Párroco de Aguililla: ‘La violencia no es opción pero es cristiano defender tu vida’
Gilberto Vergara, clérigo de Aguililla, explica la violencia generada por grupos del crimen organizado en ese municipio de Michoacán.
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Gilberto Vergara, clérigo de Aguililla, explica la violencia generada por grupos del crimen organizado en ese municipio de Michoacán.
En Aguililla, Michoacán, quieren creer en las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, les gusta pensar que el gobierno federal los protegerá de los grupos criminales que operan en la zona, pero hasta ahora no hay una señal de que eso vaya a suceder.
Durante varios meses, este municipio michoacano de unos 15 mil habitantes ha vivido en medio de un conflicto entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y una agrupación de bandas delictivas llamada Cárteles Unidos. Bloqueos carreteros, desabasto de alimentos, asesinatos, incendios, cortes de agua y de luz son algunos de los problemas que los habitantes han soportado por un largo tiempo, sin que el Ejército o las policías locales intervengan.
Gilberto Vergara García, párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, ha alzado la voz para denunciar la inseguridad vivida en Aguililla, al oeste de Michoacán, y en entrevista para La-Lista advierte que la desesperación de la gente va en aumento. Al igual que el presidente López Obrador, el clérigo se dice pacifista y no cree que la violencia se solucione con más violencia, pero admite que su municipio ha llegado a una situación extrema en la que los pobladores deben estar preparados para defenderse ellos mismos.
El párroco no duda en responder al titular del Ejecutivo federal, quien recién llamó a no tomar el camino de la violencia en la zona, incluso a los religiosos. Le pide que viaje a Aguililla para que conozca la situación de primera mano y rechaza que la población sea manipulada por grupos criminales para comportarse de manera violenta.
La-Lista (L-L): ¿Cuál es la situación actual de Aguililla?
Gilberto Vergara García (GVG): Aguililla se divide en cuatro tenencias (comunidades) que han sido fuertemente castigadas desde hace mucho tiempo, han sido lastimadas, han sido violentadas, han sido escenarios de guerras y han sido devastadas. Así está El Aguaje, Chila, Dos Aguas y ahora nos tocó a nosotros en la cabecera municipal.
La autoridad municipal está rebasada. La autoridad estatal solamente ha fingido que nos ayuda y realmente no lo hace. Ahora el grito es más alto, la voz es más elevada para pedir al gobierno federal que nos haga caso.
L-L: ¿Cuándo inició esta violencia en Aguililla y por qué es un territorio tan disputado?
GVG: Esta región tiene mucha historia, Michoacán ha sido golpeado de muchas maneras, hemos tenido una “involución”, una caída libre, nos ha pasado de todo, hemos visto la violencia y la muerte de diferentes rostros con la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios, Los Cárteles Unidos… Son muchas expresiones del mismo mal.
En Aguililla tal vez estamos así por la ubicación geográfica, tenemos la Sierra Madre, acceso al mar, a la costa, acceso a una sierra enorme que se puede usar para cultivo. También es la cuna de este personaje que dirige esta organización (Nemesio Oseguera, ‘El Mencho’, líder del CJNG). Hay minas que algunos grupos criminales consideran un tesoro oculto y lo quieren explotar. Cualquiera de esos elementos hace que nuestro municipio, que aparentemente no tiene mucho, sea de gran valor.
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L-L: ¿Es necesario que el presidente viaje a Aguililla?
GVG: ¿Qué mal le haría venir a nuestro pueblo? Yo creo que sí habría cosas buenas porque cuando mueves a un gobernante se tapan los baches mágicamente, cambian muchas cosas, todo reverdece y hasta a los perros los peinan, sabemos cuál es el mecanismo de los gobiernos.
Viniendo aquí, viendo la realidad, (el presidente) se tendría que comprometer de una manera más fuerte, yo no sé si finalmente es eso a lo que tenga temor, a lo que se le pida o se le exija ya estando aquí, pero sí pedimos que se haga presente y que nos mire a los ojos porque nosotros no somos un pueblo violento, no queremos ser así, pero el dolor acumulado es tanto que va a ser difícil.
L-L: ¿Difícil no defenderse ustedes mismos?
