parecen posibles”, dice, pero ninguna se ha probado. ¿Los químicos que te hacen sentir bien, como las endorfinas, se secretan en el cuerpo en momentos de peligro y provocan euforia? ¿El cerebro se queda sin oxígeno y provoca fantasías? ¿Diversas zonas del cerebro empiezan entonces a trabajar en concierto  para crear estados alterados y extraños? Nadie lo sabe. “Lo seguimos pensando. ‘Tiene que ser esto,’“ dice Greyson. “No los datos no dicen lo mismo. ‘¿Entonces esto?’” Pues no, los datos tampoco dicen eso”.

En la Universidad de Kentucky, el neurólogo Kevin Nelson, quien , al igual que Greyson, pasó años registrando NDE como una especie de trabajo adicional a lo académico, piensa que las experiencias son una mezcla de dos estados de consciencia, estar despierto y sueño con REM, durante un momento de gran peligro físico o emocional”, y dice que las NDE son “una especie de sueños”, que existen en una “frontera” neurológica. Cuando la gente se desmaya le suceden cosas parecidas. Otros investigadores, incluido Oliver Sacks, pensaba que las NDE eran alucinaciones “extremadamente complejas”, una idea que parece estar aceptada culturalmente.

Cuando Greyson le menciona su investigación a los colegas, se enfrenta a una “variedad de reacciones, desde: ‘¿Estás loco?’ a ‘déjame contarte mi experiencia con la muerte’” Para formalizar el estudio de NDE en 1980, realizó una encuesta, la escala Greyson, que se ha traducido a más de 20 idiomas y todavía se usa. ¿De repente sentiste que entendías todo? ¿Tenías una sensación de armonía o de unión con el universo? Y su trabajo se ha publicado ampliamente en revistas médicas respetadas. Pero puede tener ideas algo peculiares. En After, Greyson escribe: “Me tomo en serio la posibilidad de que la NDE puede ser el resultado de cambios físicos en el cerebro”, aunque también acepta que la mente puede funcionar “independientemente” de eso. Existen reportes de personas que experimentan episodios cercanos a la muerte cuando sus cerebro estaban inactivos, dice, y “ sin embargo es cuando dicen que tuvieron las experiencias más vívidas de su vida”. Para él esto no tiene sentido. A media conversación pregunta: “¿Son estos los últimos momentos de la consciencia? ¿O los primeros momentos de la vida en el más allá?”

Este tipo de teorías dejan a Greyson en tierra movediza frente a los neurocientíficos ya que la mayoría piensan que se trata de un producto del cerebro. Del más allá, Nelson me dijo: “Este es el argumento más extraordinario de la ciencia, y no hay  prueba científica ordinaria, ni extraordinaria que lo apoye”. Agregó: “Esos son temas de fe”. Sacks consideraba que estos argumentos son “anticiencia”. Daniel Kondiziella, un neurólogo del Hospital de la Universidad de Copenhague, me dijo que si “la gente puede describir y reportar sus experiencias, incluso muchos años después, entonces seguramente, “el cerebro ya los procesó y los almacenó en sus centros de memoria”.  Al igual que Nelson, Kondziella cree que las NDE están relacionadas con el sueño REM.

Greyson sabe que los eventos en las experiencias cercanas a la muerte no se pueden corroborar. “No podemos hacer investigaciones sobre una deidad”, dice. Pero aún así, es difícil desechar teorías más extremas, incluso si no hay datos. Cuando le pregunto cuál es su actual lógica de entendimiento, me mira resignado: “Me parece parece muy probable que la mente, de alguna manera, esté separada del cerebro”, dice, “ y si es así, tal vez puede funcionar cuando el cerebro muere”. Y luego agrega, “Pero si la mente no está en el cerebro, ¿en dónde está? ¿Qué es?”

