El futuro será creado por quienes luchan por la libertad: Tawakkol Karman
Tawakkol Karman, premio Nobel de la paz, anima a elegir herramientas pacíficas para combatir la corrupción y el totalitarismo. Foto: Twitter / Hay Festival

Considerada la “madre de la revolución yemení”, la periodista Tawakkol Karman, premio Nobel de la Paz en 2011, parece una mujer callada y tranquila. Es cuando comienza a hablar que sus ojos se encienden y, de forma apasionada, defiende los conceptos que han regido su vida: la no violencia, la libertad de expresión, la justicia.

“Algunas veces la gente piensa que el premio Nobel reconoce a la gente que se comporta de cierta manera, casi como un santo, y no es así. Yo salí de una tienda, cuando me galardonaron, yo estaba en una tienda, y cuando el comité Nobel anunció que me concedía el premio, salí a celebrarlo con la gente de Yemen, con los defensores de derechos humanos de todo el mundo. 

“Recuerdo que había gente joven bailando fuera de mi tienda, cantando ‘dios mío, ganamos el premio Nobel’, así que no solo fue un premio para mí, sino para las mujeres, los hombres y todos los que luchamos contra los dictadores. Aún ahora hay quien me dice que debo ser más ‘pacífica’ y callada, ¡pero yo no soy así! Yo soy esa persona a la que los dictadores ven como enemiga porque ellos son enemigos de la paz y de la libertad”, detalló.

Aunque Yemen sigue padeciendo enfrentamientos constantes, tanto internos como con otras naciones, como Arabia Saudita, Irán o Emiratos Árabes, a 11 años del triunfo de la revolución en su país, la periodista ve el futuro con optimismo. Las nuevas generaciones, dijo, son más sensibles a la defensa de la libertad y los derechos humanos y a la lucha en contra de la corrupción.

“El futuro será creado por quienes luchan por la libertad, la justicia y la igualdad y creo que este mundo será dominado por la gente joven, quienes odian la discriminación, la tiranía, la corrupción, creo en ese futuro por lo que he visto alrededor del mundo. 

“Los jóvenes usan las redes sociales para comunicarse y conocer los problemas de los demás y se reúnen para rechazar cosas como la discriminación. Y esto sucede porque la gente como nosotros, de generaciones anteriores, preparamos el espacio para ellos, nos sacrificamos por las generaciones venideras, para que ellos pudieran vivir en igualdad y libertad”, argumentó. 

La elección de la paz, incluso, podría considerarse un asunto estratégico, sostiene Karman, debido a que los logros obtenidos mediante ella tienen un costo de vidas bajo y pueden perdurar más en el tiempo.

“Con las armas llegas a tus objetivos con un costo alto, mientras que con la no violencia, los obtienes a un bajo costo. Nosotros logramos convencer incluso a las tribus que habían peleado por décadas para que nos acompañaran a una revolución pacífica; luego de eso pudieron reunirse bajo la misma tienda. 

“Si quieres luchar por cualquier cosa en tu vida, por favor, comprométete con los métodos no violentos. La no violencia es el mejor camino para alcanzar tus metas”, detalló.

Contra la corrupción con la ley en la mano

La historia de Karman es, por sí misma, apasionante. Hija de un antiguo ministro de justicia, toda su vida ha estado ligada a la defensa de los derechos humanos, primordialmente de la libertad de expresión, herramienta que empleó para liderar una rebelión que buscaba impedir que Ali Abdullah Saleh, quien gobernaba Yemen desde 1990, se reeligiera.

“Cuando era pequeña, siempre le preguntaba a mi papá: ¿por qué Yemen es pobre y por qué hay tanta violencia, por qué la política, la economía, la sociedad está tan mal? Y la primera respuesta que tuve de mi padre fue que no teníamos la solución, así que si queríamos resolver el problema, teníamos que prepararnos para ser la solución. 

“Le pregunté a mi padre qué podría hacer y él me dijo que no buscara la solución en los demás, sino que creara la solución para los demás; así decidí ser parte del remedio y buscar las soluciones, y la única respuesta razonable que encontré fue la de derrocar al dictador, porque él era la fuente de todas las crisis en mi país”, señaló Karman.

Las enseñanzas de su padre, de respeto a la ley y a los derechos garantizados por ella, llevó a la joven periodista a las calles. A emplear dos libertades fundamentales, la de expresión y la de reunión, para lograr un cambio profundo en su país, siempre empleando métodos no violentos.

“Como ciudadana yemení tenía el derecho de hablar y el de reunirme con más personas, por la libertad de asociación, crear organizaciones, partidos… Esos dos derechos estaban escritos en la constitución, pero el gobierno no los permitía. Así que comencé a escribir mis artículos en contra del dictador y su corrupción basada en mis derechos constitucionales y empecé a hablar de la violencia, las guerras y el apoyo al terrorismo que había en Yemen”, rememoró.

Encarcelada varias veces durante un periodo especialmente difícil para el ejercicio del periodismo, Karman no cejó en su esfuerzo por conseguir la libertad para su pueblo, considerado el más pobre en el mundo árabe.

“Cuando decidimos hacer la revolución y llevar nuestras demandas a la gente, los estudiantes nos siguieron y eso hizo tanto mi voz como mi lucha mucho más grande. Tenía miedo en ese entonces, porque estaba amenazada por varios gobiernos y dictadores, pero me sentía protegida por la gente y sus creencias y porque yo misma sentía que estaba en el lado correcto de la historia. 

“Cuando vi a millones de personas salir a las calles, cantando las mismas canciones, manifestándose en contra del dictador, no solo fue un sentimiento de victoria el que tuve, sino que eso rompió todos los miedos que tenía”, recordó.

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