La ola feminista tiene éxito porque no hay una jefa: Claudia Piñeiro
Claudia Piñeiro, escritora y activista. Foto: Alejandra López

Cada línea de la novela Catedrales de Claudia Piñeiro pone al lector de frente a la crudeza de una realidad que viven las mujeres con respecto al aborto. La historia es un mazazo que hace cuestionar a creyentes y no creyentes sobre la violencia de género que cada vez se visibiliza y condena con mayor fuerza por la sociedad. Hay una mezcla entre religión, ruptura familiar, secretos y un crimen. Es un libro que cimbra la conciencia.

La trama de esta obra inicia con el horror del asesinato de Ana, cuyo cadáver aparece descuartizado y quemado en un terreno baldío. Tres décadas después, la hermana de la víctima, Lía, descubre lo que sucedió.

“La historia de esta familia se junta con el crimen como pasa en la novela negra. Hay un encubrimiento porque los hechos pasaron hace 30 años y no se sabe aún qué paso. Las preguntas que corresponden no son quién la mató y por qué, sino qué le pasó a Ana que apareció descuartizada y quemada en un campo baldío”, reseña la autora en entrevista con La-Lista.

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Piñeiro retrata cómo existe un esquema de revictimización hacia la mujeres y un sistema institucional que se pone del lado del victimario, fenómeno que sucede constantemente en los países de América Latina. A esto, lo acompaña el dolor y la búsqueda de justicia por parte de los padres que pierden a una integrante de su familia.

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“Es algo que venimos arrastrando en América Latina y que no estamos pudiendo solucionar. Cuando escribí esta novela, la pensé en los padres y madres que todavía hoy piden por el esclarecimiento de la muerte y la desaparición de sus hijos, cosa que pasa en mi país y que sucede en México”, asegura la escritora argentina.

“Tenía presente el caso del padre de de Paulina Lemos que hace más de 30 años fue muerta probablemente en una fiesta con personajes del poder de turno (en Argentina), nunca se supo lo que pasó y todavía hoy va ese padre de programa en programa, de periodista en periodista, de juzgado en juzgado tratando de que alguien lo escuche para saber qué pasó con su hija. La novela refleja ese pasado y también algo que sigue sucediendo, desde la criminalización de quien se practica un aborto, la violencia de género que está presente” añade.

En Catedrales, la religión juega un papel central. Se encuentra en todos los momentos del libro como testimonio que indica las contradicciones sociales, la hipocresía y una especie de justificación hacia los horrores que pueden ser cometidos en su nombre. El personaje de Lía, incluso, niega cuatro veces, una más que el apóstol Pedro, su relación con dios.

-¿La iglesia ha sido cómplice de la violencia de género?- se le cuestiona a la escritora.

Ella no duda, responde contundente, firme y apunta hacia el encubrimiento.

-No llegaría a decir que la Iglesia es cómplice en la violencia de género. La Iglesia no nos ha acompañado en la lucha de los derechos de las mujeres y tampoco nos ha acompañado en muchas otras circunstancias. Hay violaciones de mujeres y niños que la iglesia no ha acompañado como corresponde. Lo que tiene que ver con el aborto, la iglesia se ha metido para que no pasen estas leyes. Incluso el papa ha dicho que el aborto es un genocidio de guante blanco, calificó de sicarios a quien practica los abortos y esto no ha ayudado a que se avance en ciertas leyes que tienen que ver con la salud de las personas.

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Piñeiro asegura que no puede atreverse a mencionar que América Latina haya perdido a Dios, tal y como lo muestra con Lía, pero sí pide que la región mantenga “su esencia, su compañerismo, su solidaridad, su hermandad y después rezarle al dios que tenga que rezarle”.

Actualmente, el movimiento feminista ha puesto en la palestra la repulsión hacia los crímenes de género y la reivindicación de los derechos de las mujeres que van desde la interrupción legal del aborto hasta el acceso a puestos de trabajo que antes no tenían. Esta ola ha generado simpatías alrededor del mundo y, poco a poco, se ha logrado conquistas en forma de leyes.

La escritora argentina hace un balance sobre los alcances del feminismo en Latinoamérica y el mundo.

“La ola feminista es un movimiento que no conoce fronteras. Ha tenido éxito porque no es un movimiento piramidal con una jefa, sino horizontal, donde se discute, opina, pueden haber peleas. No todo el feminismo opina lo mismo, pero cuando hay que salir, se sale unidas con distintas clases sociales e ideologías. Es parte del éxito que tiene este movimiento”, afirma Piñeiro.

Sin embargo, no observa pronto el fin de los feminicidios “porque estamos en un pico de la violencia de género. Estas reacciones hacen sentir que esto va a cambiar, por lo pronto, hay muchas mujeres que están muy alertas y hay muchos hombres que acompañan, que no se ríen más de los chistes machistas, de micromachismos que fomentan otras violencias. Cuando hay un medio que afirma que ciertos crímenes son pasionales salen hombres y mujeres a descalificar estos episodios”.

Aunque Piñeiro resalta que hay un triunfo feminista que empieza a gestarse: “Los crímenes contra las mujeres han llegado a un punto en que las sociedad en América Latina ya no los aceptan más. De a poco, eso va a generando un cambio que las instituciones toman aunque con retardo con herramientas válidas”.

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