El duelo en pandemia: cuando el Covid-19 también te arrebata el último adiós
Entierro de una víctima de Covid 19 en Guadalajara. Foto: Francisco Guasco/EFE

Las paredes de la casa se cubren con sábanas blancas como señal de luto y de pureza. Además, a dos mitades de un chilacayote se les extrae la pulpa y se les rellenan con cal para que el difunto pueda llegar con buena salud al cielo. Todo ello es parte del ritual que la familia de Sayda Rojas realiza para despedir a un ser querido. 

El procedimiento es estricto. El féretro se vela toda la noche y se rezan los rosarios, que garantizan al fallecido el acceso al paraíso. Luego, la banda o los mariachis acompañan en caravana al ataúd hasta llegar la iglesia. Tras una misa de cuerpo presente, los dolientes depositan en su última morada a quien perdieron en esa ocasión. 

El Covid-19 le arrebató la vida a Isaías, tío de Sayda, y también la oportunidad de que le realizaran los honores funerarios que marca la tradición en San Francisco Mazapa, un pueblo mexiquense del municipio de Teotihuacán. 

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Cuando llegó la carroza fúnebre a la casa del Isaías, solo pudieron darle la bendición a lo lejos a través de un sacerdote. “Todo tuvo que ser rápido, realmente no pudimos ni siquiera acercarnos al féretro. Antes nos acercábamos, nos despedíamos”. 

El estricto protocolo

Desde abril de 2020, la Secretaría de Salud (Ssa) emitió un protocolo para el manejo de cuerpos de personas fallecidas por Covid-19. El texto especifica que no se deben realizar intervenciones de tanatopraxia o tanatoestética, tampoco embalsamamiento. “Todas las superficies en contacto con los cuerpos deberán ser descontaminadas una vez se hayan retirado los cuerpos, utilizando hipoclorito de sodio al 0.1%”. 

Además, el equipo de protección de las personas responsables del traslado del cuerpo deberá ser eliminado bajo etiqueta de RPBI (Residuos Peligrosos Biológicos Infecciosos). Y bajo ninguna circunstancia se deberán de reutilizar los féretros, específica el documento.  

El personal que recoge el cuerpo debe portar un traje especial, cubrebocas, goggles, guantes y botas. Una vez colocado el cuerpo del difundo en una bolsa hermética, se debe acomodar dentro del ataúd. Se rocía una solución desinfectante y se lleva directo al crematorio, detalla personal de la empresa funeraria J. García López.

Los lineamientos de la Ssa recomiendan no realizar velatorios en estos casos para evitar contagios. En caso de que se realicen sugiere que los honores duren menos de cuatros horas, con un aforo máximo de 20 personas y con el ataúd cerrado. 

La opción de realizar ceremonias está disponible, pero no todos la toman. De los más de 7,000 servicios funerarios por causa de muerte Covid-19 que atendió J. López García en 2020, en ninguno se realizaron ceremonias luctuosas con el cuerpo presente. Y sólo el 5% de los deudos decidieron hacer un homenaje con las cenizas. 

En el caso de la funeraria Gayosso, los 7,619 servicios funerarios por Covid-19 carecieron de alguna ceremonia luctuosa. Aunque sí realizaron más de 2,000 videofunerales.

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El hermano de Ernestina Verde era católico. “Creía mucho en la Virgen de Guadalupe, demasiado. Tenía un altar, se persignaba cuando se iba y cuando regresaba”. Falleció a causa del virus SARS-CoV-2 y su familia decidió realizarle el funeral religioso como lo hubiera querido. 

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“Hacemos rosarios y levantamiento de cruz. El día que vamos al sepelio, le invitamos comida a toda la gente que nos acompaña. Los rosario empiezan al tercer día y en el levantamiento de cruz les damos comida”, describe Verde la tradición.

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Panteón de Mezquitán en Guadalajara, Jalisco. Foto: Francisco Guasco/EFE.

Las misas y rosarios se cumplieron a cabalidad. A pesar de que tomaron medidas sanitarias como el uso de cubrebocas y la distancia física, dos familiares resultaron contagiados después de las ceremonias. “Tuvimos muchas precauciones, no entiendo por qué”. 

El Covid-19 arrebató el último adiós

La carga emocional es muy fuerte”, dice Guadalupe Hernández, quien cuidó de su papá durante poco más de una semana hasta que falleció de Covid-19. Además del temor de contagiar a su familia por ser la cuidadora principal, dice que la evolución de la enfermedad de su padre fue muy rápida. 

No hubo lo tradicional a lo que estamos acostumbrados: tener una despedida un poquito más prolongada”. Aunque sus hermanos realizaron una misa póstuma, Hernández comenta que no pudo asistir porque estaba atendiendo a su madre, quien en ese momento era un caso positivo. 

A Francisco Ruiz le avisaron que su hermano Enrique había fallecido poco después de que lo internaron por segunda ocasión en octubre pasado. “Fue algo muy impersonal, no tienes contacto con nadie, no hay nadie en sala de espera ni nada. Te dicen que te retires por seguridad, así sucedió. Llegué en la noche y después de que se hicieron los trámites, yo reconocí su cuerpo y al otro día lo cremaron en el panteón civil de Iztapalapa”. 

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El confinamiento también le complicó la asimilación de la ausencia de su hermano. “No es algo que evada la realidad, es la condición de no poder salir, no visitas a nadie, a lo mejor por eso te da una sensación diferente”.

Honor a la distancia  

La rapidez con la que ocurren los fallecimientos de coronavirus y el aislamiento que tienen los enfermos –muchos de ellos en los hospitales– también afecta el duelo de los deudos. “A una respuesta natural se agrega la reacción ante el hecho de no haberse sentido bien informado o tratado”, explica Asunción Álvarez del Río, psicóloga e investigadora.

Frente a la falta de ceremonias luctuosas por las restricciones sanitarias, la académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sugiere hacer actos sustitutos, como escribir una carta a los seres que se fueron o usar herramientas como la página Bordando memorias desde el corazón, donde hay podcast, consejos y recomendaciones para los dolientes.  

Los funerales son conductas para honrar la memoria de quienes se fueron“, subraya Álvarez del Río. “Sin embargo, esto se puede realizar a través de otras acciones sustitutivas“.  

Entre las recomendaciones de la SS a los familiares en duelo está colocar en un sitio especial del hogar una foto de la persona fallecida, construir una caja de recuerdos o colgar en la ventana un objeto en memoria de quien se fue. Además, la secretaría exhorta a realizar video llamadas o reuniones virtuales con amigos y cercanos. 

El apoyo tanatológico también puede auxiliar, dice la psicoterapeuta Salomé Rosales. “Siempre que hay una pérdida hay una ganancia, no tienen que perder para ganar. Ante la pérdida, ellos descubren otras herramientas con la experiencia de la terapia tanatológica”. 

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