FICG 2025: Juan Antonio Bayona, el hijo bastardo de Guadalajara que alguna vez fue ‘reportero’
Juan Antonio Bayona recibe el Mayahuel Internacional en el FICG 2025 y recuerda su vínculo con Guadalajara, el cine y Del Toro.

Juan Antonio Bayona recibe el Mayahuel Internacional durante el FICG 2025 en Guadalajara.
/Foto: Mariana López/La-Lista
A Juan Antonio Bayona no le gusta mirar atrás. O al menos eso dice, aunque cuando lo hace —como ahora, homenajeado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara— lo hace con una emoción que se cuela en la voz y una memoria que vibra con nostalgia. “Si no hacía cine, me moría”, recuerda que decía su madre cuando él, sin plan B, decidió que quería ser director. Desde entonces, no ha dejado de creer ni de arriesgar.
Y sí, ha filmado en Hollywood, en España, en Sudamérica. Ha dirigido desastres naturales, monstruos imaginarios y dramas humanos profundamente reales. Pero hay algo en Guadalajara que lo toca de una forma distinta. Quizá sea el cielo limpio sobre las casitas bajas que vio por primera vez en 1999. O tal vez sea la figura de Guillermo del Toro, a quien conoció cuando se hacía pasar por reportero para colarse en festivales. Porque, aunque nació en Barcelona, Bayona no duda en decirlo: “Soy un hijo bastardo de Guadalajara”.
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Juan Antonio Bayona es homenajeado en el FICG 2025 con el Mayahuel Internacional
Este año, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara reconoció la trayectoria del director de La sociedad de la nieve con el Mayahuel Internacional, un homenaje que Bayona recibió con sorpresa y gratitud. “No estoy muy acostumbrado a mirar atrás, pero esta vez lo hice, y me llevó directo al 99, cuando vine con mi primer corto. Mis vacaciones, recién salido de la escuela de cine en Cataluña”, cuenta en entrevista con La-Lista.
En ese entonces, Guadalajara le pareció un lugar de ensueño: una ciudad cálida, de cielo amplio y gente aún más acogedora. Fue su primera vez fuera de España con una película bajo el brazo, la primera vez que se sintió cineasta frente al mundo. Hoy, después de haber dirigido éxitos como El orfanato, Lo imposible y La sociedad de la nieve, Bayona reconoce que esa primera visita marcó una ruta, un lazo emocional que nunca se ha roto.
“Me emociona especialmente que este festival esté organizado por una universidad pública, porque creo profundamente en la cultura como herramienta contra la intransigencia. Para mí, el cine es eso: una vía para entender al otro, para generar empatía”.
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Bayona, el hijo bastardo de Guadalajara
“Soy un hijo bastardo de Guadalajara”, dijo Bayona durante la inauguración del FICG 2025. Y lo repitió con una sonrisa cómplice cuando hablamos con él. No es una frase gratuita: se siente parte de esta ciudad, aunque no haya nacido en ella. El vínculo es afectivo, artístico y personal.
Antes de que Guillermo del Toro se volviera su mentor y cómplice, Bayona ya lo admiraba. “Creo que cuando vine en el 99 ya lo había entrevistado, haciéndome pasar por periodista. Nos conocíamos, pero aún no éramos amigos”. La amistad florecería después, cuando Del Toro se instaló en España y terminó por tenderle la mano para impulsar El orfanato. “Guillermo se ofreció a ayudarme. Y sin su apoyo, esa película no habría existido”.
Hoy, Bayona habla de Del Toro con cariño y desparpajo: “el gordo cabrón”, dice, como quien menciona a un hermano. La Guadalajara de Del Toro —la del cine, la de la formación pública, la del afecto profundo— es también la suya.
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Un reportero con suerte no es reportero: la etapa de Bayona como prensa
Antes de que le dieran premios y lo invitaran a alfombras rojas, Bayona tenía que abrirse paso con algo de astucia. “Me hacía pasar por periodista para entrar a los festivales, para conseguir entrevistas con directores. Así conocí a muchos de los que luego fueron mis maestros”, confiesa entre risas.
No tenía una credencial oficial, pero sí una curiosidad feroz. Su método era claro: observar, aprender, absorber lo que pudiera del oficio que ya sabía era suyo. “Nunca me planteé otra cosa. No tengo el recuerdo de haber decidido ser cineasta. Simplemente lo supe desde siempre. El cine me ayudó a expresarme, a entender el mundo. Me salvó”.
Ese falso reportero que tomaba notas para aprender hoy produce películas de otros cineastas —como Vieja loca o Un fantasma en la batalla— y sigue experimentando con géneros, formatos y estilos. “Adoro el cine. La televisión tiene buenas historias, pero no tiene lenguaje cinematográfico. Por eso, incluso cuando hice series como Penny Dreadful o Los anillos de poder, insistí en escenas sin diálogos, donde todo se contara con imágenes”.
Y como buen cinéfilo, no cierra la puerta a nada: musical, animación, documental... mientras haya una historia que le resuene, Bayona está dispuesto a entrarle. Porque, como dice, el cine es su patria, su lenguaje, su vida.