Las experiencias cercanas a la muerte no son un fenómeno nuevo. Sócrates tuvo una, según Platón. Plinio el Viejo registró otra, en el siglo I. La historia está llena de ejemplos de montañistas que caen por precipicios y experimentan un estado de beatitud más que de terror. Pero ahora estamos más intrigados con el significado que antes, y eso sucede en toda la cultura popular.

El año pasado, mi hijo de cuatro años y yo vimos Soul, la película de Disney, que presenta una experiencia cercana a la muerte a una nueva audiencia, la de los más pequeños, y examina la consciencia, el más allá, y las cosas imperceptibles que nos hacen ser lo que somos. Mi hijo ahora está convencido de que cuando morimos viajamos en una pista deslizable etérea y genial que sube hacia una luz cegadora en el cielo. Con frecuencia en estos tiempos que se viven en pantallas nos llevan a celebrar narrativas que promueven vivir de la forma “correcta”, lo cual implica apreciar  y aceptar cada momento por lo que es, y con conciencia colocar las experiencias y las relaciones por encima del poder y del prestigio y de los bienes materiales. A grandes rasgos, esta es la trama de Soul. La mayoría de nosotros no vivimos así, no del todo, y de alguna forma pensamos que deberíamos hacerlo para no gastar nuestro precioso tiempo en este mundo. Es por esto que las experiencias cercanas a la muerte nos fascinan y siguen siendo eventos de interés para nuestra cultura. A veces preguntan: “¿Qué harías con tu vida si tuvieras otra oportunidad?”

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Para Greyson, el impacto que las experiencias cercanas a la muerte tienen en la vida de la gente es su descubrimiento más sorprendente. “Me gano la vida tratando de ayudar a la gente a cambiar su vida”, dice. “No es fácil. Pero aquí encontré una experiencia que en ocasiones, en cuestión de segundos, transforma dramáticamente las actitudes de la gente, sus valores, sus creencias, y sus comportamientos”. Con frecuencia estos cambios persisten durante décadas. En la mayoría de los casos, los que tuvieron la experiencia ya no sienten miedo a la muerte, lo cual “tiene un impacto profundo en la forma en que viven sus vidas”, porque “pierdes también el miedo a vivir y ya no tienes miedo de arriesgar”. En ocasiones Greyson pide a la gente que describa a sus compañeros antes y después del evento,  “y dicen ‘sí, ya no es la persona con la que me casé. Es alguien diferente’”. Agrega:  “encuentran en la vida un propósito que no tenían antes, y no hay nada más poderoso”.

Pido un ejemplo. “He hablado con policías”, dice. “O con oficiales del ejército, que no pudieron regresar a sus trabajos, no soportaban la idea de la violencia”. Le pregunto por qué. Dice: “la idea de lastimar a alguien les parece aborrecible”. Y se estremece. “Terminan realizando labores de ayuda. Se convierten en maestros, o en trabajadores de salud, o trabajadores sociales”.

Le pregunto que si sus años de investigación han cambiado su forma de ver las cosas.

“No creo que me haya cambiado en términos de mi relación con las otras personas”, dice, “excepto que ahora acepto más cosas, estoy más abierto a las ideas poco comunes”.  Como psiquiatra, sigue estando consciente “de lo que quiere significa ser psicótico”, pero, dice: “Acepto mejor los pensamientos poco comunes que no son de locura, y eso me ha hecho estar más conforme con lo desconocido.

“Crecí sin ningún tipo de educación espiritual”, y prosigue. “Y todavía no estoy seguro de entender lo que significa lo espiritual. Estoy convencido ahora, después de hacer esto durante 40 ó 50 años, de que hay más en la vida que cuerpos físicos. Reconozco en nosotros una parte que no es física. ¿Es eso lo espiritual? No estoy seguro. La espiritualidad involucra la búsqueda  de algo más grande que uno mismo, por significado y como propósito en el universo. Bueno, tengo eso”.

After: A Doctor Explores What Near-Death Experiences Reveal About Life and Beyond, por Bruce Greyson, se publica este 11 de marzo. Disponible en guardianbookshop.com

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