Niké, la diosa que preside el Louvre y que inspiró la marca homónima Niké, la diosa que preside el Louvre y que inspiró la marca homónima
Su figura ha presidido competiciones atléticas y militares durante siglos, apareciendo en el reverso de las medallas olímpicas desde los Juegos de Ámsterdam 1928, portando una corona de laurel como señal de éxito. Foto-Arte: Samantha Guerrero/La-Lista

En la mitología griega, Niké (en griego, Νίκη) es la diosa de la victoria. Se la representaba a menudo como una pequeña escultura alada en la mano de otro dios más importante, como Zeus o Atenea, su aliada. Presidía las competiciones atléticas y las disputas militares. Según la leyenda, vivió sus primeros años entre los mortales, pero tras conocer el lado oscuro de la humanidad, decidió regresar al Olimpo.

En la mitología griega, Niké, la personificación de la victoria, es una figura fascinante y poderosa con una historia que se entrelaza con los mitos de los dioses y las luchas cósmicas.

¿Cuál es la historia de Niké?

Niké nació de la unión entre Palas, el titán de la batalla, y Estigia, la encarnación del río que lleva su nombre, que separa la tierra de los vivos del inframundo. Desde sus primeros días, Niké se distinguió por su habilidad para otorgar la victoria en cualquier disputa o competencia, lo que la hizo muy valorada tanto por mortales como por dioses.

Inicialmente, Niké vivió entre los mortales, donde su presencia garantizaba el éxito en batallas y competencias. Sin embargo, a medida que la humanidad se sumía en el crimen y la maldad, Niké decidió abandonar el mundo terrenal y refugiarse en el Olimpo. Allí, encontró un lugar permanente en el Zodiaco, bajo el signo de Libra, representando el equilibrio y la justicia.

Cuando Zeus se preparaba para la titánica Guerra de los Titanes, Estigia, siguiendo el consejo de su padre, llevó a sus cuatro hijos al servicio del dios supremo. Zeus, agradecido, honró a Estigia designándola como el gran juramento de los dioses y concedió a Niké el honor de ser su auriga. Juntos, los hijos de Estigia se convirtieron en centinelas del trono de Zeus.

Niké desempeñó un papel crucial en esta guerra. Como auriga de Zeus, ella guió su carro celestial, asegurando que el líder de los dioses prevaleciera contra los titanes. Su presencia no solo simbolizaba la victoria, sino que también inspiraba coraje y determinación en las filas divinas.

En la tifonomaquia, la batalla contra el monstruoso Tifón, Niké una vez más se encontró al lado de Zeus. Tifón, una criatura de poder incalculable, había desafiado la supremacía de Zeus, amenazando con destruir el orden establecido. Niké, como auriga, dirigió el carro de Zeus con destreza, asegurando su ventaja en la batalla y contribuyendo a la derrota del monstruo.

Durante la gigantomaquia, la lucha de los dioses contra los gigantes, Niké nuevamente asumió su papel como auriga de Zeus. En cada batalla, su presencia era un símbolo de esperanza y triunfo inevitable para los dioses olímpicos. Los gigantes, aterrorizados por la fuerza y el poder de Zeus, se encontraban desmoralizados ante la visión de Niké, la encarnación misma de la victoria.

En la celebración nupcial de Cadmio y Harmonia, Niké giró un pie triple en honor a Zeus, demostrando su agilidad y gracia. Actuó como dama de honor, celebrando el triunfo de Cadmio, quien había sido el campeón de Zeus contra Tifón. Sobre el lecho nupcial, Niké tejió la canción de la boda con su voz virgen, llenando el ambiente de alegría y esperanza. Su danza se convirtió en una sinfonía de movimientos armoniosos, mientras sus alas se mecían al unísono con las de los Erotes, los dioses del amor.

En cada mito en el que participó, Niké demostró ser más que una simple diosa de la victoria; fue un símbolo de fuerza, resistencia y triunfo inquebrantable. Su historia refleja el poder del espíritu victorioso y la importancia del equilibrio y la justicia en el universo.

Durante las guerras médicas, tras la victoria ateniense en la batalla de Maratón (490 a.C.), es conocida la historia del soldado que corrió 42 km desde las playas de Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria, al grito de “¡Niké!” (¡Victoria!), para luego desplomarse. Hesíodo la hacía hija del titán Palas y de Estigia, siendo hermana de Bía (la Violencia), Zelo (el Fervor) y Cratos (la Fuerza).

Niké tiene su propio templo en la Acrópolis de Atenas, un edificio de unos 8 metros de altura construido en el siglo V a.C. para conmemorar la victoria sobre los persas en la Batalla de Salamina (480 a.C.). Esta es una de las razones por las que los griegos piden que les devuelvan la escultura de la diosa que hoy está en el Louvre.

Conocida actualmente como la Victoria de Samotracia, esta escultura ha presidido las escalinatas del Museo del Louvre desde el siglo XIX. Tallada en el siglo II a.C., fue retirada hace más de un año para ser restaurada y regresó a su lugar habitual en julio del 2014, con el mármol visiblemente más limpio.

Niké, siempre representada como una pequeña mujer con alas, simboliza la victoria. Su figura ha presidido competiciones atléticas y militares durante siglos, apareciendo en el reverso de las medallas olímpicas desde los Juegos de Ámsterdam 1928, portando una corona de laurel como señal de éxito.

¿Por qué la marca deportiva Nike obtuvo el nombre de la diosa de la Victoria?

Nike, la icónica marca de equipamiento deportivo, es conocida en todo el mundo por su innovación y su impacto en el mercado. Aunque su nombre es sinónimo de éxito y rendimiento, su historia está llena de detalles fascinantes que contribuyen a su prestigio actual.

Nike fue fundada en 1968 bajo el nombre de Blue Ribbon Sports por Bill Bowerman y Phil Knight. Sin embargo, no fue hasta 1971 que la empresa cambió su nombre a Nike, inspirado en la diosa griega de la victoria. En la mitología griega, Nike es el símbolo del triunfo y se representaba como una figura alada. Este cambio de nombre reflejó el deseo de la empresa de asociarse con la idea de victoria y éxito, alineándose con su misión de ofrecer productos de alto rendimiento para los atletas.

El famoso logotipo de Nike, conocido como ‘Swoosh’, fue diseñado en 1971 por Carolyn Davidson, una estudiante de diseño gráfico en ese momento. El diseño fue creado para representar el ala de la diosa Nike, simbolizando movimiento y velocidad. A pesar de su impacto global, Davidson recibió inicialmente solo 35 dólares por su trabajo. En 1983, como reconocimiento a su contribución, Phil Knight le obsequió un anillo con el logotipo y una participación en la compañía. El ‘Swoosh’ se ha convertido en uno de los logos más reconocibles en la historia del diseño gráfico y la publicidad.

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