GVG: Creo que la violencia no es la opción, pero a veces no hay otro camino, no justifico ni defiendo la violencia, yo soy pacifista de corazón y creo en el evangelio que nos habla de dar perdón, dar amor y de la reconciliación, pero también creo que es muy evangélico defender tu vida, la vida de los tuyos, reivindicar tus derechos. Eso es también muy cristiano porque no se trata de robarle nada a nadie, sino de recuperar lo que se te ha robado.
La necesidad es la que ha hecho salir a la gente y finalmente si no defiendes lo tuyo, ¿entonces quién eres? Dice el dicho que “perro que no defiende su hueso no es perro” y aquí la cosa se trata de defensa, estamos actualmente en una situación de rescate de nuestro pueblo, un pueblo que se va muriendo, se está extinguiendo y nosotros debemos rescatarlo.
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L-L: ¿La estrategia de abrazos y no balazos no es funcional para Aguililla?
GVG: Creo en la paz, en la pacificación, en la buena voluntad, pero también sé que a veces hay cánceres tan agresivos que no se curan con una bandita, con algo leve, en algunos momentos hay que meter bisturí, hay que hacer sangrar para poder sanar.
No estoy a favor de la violencia para nada, pero creo que en Aguililla el mal está tan fuerte y generalizado que ponernos a abrazar a la gente buena si acaso nos dará un consuelo, pero querer abrazar a quien tiene un fusil y te quiere disparar es muy complicado.
L-L: ¿Y el Ejército? ¿Y las policías? ¿No los cuidan?
GVG: El problema creo que es ese, ese es el centro, a nosotros nadie nos protege, nadie nos ha protegido, tenemos meses con carreteras bloqueadas, meses con cobro de piso, meses con muchas cosas y nadie nos protegió. Llega otro cártel, se pelea con el que estaba, lo expulsa y el mal avanza de forma distinta.
Si llega un grupo criminal o llega otro, debemos vivir bajo sus reglas, ¿qué más queda? Aquí o te adaptas a las reglas del grupo que entra o te tienes que largar. No es que nosotros queramos participar y no es que nos estén manipulando, aquí vivimos y tenemos que apegarnos a lo que marcan los grupos.
L-L: Tuvieron una reunión con representantes del gobierno federal, ¿a qué acuerdos llegaron?
GVG: La reunión fue el lunes y duró alrededor de cuatro horas, fue una reunión sentida y airada en algunos momentos. Los puntos de nuestro pliego petitorio eran dos y muy sencillos: garantizar la movilidad en la carretera (que va a Apatzingán, el núcleo urbano más cercano) y garantizar la seguridad. De ahí se desprendían muchos otros puntos como construir un banco porque aquí hay mucha gente que vive de las remesas que sus familiares les envían de Estados Unidos y deben de ir a recoger el dinero a otra parte.
La población recibió con agrado la noticia de que nos habíamos reunido, que la respuesta era favorable, que (las autoridades) nos había escuchado, que se habían llevado el pliego y el presidente dijo en su mañanera (del 7 de julio) que se va a cumplir, pero ahora el problema es que no hay una fecha.
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L-L: ¿La iglesia debería tener un rol activo ante la violencia que se vive en México?
GVG: El papel de la iglesia es este que estamos haciendo, debemos de ayudar sin cargar la balanza a ninguna de las partes porque aquí la situación es el pueblo que exige derechos y el gobierno que debe respaldarlos. La guerra entre los cárteles es aparte, yo como pastor, si hay un difunto, oficio misa sin importar cuál era su camiseta y cómo murió.
L-L: Estamos a poco de que se cumplan 15 años del inicio de la llamada “guerra contra el narco”, ¿qué balance hace de esa estrategia?
GVG: El balance es la situación que tenemos a nuestro alrededor, la situación que tenemos en Aguililla es el costo de toda la sangre derramada. Los resultados son los que están a la vista, no podemos negarlos ni podemos maquillarlos. Como balance está la realidad y la realidad no se puede callar, más bien nos grita en la cara.
L-L: Aun con todo esto ¿esperan algo del gobierno federal para atender a Aguililla?
GVG: Estamos en una situación que parece sin esperanza, pero debemos mantenerla. Nosotros queremos confiar en el gobierno, pero queremos que nos den razones para hacerlo.