El reggaetón no tiene la culpa de la violencia de género que empapa este ritmo latino El reggaetón no tiene la culpa de la violencia de género que empapa este ritmo latino
Foto de Maurício Mascaro en Pexels

¿El género de reggaetón impulsa la violencia de género? ¿Son machistas las personas que disfrutan de esta música? ¿O lo son quienes escriben, cantan y comercializan esas canciones? ¿Qué pasa con las mujeres que cantan reggaetón? ¿Ellas también son machistas por hablar de su sexualidad? Este género ha causado gran controversia por la carga social que incluye en sus letras. Sin embargo, entender su impacto implica ver mucho más a fondo para analizar de dónde viene y cómo se ha ido transformando.

Por un lado, tenemos a grupos como Trébol Canal cantando Agárrala cuyo coro dice: “Agárrala, pégala, azótala, pégala. Sácala a bailar que va a por toas. Pégala, azótala, agárrala que ella va a toas. Agárrala, pégala, azótala” .

Por el otro, podemos ver a cantantes como Karol G hablando de encontrar el “punto G” femenino: “Que me toque allá, que me toque ahí. Hasta que me encuentres, pero ahí, en el punto G”. O Becky G en Mayores: “A mí me gusta que me traten como dama aunque a veces se me olvide cuando estamos en la cama. A mí me gusta que me digan poesía al oído por la noche cuando hacemos groserías”.

¿Estas canciones están promoviendo la violencia? ¿Es culpa del reggaetón como género o se trata de un reflejo de la sociedad en la que estamos viviendo?

Canciones machistas en una sociedad machista

La cultura de hoy sí puede considerarse violenta y machista, y se refleja en distintos medios y canales, como lo es la música, hasta llegar al reggaetón, que hace uso de una simbología misógina como reflejo de su entorno.

Sin embargo, “el reggaetón, como tal el ritmo, no es el problema, porque el reggaetón no es machista, las personas que hacen reggaetón sí lo son, no todas, pero sí una gran mayoría”, según explica la activista Arussi Anda, portavoz del colectivo feminista Las Brujas del Mar.

El mismo panorama se puede ver en otros géneros musicales, como el rock, el pop e incluso en las baladas.

Hay un montón de géneros que sexualizan a la mujer y al hombre pero el punto de la discordia siempre es el reggaetón porque les gusta a las mujeres”, dice Tatiana Rico, cofundadora del colectivo Cruces x Rosas.

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Por su parte, la etnóloga Valeria Angola coincide en que el problema de la misoginia no recae únicamente en este género musical.

“Hay un problema de violencia hacia las mujeres que no nació con el reggaetón. El reggaetón fue fundado desde los 90’s, mediados de los 80,’s y digamos que el machismo es un problema mucho más antiguo que el origen del reggaetón”.

Además, la narrativa de los videos de reggaetón suele incluir siempre los mismos símbolos: mujeres guapas, de fiesta con sus amigas, con una estética específica. Los hombres, con un nivel socioeconómico alto, tatuados y de carácter fuerte.

¿Por qué se está contribuyendo a este imaginario colectivo de lo que debe ser una mujer y un hombre? Especialistas consultados por La-Lista coinciden en que se trata de un reflejo de la realidad en la que se impulsa un estereotipo de las mujeres y se acrecenta un sentido de masculinidad tóxica.

“El género no tiene la culpa y es algo que la música no va a tener la culpa. Es una manifestación cultural de toda la realidad que hay”, explica Ilse Castro, música y feminista.

En este sentido, Ana Georgina Aldaba Guzmán, socióloga por la UNAM, considera que “si adoptamos el reggaetón es porque forma parte de nuestra realidad. No podemos suprimir este género y decir ‘dejarlo de ponerlo en la radio va a dejar de prevalecer esta violencia o esta hipersexualización’. Hay muchos más factores para que estemos de esta manera”.

Ahora, ¿estas letras provocan que las personas sean más violentas?

“Nadie puede asegurar que las letras del reggaetón influyen a que las personas sean violentas, lúbricas o lo que quieran. ‘Ah mira, como ve tanto perreo, nada más piensa en hacer eso’; esto es absurdo. El mismo caso ocurre con los narcocorridos, que es una manifestación cultural que tiene una realidad muy importante: podemos quitar los narcocorridos y el narco seguirá ahí”, dice el escritor y crítico literario Juan Domingo Argüelles.

Hay que evitar la violencia contra las mujeres, el feminicidio, castigar esas formas y perseguir el narcotráfico, pero ¿qué tiene que hacer la moral dentro de las manifestaciones culturales? Yo si veo a los diputados, no me voy a hacer diputado”, añade.

