¿Cantar cuando estás ganando? El apoyo local no ayuda mucho a los equipos de futbol
Un árbitro enfrenta la presión de la gradería en un partido de la Premier League. Foto: Glyn Kirk/AFP/Getty Images

Jamie Doward/The Guardian

Es la pregunta sobre la que los aficionados han estado debatiendo desde que la pandemia obligó a jugar al fútbol a puerta cerrada: ¿ya no es tan ventajosa la ventaja de jugar en casa?

Bueno, tal vez para disgusto de esos aficionados, y mientras que un número limitado de aficionados locales tiene permitido volver a los estadios, un nuevo y exhaustivo estudio sugiere que su ausencia apenas ha tenido impacto en los resultados.

Esto no quiere decir, sin embargo, que el coronavirus no haya tenido ninguna influencia en lo que sucede en el campo.

El estudio encontró que, sin aficionados, los árbitros son mucho menos propensos a repartir tarjetas amarillas a los equipos visitantes.

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Un análisis de 6,481 partidos, jugados en 23 ligas profesionales y 17 países durante la temporada 2019-20, encontró que los partidos jugados a puerta cerrada sólo tenían alrededor de tres puntos porcentuales menos de probabilidades de resultar en una victoria en casa.

Los autores del informe reconocen que esos márgenes tan finos podrían dar lugar a resultados de liga sustancialmente diferentes, como el descenso.

Pero el profesor James Reade, jefe del departamento de economía de la Universidad de Reading, quien llevó a cabo el análisis con su colega, Carl Singleton, y el profesor Peter Dolton, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Sussex, dijo que los datos mostraban que la ausencia de multitudes no había ayudado realmente a nivelar el juego de los equipos visitantes, a pesar de lo que muchos creen.

“La gente sigue pensando que hay una reducción de la ventaja de jugar en casa y eso se filtra en la discusión sobre el regreso de los aficionados con gente que dice: ‘Bueno, no es justo’. Pero por lo que estamos viendo aquí, no hay un efecto claro y obvio en los resultados de los partidos”, señaló Reade.

Los economistas examinaron una serie de resultados, incluidos la diferencia de goles y el total de goles marcados, y concluyeron que sólo uno, el número de tarjetas amarillas sacadas a puerta cerrada, era estadísticamente significativo.

Descubrieron que la ausencia de una multitud reducía el número de tarjetas amarillas emitidas a un equipo visitante entre un tercio y casi la mitad de una tarjeta por partido.

Esto los condujo a la conclusión de que, sin un público local, la presión social sobre los árbitros para “castigar” más duramente al equipo visitante se redujo, lo que condujo a decisiones “más justas”.

Algunos han sugerido que los equipos pueden jugar de forma diferente a puerta cerrada y que la conducta de los jugadores, y no las decisiones de los árbitros, es responsable de la disminución de las tarjetas amarillas emitidas.

Pero el estudio sugiere que esto es poco probable ya que los marcadores finales de los partidos no fueron particularmente diferentes sin los aficionados.

“Nos lleva a la conclusión de que tal vez sea un efecto por árbitro”, dijo Reade.

Aunque la reducción de las tarjetas amarillas sacadas puede no afectar los resultados de los partidos individuales, todavía puede tener una relación con el lugar en el que un equipo termina al final de la temporada.

“Si se reciben cada vez más tarjetas amarillas por partido, es probable que se terminen con suspensiones y equipos más débiles, por lo que hay un efecto sobre esto, aunque las tarjetas amarillas no afecten al resultado el día del partido”, dijo Reade.

Los hallazgos tienen implicaciones potencialmente amplias no sólo para el fútbol, sino para muchos deportes.

Los economistas dijeron que quienes dirigen las empresas deportivas tienen la responsabilidad de asegurar que los aficionados, que pagan sumas considerables por boletos de temporada y suscripciones a la televisión, vean enfrentamientos de alta calidad que sean arbitrados en forma neutral.

En última instancia, sin embargo, tal vez la principal conclusión del estudio fue que los árbitros, que a menudo son objeto de burla, necesitan toda la ayuda posible.

“El estudio sugiere que no es que los árbitros sean terribles y que necesiten más entrenamiento, sino que necesitan tener más apoyo”, explicó Reade.

“Por mucho que nos disguste el VAR (Asistencia al Arbitro por Video) y la forma en que está teniendo un impacto en el juego, una cosa que hace es ralentizar las cosas y le da al árbitro más tiempo para tomar su decisión”.

Traducido por René Soto

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