Guillermo Arriaga: “Me interesa más ser un buen papá que un gran escritor” | ENTREVISTA
Guillermo Arriaga presentó El Hombre en Hay Festival Querétaro 2025 y habló con La-Lista sobre cine, literatura y familia.

El Hombre, la novela que Guillermo Arriaga soñó primero como película.
/Fotoarte: Sandra Lucario/La-Lista
El cine y la literatura son espejos que devuelven la misma imagen con distintos reflejos. La palabra escrita puede convertirse en un encuadre; la cámara, en una narración silenciosa que late con la misma fuerza de una novela. Guillermo Arriaga conoce ese cruce de caminos: en sus historias hay violencia y ternura, vértigo y silencio, heridas que nunca terminan de cerrar. El guionista de Amores Perros regresó a Hay Festival Querétaro 2025 para presentar El Hombre, una novela que se abre como un plano secuencia sobre la brutalidad humana y los claroscuros de la historia.
En estas páginas, Henry Lloyd aparece como un conquistador despiadado: un hombre que, a mediados del siglo XIX, levantó una fortuna a sangre y fuego, rodeado de sus hijos mulatos y un ejército de esclavos libertos. Su némesis, Jack Barley, acecha como sombra. Entre narradores que se alternan en distintas épocas, la obra levanta un mural de feroces lealtades y amores prohibidos, de guerras, fronteras y cicatrices históricas. En conversación con La-Lista, Arriaga compartió los orígenes de este proyecto, su visión del cine contemporáneo y lo que, a pesar de los premios, más le importa en la vida: su familia.
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El Hombre, un libro que nació pensándose para el cine
Arriaga confiesa que esta historia lo persiguió durante más de cuatro décadas. “Es una historia que tenía en mi cabeza desde hace muchos años y traté varias veces de hacer la película. Incluso empecé a escribirla como guion, pero no funcionaba”, confesó en entrevista con La-Lista. La complejidad narrativa —seis voces que se cruzan y rompen el tiempo— terminó por convertirlo en novela.
“Me di cuenta de que primero debía escribirla como libro y luego ver si podía transformarse en cine. Era demasiado amplia para caber en una película”.
Henry Lloyd no nació de un plan, sino de una revelación. “Yo no construyo personajes. A mí se me revelan. Me siento y digo: a ver qué sale”, explica. La chispa inicial apareció tras leer ¡Absalón, Absalón! de William Faulkner, donde Arriaga encontró el impulso para crear a un hombre colosal y oscuro. “Ahí empezó a surgir la idea de escribir un personaje como Henry”.
Los otros protagonistas fueron llegando como voces que colaboraban en el conjunto. Si alguno no sumaba, quedaba fuera. “Escribí dos capítulos de un personaje y lo abandoné porque no funcionaba”, recuerda. El libro también hunde raíces en la infancia del autor: en sus cacerías juveniles encontró vestigios apaches y escuchó historias que lo marcaron.
“Yo crecí ahí. Encontrar puntas de flecha de hace 200 años es emocionante. Por eso era importante incluir a apaches y a los negros de Coahuila. Es parte de lo que soy”.
Aunque la idea lo acompañó durante 44 años, la escritura fue vertiginosa: “Es el libro que he escrito más rápido. Me llevó un año y cuatro meses”.
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¿Qué tanto ha cambiado la manera de hacer y consumir películas? Guillermo Arriaga responde
Arriaga no solo mira hacia la literatura, también reflexiona sobre un cine que ha mutado radicalmente. Amores Perros, uno de sus guiones más reconocidos a nivel mundial, cumple 25 años este 2025; mientras que, Babel sigue siendo un referente global. Pero los tiempos son otros.
“La gente, sobre todo después de la pandemia, se acostumbró a ver películas en su casa. Las plataformas transformaron la manera de consumir cine”, explica.
El cambio también golpeó a la economía de la industria: “Se perdió un ingreso muy fuerte que eran los DVD. Babel hizo unos 35 o 40 millones de dólares en taquilla, pero vendió 130 millones en DVD. Ese ingreso desapareció”.
Ante la caída, los estudios apuestan casi exclusivamente por superproducciones capaces de llenar salas. “Hoy las películas que más se hacen para cine son las de gran éxito asegurado. Eso limita la diversidad”, lamenta.
La reflexión de Arriaga no es nostálgica, sino crítica: reconoce la potencia de las plataformas, pero advierte el riesgo de homogeneizar la experiencia cinematográfica. Sus palabras resuenan como eco de su propio cine: múltiples voces, múltiples miradas.
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Guillermo Arriaga, el hombre
La conversación se detuvo en una pregunta íntima: ¿cómo le gustaría ser recordado, como novelista o cineasta? Su respuesta no la dudó:
“Me gustaría que me conocieran más como un buen papá, un buen esposo, un buen amigo, un buen hijo. Lo demás me tiene sin cuidado”.
En la voz de Arriaga no hay falsa modestia: hay convicción.
“Si mis hijos dicen que fui un mal padre, eso sería una derrota terrible. Si mi nieta piensa que soy un mal abuelo, también. Si mi mujer me considera un mal esposo, si mis amigos me juzgan un mal amigo, si mis padres creen que fui un mal hijo… eso es lo que importa en realidad”.
Entre la gloria internacional y el reconocimiento en festivales, Guillermo Arriaga se revela como alguien que, más allá de las pantallas y las páginas, encuentra su verdadero centro en lo cotidiano, en el amor y la lealtad a los suyos. El Hombre, su novela, habla de brutalidades y legados sangrientos; él, en cambio, confiesa que su mayor batalla es íntima: ser digno de los que lo rodean.