Tenía muchas ganas de volver a ver la vida: Tatiana Huezo
Tatiana Huezo. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Desde las ovaciones cerradas en las secciones alternas del Festival de Cannes hasta sus 19 nominaciones al premio Ariel de la Academia Mexicana de las Artes y Ciencias Cinematográficas, Noche de fuego se ha impuesto como el debut soñado de la cineasta Tatiana Huezo en el terreno de la ficción.

Inspirada en la novela Prayers from the stolen, escrita por la norteamericana Jennifer Clement, la película dirigida por Huezo, cineasta nacida en El Salvador pero avecindada desde la infancia en México, revela una historia común en las localidades serranas asediadas por el narco, donde los “levantones” de mujeres son algo frecuente.

Fogueada en el documental, para Tatiana Huezo lo importante es conmover mediante la forma en que se cuentan las historias, cuyo objetivo es provocar una reflexión en sus espectadores.

“Realmente para mí no hay una fórmula para hacer una película: para mí solo es contar la historia desde un lugar en el que te mueva las entrañas, es abordar la historia desde un lugar honesto.

“Se trata de intentar tener ojos de niño y estómago y cabeza para sorprenderte para poder mirar las cosas que estás tratando atrapar de la vida en la película y sentirlas. Hay que tener una frescura en la mirada, hay que tener los ojos y los oídos bien abiertos cuando estás filmando, cuando estás viendo lo que pasa frente a la cámara, para poder atrapar las cosas importantes”, señala Huezo en entrevista exclusiva.

Precisamente el viaje de la protagonista de Noche de fuego es una muestra de ello. Las acciones, bien documentadas en el libro de Clement, se trasladan a la pantalla de una forma orgánica, expresándose con dramática naturalidad aunque, de acuerdo con Huezo, es solo uno de los retos a los que se enfrenta al elegir una historia para narrar.

“Te enfrentas a retos que van desde poder trasladar al papel una historia que tenga alma, que tenga personajes interesantes con los que puedas caminar; te enfrentas a la conformación de un equipo, de encontrar a los colegas adecuados que van a caminar junto a ti, que van a aportar al proyecto todo su arte”, detalla.

Para Huezo, la dirección de actores, algo que no sucede en el campo del documental, y el ritmo vertiginoso al que avanza la producción, en este caso financiada por Netflix, fueron pruebas adicionales que le aportaron nuevos conocimientos.

“La dirección de actores es algo nuevo para mí. Fueron nueve semanas de rodaje y te enfrentas a tu propio agotamiento, a tus dudas, a tus miedos; luego, en la sala de montaje, a tener que aceptar las cosas que no lograste filmar correctamente, a desechar escenas y aprovechar otras”, explica Huezo.

Tras su experiencia en la ficción, un área que la sedujo en sus propias palabras, Tatiana Huezo prepara El Eco, una nueva pieza en la que retoma su carrera como cineasta documental.

“Tenía muchas ganas de volver a tocar la vida, de volver a ver a los ojos a la gente, sin tanta prisa, sin este aparato enorme, sin esta presión que a veces te somete.

“Estoy acabando una película ahora mismo, de hecho vengo de la sala de montaje, es un documental, se llama  El Eco. Habla de cosas muy pequeñas pero que son enormes para mi punto de vista”, concluye.

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