‘Soy un cazador de historias’: Antonio Rosique
Antonio Rosique es actualmente conductor del Exatlon para TV Azteca. Foto: Twitter Antonio Rosique

El 28 de febrero de 1996, José Ramón Fernández le abrió las puertas de TV Azteca a un joven sin experiencia de nombre Antonio Rosique. Sin decir más, el veterano periodista lo llevó hasta David Faitelson, a quien le dijo: ‘ponlo a reportear futbol’. Para Toño, vino la ‘descarga de adrenalina’, la que inició su vida en el mundo del periodismo deportivo.

Rosique recuerda que, una vez que entró a trabajar con el equipo del mítico comentarista, pasaba de lunes a domingo en la redacción, porque quería aprender de Pepe Espinosa, Enrique Garay, David Medrano, Emilio Fernando Alonso y José Luis Lamadrid. Su primera nota -revela- salió el mismo día en que la fue a buscar y reconoció que había llegado a “la magia de Disneylandia de donde nadie me sacaría”. Y sí, nadie le quitó su lugar.

Toño creció profesionalmente en muy poco tiempo. La madurez le llegó por la exigencia de tener que estar a la altura de una generación de periodistas que marcó una época en la televisión mexicana. Fue a la Copa del Mundo, a los Juegos Olímpicos donde narró, entre lágrimas, la medalla de oro de Guillermo Pérez en Beijing 2008. La conclusión a la que llega, después de tantas emociones en su trayectoria es certera:

“El periodismo ha sido una aventura fascinante”, asegura.

En entrevista con La-Lista, el hoy conductor de Exatlón, uno de los programas más exitosos de la televisión nacional, reflexiona sobre los 25 años que cumplió como periodista deportivo.

La-Lista: Llegas a los 25 años de carrera, ¿cuál es el balance de tu trayectoria en el mundo del periodismo deportivo?

Antonio Rosique: Estoy cumpliendo 25 años como periodista deportivo en TV Azteca, la cual ha sido mi casa. Ha sido un viaje fascinante. El periodismo es un oficio maravilloso, he tratado de encontrar metáforas al respecto y lo visualizo como si hace 25 años me hubieran abierto la puerta a un laberinto. En él, yo avancé, te vas encontrando cosas que no te esperas: desde monstruos maravillosos, sirenas, estatuas. Me ha llevado por lugares que no me imaginaba, algunos los busqué como era ir a los Juegos Olímpicos, a Mundiales de futbol. También me ha llevado a cubrir eventos que no estaban en mi radar.

Ahora como conductor de un reality show, relacionado con el deporte y que ha tenido tan gran aceptación, sigo adentro del laberinto y no sé a dónde me va a terminar llevando. El periodismo es algo fascinante por eso, me ha llevado por el mundo, me permitió ser corresponsal en Europa, vivir 2 años allá. Te lleva a conocer gente extraordinaria, otras culturas. El periodismo ha sido una gran aventura.

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El periodismo se suele traer en la sangre, pero ¿en qué momento te diste cuenta de que quería ser periodista deportivo?

Desde muy niño (quería serlo), aunque no sabes realmente qué nombre tiene eso que te gusta. Desde los 6 o 7 años, sentía una fascinación por la crónica deportiva, por esas voces que escuchaba por la televisión y la radio y me contaban grandes hazañas. Cuando las escuchaba se volvían compañeros de tarde. Escuchaba los juegos de los Dodgers con Fernando Valenzuela y se transmitían en vivo en la radio.

Entonces, el escuchar las mismas voces durante tantos años, me capturaron y hechizaron. De ahí, pasé a la crónica y luegoal artículo. Fue como ser cercado por el maravilloso mundo del periodismo. Me fue hechizando el mundo de la comunicación y me di cuenta de que me encantaba contar historias, sentía fascinación por las grandes historias y no solamente por las deportivas, sino de la literatura: los relatos de piratas de Emilio Salgari, Los 3 Mosqueteros de Alejandro Dumas. Fui hechizado por las grandes historias y no me quedó más remedio que cazarlas que es lo que hago hoy.

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¿Con cuáles historias de las que has cazado te quedas?

Hay historias que persigues durante muchas semanas y unas que la verdad es que te caen en las manos. Tuve buenos momentos cuando fui corresponsal en Europa, que fue cuando ejercí el periodismo a mayor profundidad. El andar persiguiendo a los jugadores mexicanos que jugaban en Europa fue muy emocionante. El saber que Rafa Márquez ganó la primera Champions League y que su primera entrevista iba a ser para mí fue notable. Lo perseguí durante 6 meses y se dio con el desenlace que yo quería que fue en el momento en que salió campeón en París.

También seguí a Jared Borgetti durante todo el año que estuvo en Bolton como el primer mexicano en la Liga Premier. Hay otro tipo de historias como ir a entrevistar a Michael Phelps a la alberca donde comenzó de niño, previo a los Juegos Olímpicos donde ganaría su primera medalla. Cuando llegas a puntos donde puede ser el génesis de una gran hazaña, son como hallazgos arqueológicos.

Llegaste a una empresa con monstruos del periodismo deportivo como José Ramón Fernández, David Faitelson, Pepe Espinosa… ¿cómo comenzó tu carrera con ellos y cómo les competiste?

