Hay personas con muchos seguidores que se creen críticos: Antonio González

Cuando se sentó a escribir su libro, Antonio González de Cosío se planteó tomar venganza por todos aquellos periodistas que no lograron la reinvención para encarar el mundo digital que hoy luce plagado de influencers.

“Yo mismo no me puede reinventar”, confiesa el crítico y consultor de moda.

El resultado de su trabajo fue su novela de denominada Bloggerfucker, que es la historia de una editora rigurosa, comprometida con el periodismo que se ve desplazada por jóvenes inexpertos que tienen muchísimos seguidores y generan miles de likes, pese a que “no tienen la menor idea de lo que están diciendo”.

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La historia entremezcla el crimen, la industria editorial y el carácter de los distintos personajes que tienen vivencias contadas con dosis de humor negro. La lectura es fluida, amena y mordaz.

En entrevista con La-Lista, González de Cosío habla de cómo quiere que sea la reflexión de sus lectores al momento de terminar leer Bloggerfucker y descarta que “sea como un viejito de los 60 que no le gustaban las minifaldas o los Beatles“. En cambio, dice, reivindica la crítica con argumentos.

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La-Lista: ¿Qué notaste en el ambiente actual que te llevó a escribir Bloggerfucker?

Antonio González de Cosío: Así como hay divisiones en todos lados de índole políticas y religiosas, encuentro divisiones generacionales más fuertes, más marcadas porque no sólo tienen que ver con ideología, sino en cómo trabajamos en el mundo profesional. Estoy familiarizado con la industria editorial y he tratado de entrar a esto del periodismo digital y no me interesa mucho el tema de las redes sociales, sino el de la letra impresa. Mucha gente se ha visto obligada a ir hacia lo digital porque o lo haces o estás fuera. Me interesaba por eso contar esta historia.

L-L: ¿Qué significa que hoy haya mucha relevancia de quienes utilizan las redes sociales?

AGC: Significa que se ha creado un monstruo de las mil voces. Aquí el punto es que está bien que tengamos una voz, pero los derechos llevan responsabilidades. Tener derecho a hablar y opinar, te llevar a hacerte cargo de las consecuencias de estas opiniones.

Está bien que digas que algo te gusta o no, pero que te pongas a netear, a malinformar, me parece terrible. Hay mucha gente que de pronto se vuelve doctora, que difunde bulos de que los animales te contagiaban el Covid. Estas estupideces las he vivido en la moda por parte de gente que tiene dinero o suficientes seguidores para que las marcas los vistan y les presten ropa o se las regalen, y ya se creen con la autoridad de opinar y ser críticos de moda. Yo creo que no lo son.

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En mi historia, se reflejan estos personajes que se empoderan por tener seguidores aunque no tengan ni idea de lo que están diciendo; son estúpidos y quise ponerles el lente encima para verles los defectos. Tampoco digo que toda la gente que hace periodismo escrito sea buena, hay de todo.

L-L: ¿El mundo influencer está matando al periodismo?

AGC: Sí, porque todo se vuelve inmediato. Ves que gente pone la foto con Alber Elbaz (diseñador recién fallecido) en París y es el I was there, el graffiti que poníamos en el baño de ‘estuve aquí’ y ¿a quién le importa esa foto? Eso no es lo importante.

No creo que lo esté matando porque el periodismo de rigor no va a morir nunca, pero lo está acorralando, lo reduce y aparta de alguna manera porque los diseñadores prefieren lo inmediato a saber qué hay detrás de ese vestido, qué está queriendo decir el diseñador con eso. Este rollo de la inmediatez está anulando el misterio, la expectación de la industria, que era esperar la nueva colección a ver qué proponía.

L-L: ¿Por qué mezclar la moda, el periodismo y los influencers con el crimen?

AGC: Era un poco la premisa. Si alguien me hubiera dicho que mi primera novela iba a ser un thriller no lo hubiera creído. Esto se fue dando y nació porque yo vivía y moría por la moda. Entonces, es una manera de exponer a la gente que Helena (la protagonista) considera que hace mal su trabajo y lo hace con una base y un sustento de por qué no son buenos y explora profundamente al personaje, por eso hace valiosa a Helena. Es un poco de arrogancia porque parece que tiene la verdad y no, puede haber muchas verdades. Lo que importa es que soportes tu verdad con argumentos y por eso la columna de Helena resulta tan filosa y mortal de alguna manera.

L-L: ¿Se han perdido los argumentos al momento de hacer una critica?

AGC: No soy absolutista. Respeto a la gente que me diga que no le gustó algo, pero que explique por qué. Yo siempre tenía razones para explicar y por eso fui un crítico de moda y de belleza objetivo. Fui el primer editor de belleza de México y fui bueno porque no tenía interés personal, porque si decía algo lo justificaba. Ver ahora a personas en redes vestidos de diseñador me dice que tienes mucha lana, pero a nivel de aporte no hay nada.

L-L: ¿Es difícil, en la vida real, el proceso de reinvención como el que vive Helena?

AGC: No es fácil y justo por eso nace Bloggerfucker. Nace por vengar a muchas personas que no se han podido reinventar y las ha avasallado la crisis de la industria editorial. Es una pena que haya gente con grandes valores y capacidades, que no tengan un foro para expresarse y estén tomados por gente que te enseña ropa de catálogo y que no aporta nada. Helena puede reinventarse, le di esa posibilidad como venganza de quienes no se pudieron reinventar. Yo me estaba vengando porque no me fue posible reinventarme. Cuando dejé el periodismo, me hubiera integrado más fácil si me hago un blogger o un canal de Youtube, pero no tenía los skills para eso.

L-L: ¿Por qué elegiste el título de Bloggerfucker?

AGC: Temía un poco la censura, pero no es por la vía editorial, sino porque en algunos lugares preferimos hacer un juego para tapar las letras y que el título se expusiera en todos lados; a algunas personas les pudo parecer ofensivo. El título es haciendo un juego de motherfucker.

L-L. ¿Con qué reflexión te gustaría que se quedaran tus lectores?

AGC: Me gustaría que se quedaran que soy un escritor que no tengo ningún resentimiento contra nadie. No quiero ser el viejito que en los 60 no le gustaba la minfalda o los Beatles. Hay que atacar al mensaje y no al mensajero. Me gustaría que me vieran como una persona que abraza todas las formas de comunicación y que sea un buen mensaje. No pretendo erigirme como nada, sino entretener al lector. La literatura que hago es para que sea leída y me encantaría que me digan que he sido un cabrón con los bloggers pero con razones.

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