Tras la pandemia, Natalia Lafourcade explora otros géneros en nuevo disco
Natalia Lafourcade presenta 'De todas las flores', su nuevo disco. Foto: EFE/Mario Guzmán

Natalia Lafourcade ha querido visitar sus jardines propios en su nuevo disco, De todas las flores, una colección de doce canciones inéditas en las que explora géneros como el jazz o la música clásica y que nacieron de la búsqueda del equilibrio.

La cantante mexicana lanzó el trabajo, tras estrenarlo en directo la noche del jueves en el Carnegie Hall de Nueva York, donde estuvo acompañada por Omara Portuondo, Jorge Drexler y David Byrne para su retorno a los escenarios después de cuatro años de ausencia.

“Fue como un ‘shot’ de adrenalina, hermoso”, rememora la artista con más Latin Grammys durante una entrevista en la sede de Sony en la que explica la etapa de introspección de la que nació este álbum, forzada en parte por el parón de la pandemia.

“Primero era un compromiso conmigo misma, de poder volver a mi vida personal, a mi mundo interior. Era la necesidad que yo tenía de revisitar mis jardines propios. Me gusta mucho la idea de que hay un lugar interior al que nadie más que nosotros podemos ir”, comenta.

“Yo venía de muchos años de estar con todo para fuera y sentía que tenía que encontrar un equilibrio en mi vida”, agrega Lafourcade, que no había parado desde que lanzó en 2015 su último álbum original, Hasta la raíz, sacando cuatro discos de folclore latinoamericano.

En ese momento de pausa, retirada en sus jardines, la pandemia arrasó cualquier pretexto para resistirse a estar en su casa, una revolución silenciosa que le costó superar varios meses, asegura Lafourcade, pese a que todo estaba muy bien y vivía cerca de la naturaleza.

“Era un lugar lleno de paz, pero dentro de mí había mucho ruido”, explica la también compositora, que describe su encuentro con la calma en el tema El lugar correcto así: “Perdona, que me tuve que ausentar por un momento, tenía una cita que atender conmigo misma”.

De todas las flores, señala, refleja su mundo tal cual con la música que le gusta escuchar, lo que ha supuesto coquetear con géneros como la cumbia, el jarocho, el bolero, pero también otra parte que no había explorado musicalmente, como el jazz o la música clásica.

Lafourcade, que dice haber vuelto a nacer en su música y también en persona, trabajó el disco con su amigo el artista Adán Jodorowsky de manera analógica, grabando en cinta sin metrónomo y en muchas cosas que no había probado, de las que surge por ejemplo un podcast.

“Sabía que me iba a empujar en otra dirección y era importante para mí para poderme reinventar, porque hacer lo mismo, que está bien, es muy bonito, pero en esta ocasión necesitaba comprobarme que podía volver a construir un mundo de música”, sostiene.

Creyente en la fuerza del universo y del destino, la cantante dijo haberse inspirado en el desamor para este trabajo pero asegura sentirse feliz y agradecida con la vida, bromeando hasta con las experiencias duras.

“He logrado una relación íntima y personal con la música”, comenta Lafourcade, que admite que desahogarse en sus letras como si fueran un diario le generó dudas, pero su colaborador, el cantautor David Aguilar, le dio valor porque expresa lo que nos pasa a todos.

“He entendido que las canciones de este disco han sido maestras de sanación para mí”, apostilla la artista, que incluso basa una canción en un poema de la chamana María Sabina, que reivindica el poder de la intuición para saber por dónde ir, cuidarse y amarse.

Toda esa filosofía, dice, le ha llevado a dejar que las cosas se revelen en lugar de controlar, por lo que adelanta que va a preparar una gira con tranquilidad, para la que todavía no tiene fecha.

“Me muero por volver al escenario, pero ahí vamos”, concluye.

Con información de EFE

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