Que José Ramón Fernández me abriera la puerta un 28 de febrero de 1996 y dejara pasar a un joven de 20 con experiencia mínima en el periodismo, era como entrar a Disneylandia. José Ramón le dice a David Faitelson escuetamente: ponlo a reportear futbol. Ni siquiera le dijo cómo me llamaba ni de dónde venía. Ese mismo día a las 8 de la noche estaba pasando mi primera nota con mi voz en la televisión. Para mí, fue ‘wow’. También redacté una nota, la fui a grabar y estaba saliendo mi voz en la tele más tarde. Fue cuando dije: ‘de aquí no me sacan’.

Yo era feliz estando de lunes a domingo porque era la única manera de aprender. Volteabas y estaba Enrique Garay, Pepe Espinosa, David Faitelson y esa misma noche hacen En Caliente y va a venir José Sulaimán, Julio César Chávez. Pasan un montón de cosas y a los 2 meses me piden ir a Los Ángeles a entrevistar a Jorge Campos. Es como si entras a un parque de diversión donde hay magia y sentías la efervescencia desde las 8:30 de la noche porque se preparaba el noticiario.

TV Azteca no sólo era Disneylandia, sino que también pudo ser una jungla. ¿Cómo sobreviviste?

También tiene su casa de los monstruos, su montaña rusa donde te bajas y sientes náuseas. Te obliga a que madures de forma acelerada, tenía 20 años. En esos primeros 2 o 3 años pasé de verme como un chico de 20 años a uno de 27, porque así es el ser humano: se mimetiza. Empiezas a adaptarte y trabajaba con Leopoldo de la Rosa, José Luis Adame, que me sacan 12, 13, 15 años de experiencia. Me compré un portafolio para no desentonar tanto. Hay momentos en que hay un compañero que piensa que le vas a quitar el lugar. En las primeras transmisiones hay alguien que te quiere evidenciar.

David Medrano, Emilio Fernando Alonso, Fernando Alonso, el ingeniero José Luis Lamadrid si te equivocabas, te corregían, pero fuera del aire. Entendían que eras un novato y cuando se te escapa una nota, cuando no traes la entrevista o no detectas la noticia te lo mereces (el regaño). En el periodismo se quedan los que aguantan y tienen ganas de aprender y pasión.

En todas las carreras, hay parteaguas: ¿cuáles fueron los tuyos?

Hay varios, depende de cómo se les quiera ver. Te van poniendo a prueba: te mandan a cubrir a la Selección, si la libras, repites; si no, regresas a cubrir al Atlante. Tenía 22 años, me tocó ir a Bolivia a cubrir selección, sin derechos de transmisión que era más difícil. No teníamos ningún tipo de facilidad y aprendes a sobrevivir.

De ahí, a dar el ancho en unos Juegos Olímpicos, que son más complicados que un Mundial. Mi gran parteaguas fue el narrar una medalla de oro para México que fue la de Guillermo Pérez en Beijing 2008 en Taekwondo. Todo mundo escuchó mi narración, se volvió viral sin planearlo.

¿Es necesario que el periodista se convierta en un personaje para sobresalir?

Hay que ser buen periodista, punto. Si eres buen periodista terminas siendo muy interesante. Valoro a los clásicos. Ves a los grandes periodistas de la historia y ¿quién no era un personaje? Tenían una personalidad tremenda, una cultura fabulosa. Conocí a Fernando Marcos, un tipo de una cultura superlativa, José Ramón es un personaje en sí mismo, Pepe Espinosa, también. Aquél que ejerce el periodismo hasta sus últimas consecuencias es un personaje, porque el oficio te moldea.

Hoy en día, la gente está más preocupada por inventarse un personaje, con seudoindetidad que por crear un buen contenido. Ahora dicen que el personaje es el mensaje. Tenemos una proliferación de personajes bastante vacíos con poco fondo.

¿Cómo evalúas la evolución del periodismo deportivo desde que comenzaste a esta época?

Es una época de distorsión en cuanto al periodismo. La palabra periodista la uso con mucho cuidado, hay quienes somos reporteros e intentamos hacer periodismo. José Ramón es un periodista con mayúsculas, lo vetaron de dos Copas del Mundo, fue capaz de desentrañar un acto de corrupción que derivó que México no fuera a Italia 90.

Hay una confusión, no se trata de quedarnos en el pasado, pero creo que a nivel de deportes se están dejando de hacer cosas importantes: en el momento en que ya no contamos buenas historias, estamos en problemas.

El periodismo deportivo se queda en la mesa de discusión reventadora, en el blanco y negro, en el VAR, el arbitraje. No creo que esto le hace un bien al deporte, sino que se cuenten las historias de quienes ejecutan en el campo. Nos faltan artículos de fondo, de largo aliento.

¿Cómo llegas a tus 25 años de carrera?

Llego muy contento, porque el Exatlón ha sido una gran vitrina, una gran oportunidad. Conectar 29 semanas en primetime entrar a las casa de las familias mexicanas es algo bien bonito. Es una gran oportunidad y responsabilidad saber cómo vas a contar la historia, el ángulo que le vas a dar. Tener esa lupa es bien padre. Llego muy contento y pleno. Aguantar tanto tiempo, hay que celebrarlo, estoy satisfecho de lo que me ha tocado vivir.

¿Cómo descubriste el poder de tu voz?

Me di cuenta como al séptimo u octavo año de carrera. No es fácil, tienes que grabar muchas notas antes para que un buen día descubras que eso funciona. Luego de escribir notas con emotividad encontré que podía hablarle a la gente de cierta manera. Son muchas notas las que hay que grabar y muchas horas de radio las que escuché. Soy un fanático de la radio y desarrollé un oído que me permite saber qué funciona.

Te das cuenta en el efecto que tienen tus notas y, con el tiempo, te pones más exigente con uno mismo.

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