CDMX en naranja: ‘A la gente ya no le importa el semáforo covid’

“¡Estamos celebrando el 696 aniversario de la fundación solar de Tenochtitlán!”, gritaba un hombre en el Zócalo de la Ciudad de México, mientras cientos de personas danzaban detrás de él con trajes de la época prehispánica. Eran las 14:00 horas y el aroma a incienso y copal, los instrumentos de viento y los rituales ancestrales atraían a turistas, comerciantes y visitantes. Todos observaban con atención el evento organizado por la Secretaría de Cultura local.

Este lunes, en medio del festejo azteca, la capital del país también comenzó su regreso al “semáforo naranja“, una señal de que los contagios y las hospitalizaciones por Covid-19 han ido en aumento las últimas semanas y se busca contenerlos.

A pesar de eso, las calles del Centro Histórico lucieron rebosadas de personas, algunas disfrutando del evento oficial, otras de paseo, de compras, tomando café o trabajando.

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Familias enteras iniciaron su semana en tiendas de ropa, en restaurantes, tomándose fotos en la explanada de Bellas Artes o en las fuentes de la Alameda Central, mientras las parejas han dejado atrás el temor al Covid-19 y aprovecharon que prácticamente todos los establecimientos de la ciudad están abiertos para convivir.

“El semáforo ya no sirve, aunque lo pongan en naranja a la gente ya no le importa porque está cansada del encierro y también debe trabajar”, dice Nayeli Adriana, una trabajadora del Centro Histórico que ha visto la evolución de la pandemia a ras de calle, pues desde marzo del año pasado no ha dejado de laborar. “Pensé que con el semáforo naranja sí iba a haber menos gente, pero todo sigue igual”, agrega.

El semáforo epidemiológico es un mecanismo creado por el gobierno federal para alertar a la población sobre el riesgo de contagio en cada estado de la República. El año pasado cada cambio de tono generalmente implicaba nuevas restricciones de movilidad para evitar la propagación del coronavirus, pero en esta ocasión la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, decidió que el paso del color amarillo al naranja no implicaría ninguna precaución adicional, como ocurrió cuando se regresó al amarillo.

El efecto de esta decisión se vio en las calles este lunes, cuando miles de personas comenzaron su semana como cualquier otra. El viernes pasado, funcionarios de la capital informaron que el semáforo naranja volvía ante el repunte de contagios y encargaron a la población continuar con las medidas sanitarias. “Les pedimos su apoyo y solidaridad con la Ciudad de México”, señaló en conferencia de prensa ese día Eduardo Clark García, director general de la Agencia Digital de Innovación Pública de la CDMX y quien ha estado a cargo de la comunicación relacionada con la pandemia.

Pero esa solidaridad es la que algunos habitantes señalan que no existe. “Nosotros por la necesidad tenemos que venir, pero si te das cuenta, muchas personas vienen de turistas y de paseo”, dice Apolinar Iglesias, otro trabajador informal que acudió al Centro Histórico para comprar insumos para su estética. “Si ellos no se quieren, que no se cuiden, pero por lo menos que nos cuiden a los que estamos alrededor”.

Aunque el movimiento de personas fue abundante la tarde de este lunes, el uso del cubrebocas sigue siendo general entre los habitantes, salvo algunos ciudadanos o turistas que lo traen a medio rostro o simplemente han renunciado a este accesorio. La sana distancia es una medida que cada vez se hace más difícil de cumplir en las calles y en el transporte público, donde los empujones y las horas pico volvieron desde hace tiempo.

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Hace exactamente un año, en julio, la Ciudad de México también se encontraba en semáforo naranja, pero las imágenes de las calles y los restaurantes medio vacíos de ese momento han quedado en el pasado. Los mismos capitalinos consideran que será complicado reducir la movilidad otra vez por factores como el trabajo, el cansancio y el avance de la vacunación.

“Las personas que han sido vacunadas creen que son inmunes y creen que la pandemia ya está controlada, pero no es así, se están confiando mucho por sus vacunas“, menciona Beatriz Jiménez, una joven que acudió con su esposo al Centro Histórico para ver el evento de la fundación solar de Tenochtitlán.

Según cifras del gobierno capitalino, hasta el pasado 25 de julio en la Ciudad de México se habían registrado 758,683 casos de Covid-19 desde el inicio de la pandemia, unos 1,400 diarios en promedio desde que comenzó la pandemia, mientras que la semana pasada hubo días con más de 4,000 contagios diarios. En contraste, a principios de junio, cuando el color del semáforo volvió a verde, se registraban casi siempre menos de 1,000 infecciones al día.

El reporte de la Ciudad de México muestra que la movilidad en la ciudad por transporte público solo está un poco por debajo de lo que era costumbre hasta febrero del 2020, cuando el primer caso oficial de Covid-19 se comprobó en esta entidad. El uso de vehículos, el Metro, el Metrobús, el Trolebús y las bicicletas ya están casi al nivel prepandemia.

La variante Delta del coronavirus, proveniente de la India, es la que ha azotado con fuerza a la capital del país y poco a poco impacta a otros estados de la República. El 17 de julio Oliva López, secretaria de Salud local, informó que más del 60% de los contagios eran provocados por esta ramificación del virus SARS-CoV-2.

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Para enfrentar esta situación las autoridades de la ciudad han optado por acelerar la vacunación de las personas de entre 18 y 29 años, jornada que iniciará este martes en cinco alcaldías diferentes.

Para muchos ciudadanos, los últimos 15 meses pandémicos han sido eternos y pronostican que esta situación se podría extender aún más porque el coronavirus podría aprovechar la movilidad de la población para seguir mutando.

“A veces no entendemos, yo soy del Estado de México y la gente sigue haciendo sus fiestecitas, sus reuniones”, critica Miguel Ambriz, un trabajador de la zona centro de la ciudad. “Esto parece que será eterno, tendremos que aprender a convivir con este virus“.