La industria del pop engaña a los autores y desalienta la toma de riesgos como el que hizo a ABBA
'Vivimos en una era en la que la canción lo alimenta todo' ... Abba ganó el Festival de la Canción de Eurovisión en 1974. Fotografía: Rex / Shutterstock

En 1973, invitaron a ABBA a escribir una canción para inscribir a Suecia en el concurso de Eurovisión. Teníamos la canción perfecta: se llamaba Hasta mañana. Era una balada, era pegajosa, y sonaba como las canciones que funcionan bien en el concurso de canciones de Eurovisión. Pero no la inscribimos. Escogimos Waterloo, mejor, que no sonaba a nada parecido a lo que se escucha en Eurovisión. Esa era la idea. Pensé que íbamos a quedar en sexto o séptimo lugar, pero la gente que viera el programa, la gente fuera de Suecia, que no había escuchado a Abba, nos iba a recordar. Fue un riesgo enorme, calculado y el resultado fue mejor de lo que jamás esperamos.

Si yo fuera un joven escritor de canciones en la actualidad, no estoy seguro de que correría un riesgo así, porque el mundo de las canciones ha cambiado. Como resultado, encargué un reporte en colaboración con MIDiA Research para presentar un panorama con evidencias de cómo funciona un autor de canciones en el negocio musical de la actualidad, culturalmente, como creador y comercialmente. Me acababan de designar presidente de CISAC, una organización internacional sin fines de lucro que promueve los derechos y protege los intereses de creadores en todo el mundo. No quería señalar a nadie ni culpar a nadie. Quería hacer algo constructivo, que la industria de la música y sus fans pudieran leer y, en el mejor de los casos, suscribir.

Rebalancing the Song Economy muestra que vivimos en una era en donde las canciones mueven todo. Los álbumes solían ser el formato de consumo, ahora la moneda dominante en streaming son las canciones individuales. La información indica que cuando la gente utiliza una plataforma de streaming como Spotify, realizan más búsquedas de canciones que de artistas. Eso quiere decir que los que escriben canciones son más importantes ahora que nunca pero, si eres un escritor de canciones, el sistema es disfuncional.

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Las regalías por actuación en la TV y el radio van para abajo porque las audiencias están dejando la TV y la radio para buscar alternativas. La venta física de música e ingresos sincronizados, en donde artistas y autores reciben recompensas, siguen cayendo, lo que significa que habrá menos regalías mecánicas para los autores. No tienen ninguno de los otros recursos para hacer dinero que están disponibles para los artistas, no hay diversidad de ingresos: los autores no van de gira, no venden playeras ni mercancías. En resumen, todos sus ingresos provienen de la canción.

El streaming ha cambiado todo pero los autores son los últimos en la línea de las regalías del streaming: el sistema funciona en forma tal que por un millón de suscriptores, una marca independiente puede ganar más de 3 mil dólares mientras que un autor podría esperar recibir entre 1,200 y 1,400 dólares e, incluso así, sólo si son los únicos autores de la canción. Si eres coautor, el dinero se divide entre los autores. En promedio, los autores ganan entre una tercera parte o la mitad de lo que los artistas hacen. Si vivimos en una “economía de canciones”, es injusto: la distribución de regalías debería cambiar para reflejar eso.

Esto no se trata de volverse ricos. Se trata de que los nuevos autores puedan desarrollar su oficio y recibir una remuneración justa por su trabajo. Antes de ABBA, Benny Anderson y yo teníamos una especie de taller de creación de canciones, casi 10 años en Suecia, donde escribíamos, juntos o separados, y mejorando nuestro trabajo. No siempre puedes tener eso, o la libertad de creación que necesitas para mejorar, sin ingresos. Si no tienes lo suficiente para subsistir, tienes que aceptar otro trabajo, lo que significa que no puedes concentrarte en lo que quieres hacer.

Existen otros problemas que desbalancean la ecuación. El streaming ha dado lugar a un gran volumen de música y a un mayor movimiento. Ha acortado el rango de atención de los escuchas y dado origen a la creación de canciones como armas. Existen campamentos de autores, en donde los escritores y artistas trabajan todo un día y tienen que terminar una canción: dependen de un pequeño grupo de autores de élite, organizados en equipos, que tienen que salir con éxitos hechos con máquinas y “optimizados para el streaming”.

Es un proceso industrializado y crea un clima que desalienta cualquier tipo de riesgo o de creatividad, lo cual hace más difícil para el autor construir sobre cualquier éxito inicial.  Ciertamente, es un clima en el que Benny y yo no hubiéramos tenido oportunidad. Sólo escribíamos 13 o 14 canciones al año. Tirábamos a la basura sin piedad cualquier cosa que nos pareciera mediocre y trabajábamos y trabajábamos en las ideas que nos parecían buenas.

El streaming ha creado un sistema de dos niveles de música. Están las canciones de “respaldo”, que son tracks que se escuchan en el fondo de las playlists, musica funcional que nadie apenas nota: Están las canciones de “frente”, que son las canciones que uno busca activamente y da clics, canciones que uno quiere escuchar, el equivalente moderno de ir a una tienda de discos a comprar algo, en lugar de escucharlo en la radio sin ponerle atención. ¿No debería el sistema de regalías diferenciar estos dos tipos de canciones? Los autores deberían recibir más dinero en canciones de “frente” que en canciones de “respaldo”. Podría lograrse esto al medir si los usuarios hicieron una búsqueda, o siguieron un link o la agregaron a su colección.

Existen otras soluciones en potencia. Las disqueras podrían fomentar un modelo de “autor en residencia”, en el cual los artistas hacen mancuerna con autores en el proceso de desarrollo, como en una sociedad a largo plazo. De hecho, los autores deberían ser parte de la banda, y recibir un salario regular. Es una solución radical, y requeriría imaginación para emparejar personalidades, pero hay precedentes de esto, hay que pensar en Robbie Williams y en Guy Chambers a finales de los 90 y principios de los 2000, un artista y un escritor profesional de canciones trabajando juntos para crear una carrera, y el resultado podría ser música muy interesante.

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El reporte contiene otro aspecto muy interesante: se trata de cambiar la forma en que el dinero dentro del sistema se distribuye dentro de un modelo “centrado en los fans”. Para asegurar que todos los autores reciben una paga justa, sugiero que los servicios de streaming consideren el comportamiento de los escuchas para distribuir los pagos de regalías. La suscripción podría dividirse en el número de canciones que un sólo escucha toca en un mes. Eso nos da el valor de una canción. Si la suscripción es de 9.99 al mes y el escucha tocó 10 canciones de Arne Jansen Trio en un mes, cada canción vale casi un dólar, y ese es el valor que debería pagarse al trío. Bajo el sistema actual, en donde los artistas reciben la parte proporcional de todos los plays en toda la plataforma, puedes estar seguro de que las canciones de Arne tienen un valor de .00 algo de dólar. Un enfoque que tome en cuenta a los fans  para las regalías sería más justo y construiría sobre comienzos importantes como los de Deezer y Soundcloud.

Por el momento no estoy sugiriendo que tengamos que dar marcha atrás al tiempo, que es lo que se espera de una estrella del pop ya mayor. Lo que sucedió en la última década tiene el potencial de ser increíblemente positivo para los autores. Ya existe un movimiento en ambos lados del Atlántico que está cobrando fuerza durante la pandemia:  2021 promete ser el año de la canción.

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