Música hipersexualizada

Dentro de esta cultura actual, se encuentra una carga constante de hipersexualización de los contenidos que consumimos.

Es aquí en donde entra una vez más el papel de la mujer, que al ser hipersexualizada en la vida real, también lo es en la música del reggaetón.

“Toda la estructura del reggaetón, su simbología, su letra, no deja de observarnos a las mujeres como un objeto público al que se puede acceder, al que se le puede mirar, al que se le puede tocar, al que se le puede violar, explotar, desechar sexualmente, además de asesinar”, considera la Yndira Sandoval, fundadora del colectivo Nosotras Tenemos Otros Datos e integrante de Las Constituyentes Ciudad de México.

Últimamente encuentras que todas las letras vas enfocadas a la misma temática: sexo, fumemos esto o lo otro. Está en un punto en que no puede mantenerse así, porque después de un tiempo crea fatiga y tiene que ir variando; hay otros artistas que tampoco tocan esos temas y están en la fórmula urbana y hablan de amor o lo que sea, es una gran corriente pop que se está haciendo urbano por motivos económicos, seguramente”, señala el productor musical Rodney Clark ‘El Chombo’, quien afirma que la producción del reggaeton original ya prácticamente es inexistente y lo que se genera ahora es música urbana.

¿Y qué pasa con las mujeres que hacen reggaetón?

Una vocera del colectivo Mujeres de la Sal explicó a La-Lista: “Al final de cuentas puede ser una imagen o una letra que hable de encontrar el clítoris de la mujer, pero el cómo se está transmitiendo son mujeres que están hipersexualizadas en los videos, son mujeres que se siguen cosificando sus cuerpos al final de cuentas para el consumo masculino”.

También hay quienes piensan que la participación de las mujeres en el género no es solamente algo que no es nuevo, sino que es algo positivo y necesario.

“Siento que la liberación sexual y el que la mujer se pueda expresar como se le de la gana, está bien. Por mucho tiempo no lo hicimos y ahora nosotras podamos pensar, expresar y decir ‘este man me lo quiero tirar‘”, detalla Tatiana Rico del colectivo Cruces x Rosas..

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“Muchas de las primeras personas que empiezan a explorar con este dembow en español son mujeres (…) Ellas hablan de sus propias realidades y nunca se colocan como objetos de consumo sexual sino más bien como sujetas de su propio deseo y de su propia sexualidad. Hablan de sexo pero desde su poder, desde su subjetividad, desde su agencia como mujeres”, según Valeria Angola.

Racismo y clasismo en el reggaetón

La etnóloga explica que esta música está cargada de un estigma social fuerte, en el que el racismo principalmente es el primer componente.

“Hacia el reggaetón hay muchísimo racismo, porque considero que la música del reggaetón es un ritmo afrocaribeño, afrodescendiente”, asegura.

“Cuando yo llegué a México hace unos 10 años me preguntaba porqué la gente no escuchaba reggaetón y me decían ‘las fiestas de reggaetón se hacen en el estado de México, en Nezahualcóyotl’. El reggaetón es una música que se ha apropiado en los sectores populares de las grandes capitales como México, Bogotá o Medellín”.

Este mismo estigma social también se aplica a las personas y mujeres que disfrutan de este tipo de música.

A las mujeres que les gusta la banda se les entiende, pero con las mujeres que les gusta el reggaetón entonces sí es como ‘ay, ¿entonces por qué eres feminista?”, puntualiza Tatiana.

¿Cómo cambiar las cosas?

Se dice que el capitalismo es machista, entonces hay algo que sujeta a todas las industrias porque sujeta al modelo económico que convive con un sistema patriarcal. Está conectado, son aliados, entonces cuando se ha ganado tanto dinero haciendo esto es muy difícil que alguien diga ‘yo prefiero no ganar con tal de que mis nietas no sean abusadas’”, platica Camila Trombert, también cofundadora de Cruces x Rosas.

Sin embargo, la responsabilidad de cambiar las cosas, de acuerdo a Yndira Sandoval, “tiene que ser un asunto integral. Aquí hay una corresponsabilidad del Estado, del mercado, de los medios de comunicación, de la comunidad, de la familia”.

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Una de las opciones es apoyar a más mujeres que están incursionando en el género para que ellas puedan causar un cambio “desde adentro” y “darles ese poder para dar otro tipo de mensajes”.

Con información de Valeria Vázquez, Alfonso Morales y Arturo Ordaz.

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