La animación necesita nuevos realizadores: Juan Medina, animador de El Taller del Chucho

Aunque existe un gran interés en el campo de la animación entre los jóvenes, hace falta darles un empujón en el tema de la creación de contenido original. Eso es lo que piensa el animador Juan Medina quien, junto a otros seis importantes artistas mexicanos, fue seleccionado por Guillermo del Toro para formar El Taller del Chucho.

Este centro de animación, ubicado en Zapopan, Jalisco, es un importante polo para quienes quieren dedicarse a esta especialidad del Séptimo Arte, ya sea como integrantes de grandes estudios o, como desean sus integrantes, como realizadores con nuevas propuestas.

“Sí hay una gran cantidad de jóvenes interesados, hay una gran masa crítica porque hay universidades que ofrecen la carrera de animación, arte digital y sus derivados, pero creo que la aspiración de estos nuevos chavos es ‘yo quiero trabajar en Pixar, irme a Canadá, quiero trabajar con tal director’, es decir, no hay una necesidad de decir ‘yo quiero empezar a trabajar mis cortometrajes, empezar a explorar tal situación narrativa.

“Los jóvenes están pensando más en función a ser excelentes técnicos que ser realizadores como tal, entonces por allí es por donde tenemos que apretar un poquito más, porque sí es necesaria la mano de obra calificada, pero también necesitamos llenar el otro hueco”, señala Medina.

Para Angélica Lares, directora ejecutiva de El Taller del Chucho, la muestra del gran interés que existe entre los jóvenes por incursionar en la animación se puede distinguir en los festivales y eventos dedicados a esta especialidad.

“Yo creo que sí hay jóvenes aventurados que quieren entrarle a todo este tema de la animación, lo veo más y más en foros especializados en animación. Por ejemplo, tuve la oportunidad de asistir a Annecy y allí ves que la mayor parte del público es joven, estudiantes que están muy entusiasmados con el tema de la animación.

“Creo que aquí en Guadalajara se está dando ese tema, un poco con los cursos y talleres que estamos dando aquí, podemos identificar que viene una generación pujante, que quiere acompañar todo este proceso de los nuevos animadores y las nuevas voces”, añade.

Para ambos expertos del Taller del Chucho, la animación mexicana vive una época saludable, al menos en lo que se refiere al cortometraje. Existen apoyos gubernamentales y otras formas de capitalización que permiten consolidar los proyectos para llevarlos a la pantalla grande o las plataformas.

“Imcine sigue apostándole, aunque cada vez con presupuestos más golpeados por decisiones que vienen de allá arriba. Se cree en la animación como una fuente importante para generar trabajos, para atraer inversión.

“Obviamente son apoyos muy limitados por los cuales competimos prácticamente todos los que tenemos experiencia y los que no la tienen, siempre estamos buscando los mismos fondos y entonces es parte de nuestra tarea ampliar los horizontes y buscar otro tipo de modelo de financiamiento que tenga que ver con la iniciativa privada, fondos del exterior o quizá alguna coproducción”, puntualiza Medina.

Sin embargo, debido a las características propias del largometraje de animación y los altos presupuestos que necesita una producción de ese tipo, el panorama en este ramo es muy diferente.

“Consolidar un presupuesto para un largometraje, ya sea 2D o 3D, y no se diga stop motion, se complica muchísimo más, estamos apenas arrancando los primeros intentos. 

“A nivel industria te puedo decir que la animación funciona, hay estudios pequeños y medianos que generan trabajos para compañías como Disney, Nickelodeon, HBO, etcétera, pero es solamente a nivel servicios, lo cual está bien para generar empleos, pero si hablamos de propiedad intelectual, es el cortometraje el que está empujando muchísimo”, añade.

Creado poco después del triunfo de Guillermo del Toro en los Oscar con su largometraje La forma del agua, el nuevo gran proyecto en el que colabora el Taller del Chucho es precisamente la versión que el cineasta tapatío está realizando sobre Pinocho.

“Guillermo del Toro venía de ganar sus Oscares por La forma del agua, viene a Guadalajara porque es la ciudad que ama, donde vive su familia y donde están sus amigos, uno de ellos es el licenciado Raúl Padilla que forma parte del patronato del FICG y estuvieron platicando qué hacer y para Guillermo era muy clara la respuesta. 

“La Universidad de Guadalajara debería apostarle a la animación stop motion por la tradición que tiene, por la importancia de sus realizadores y fue allí dónde empezaron a platicar qué podemos hacer para que esto realmente detone y que sea un centro de creación importante no solo para los cuarentones cincuentones que ya llevamos más de 20 años haciendo animación stop motion sino para las futuras generaciones”, rememora Medina. 

Así, Del Toro eligió a siete personas con amplia trayectoria en la animación para iniciar su proyecto. Rita Basulto, Sofía Carrillo, Karla Castañeda, René Castillo, León Fernández, Luis Téllez y Juan Medina fueron los elegidos como pioneros de este centro que, de acuerdo con el animador, busca ser “un centro de animación internacional que sí sea competitivo, que sí forme gente y sí desarrolle propiedad”.