‘Había señores de 40 llorando’: la triste despedida de la tienda de discos más cool de NY
Other Music ofrecía discos en categorías que catalogaba como "la decadencia" y "exteriores". Foto: Rob Hatch-Miller

Por Si Hawkins/The Guardian

Mucha gente solía merodear por Other Music, la famosa tienda de discos de Nueva York. Era como una danza extraña: clientes nerviosos, escondidos detrás de los aparadores de CDs o las mangas de los LPs, intentado formular una pregunta que no culmine en la humillación total. Después de todo, los empleados del lugar se habían ganado cierta reputación.

Es posible revivir la experiencia a través de un sorprendentemente conmovedor documental sobre la tienda, que también se llama Other Music. Algunos admiradores famosos del lugar, como Regina Spektor o Jason Schwartzman, todavía suenan impresionados con la intensa atmósfera de ‘Other’. “Si soy completamente honesta, nunca me pude ‘relajar’ ahí”, confiesa Spektor a la cámara. “Siempre tenía la misma sensación que en el primer día de clases, como: ‘está bien, simplemente no te equivoques”.

Muchos de los exempleados admiten su disgusto, aunque los propietarios parecían un poco molestos con la acusación. Eso es comprensible, dada la devota comunidad que construyeron a través de 21 años. La película captura los últimos días de la tienda, antes de que la destrozaran físicamente. Contemplarlo puede romper hasta los corazones más duros.

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Después de su apertura en 1995, Other se convirtió en la favorita de todos en medio de una esquina musicalmente fértil en el distrito NoHo de Manhattan. El nombre era apropiado: Other abrió enfrente de una gigante sucursal de Tower Records, y se propuso vender lo que Tower jamás vendería. También vivió más tiempo, y se convirtió en el centro crucial de la vibrante escena indie de Nueva York en los 2000s: The National, Vampire Weekend, TV on the Radio, y muchas otras bandas le deben todo a Other.

Yo experimenté de primera mano su época temprana, entre 1998 y 1999. Así avivé mi aburrido año sabático, con alegres visitas a las tiendas de discos de Lower Manhattan. No obstante, en Other me refugié y absorbí todos los sonidos que pude, pero sin decir una sola palabra. Me quedaba ahí durante horas, y al final sólo me llevaba algunos panfletos gratuitos. Con razón los empleados eran tan impacientes.

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Los propietarios de Other Music, Josh Madell y Chris Vanderloo. Fotografía: Rob Hatch-Miller

Dos décadas después, conversé por Zoom con los creadores de la película, Puloma Basu y Rob Hatch-Miller, quienes viven en Los Ángeles, pero solían ser clientes frecuentes de Other. Rob trabajó ahí entre 2002 y 2005, un gran salto desde sus primeras visitas a la tienda. “Una de las primeras veces que le pregunté algo a algún empleado estaba aterrado, hasta temblaba”, admitió. Basu está de acuerdo con él: “Era tan espantoso porque el lugar era muy pequeño. Inmediatamente cuando entrabas todos levantaban la vista”.

Aún así, tuvieron algunos clientes increíbles. Benicio del Toro apareció en el segundo día del rodaje de Basu, buscaba recomendaciones. El staff era rudo, pero sabían de lo que hablaban. Las preferencias de los empleados escritas en tarjetas o tablones podían destruir una banda, o hacerla enorme. El carismático rapero Beans, de Antipop Consortium, fue su empleado más notable, siempre “parado en una esquina con lentes oscuros”, dice Hatch-Miller con una sonrisa. La mitad de Animal Collective también trabajó en Other. “Después despidieron a Dave (Portner). Pero aún así, siempre estaba ahí, pasando el rato”.

Los copropietarios, Josh Madell y Chris Vanderloo, fueron los responsables de cultivar aquella mezcla de raritos brillantes. Aziz Ansari, cliente frecuente, inmortalizó la autenticidad de los empleados cuando filmó un sketch ahí. No se guardó ningún golpe: El personaje de Ansari como un cajero malvado expulsa de la tienda a un cliente poco cool, y después le dispara.

“Recuerdo cuando Aziz pidió permiso de utilizar una de nuestras camisetas, y después me senté a ver cómo se adentraba en su papel para burlarse del elitismo en la cultura indie“, dijo Madell. Al principio pareció una afrenta, pero “cuando eres dueño de una tienda que se especializa en categorías como ‘la decadance’, ‘out’ y ‘krautrock’, tienes que poder reírte de tí mismo”.

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Madell es uno de los espectadores dolidos durante la escena más poderosa del documental, cuando tiene que atestiguar cómo destruyen su tienda de discos. La película es triste, pero su propósito es celebrar a los empleados de la tienda como si fueran un exitoso equipo deportivo, es como The Last Dance para el indie. Basu recuerda una proyección del festival de cine de Tribeca: “Volteé a ver a la audiencia y todos los señores cool de cuarenta años o algo así estaban llorando”.

Una triste despedida

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La despedida. Fotografía: Rob Hatch-Miller

El mensaje es particularmente filoso para un periodo en medio de la pandemia, donde muchos negocios sufren. Por el Covid, también tuvieron que cancelar el estreno en cines,  entonces improvisaron algunas presentaciones en línea, y reunieron alrededor de 25,000 dólares (500,000 pesos) para donar a más de 200 tiendas de discos independientes. Como asegura el documental, estos espacios son mucho más que solo tiendas.

Irónicamente, la influencia de Other alcanzó su punto más alto justo cuando comenzaron a caer las ventas de discos. “Al principio de los 00s, después del 9/11 y todo lo que pasó en Nueva York. Other Music era casi como el CBGB de su era”, dice Watch-Miller. Matt Berninger, vocalista de The National, es una de las estrellas que ha hablado de la importancia de Other. Portner, de Animal Collective, y Ezra Koenig, de Vampire Weekend, dijeron que la costumbre de la tienda de mezclar las estanterías influenció el sonido de sus bandas.

Detrás del mostrador, las cosas eran mucho más complicadas. Las parejas de los dueños tuvieron que mantenerlos económicamente cuando los clientes casuales cambiaron a las compras en línea. Other lanzó un sitio de descargas seleccionadas, pero la música digital no era su fuerte, y lo cerraron en 2013. Eso molestó a uno de sus clientes más famosos. “Lou Reed lo amaba, y su agente los contactó porque estaba muy molesto cuando lo cerraron”, dice Hatch-Miller.

Aferrarse a su estilo se hizo cada vez más complicado. Como filmó Basu, “las últimas seis semanas nos dimos cuenta que tenían álbumes de The Beatles, y cosas así”, es decir, no la música de Other. El futuro ya estaba escrito en sus pizarrones y tarjetas. La tienda cerró en junio de 2016.

Madell siguió en la industria musical, pero ahora en distribución. “Lo único que me falta es el mejor y último paso, darle una recomendación a un cliente”, dice, “y unos días después escuchar la historia de cómo afectó su vida”. Vanderloo sigue en ventas. “Chris es el gerente de una tienda de abarrotes en Manhattan”, reportó Hatch-Miller. “Algunos de los empleados de siempre, y los clientes más empedernidos pasan el rato en su tienda. Es gracioso, pero no sé cómo le ayuda a su trabajo”.

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