Las mujeres policía también son víctimas de violencia de género con y sin uniforme

Las mujeres policía se enfrentan a un monstruo de dos cabezas en su vida diaria: la violencia de género que sufren como civiles y la que proviene de sus compañeros de trabajo, así como de los ciudadanos que cuidan y las manifestaciones sociales. 

En el caso de las marchas feministas en la Ciudad de México hay un fenómeno de “víctimas contra víctimas”, ya que el grupo policial femenino es el encargado de contener las protestas para exigir la erradicación de las agresiones contra mujeres, subrayó Pilar Deziga, investigadora de Causa en Común. 

En entrevista para La-Lista recordó que en la manifestación de septiembre del año pasado en la CDMX resultaron 43 mujeres policías y 13 civiles dañadas tras el encapsulamiento de varias horas por la violencia que se desató. 

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En ese sentido, apuntó que se pierde la comunicación y la empatía entre las involucradas en un contexto donde todas tienen que enfrentar una violencia generalizada y normalizada en todo el país.  

La violencia al interior de las corporaciones

Según cifras de Causa en Común sobre mujeres policía que consultaron a nivel nacional, el 35% refirió que fueron objeto de piropos ofensivos; el 17% recibió mensajes, fotos o comentarios con insinuaciones y/o insultos; mientras que el 14% conoce a compañeras que recibieron solicitudes o insinuaciones sexuales. 

La investigadora resaltó que muchas de las víctimas no se atreven a alzar la voz por el grado de impunidad que hay, puesto que el 17% de ellas denunció a sus agresores, y de esta cifra, la mitad recibió una sanción. 

Valeria labora como policía en en el Estado de México, y a pesar de que disfruta de su trabajo, se ha enfrentado a varios actos de discriminación desde su proceso de ingreso hasta en su labor diaria como servidora pública. 

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Relató a este sitio web que compañeros de la institución le han hecho propuestas incómodas: 

“Me han dicho `compañera dame tu numero, vamos acá a un lugar a pasarla´, y pues para mí es estarse pasando, ese tipo de comentario como que no van, que te quieran abrazar, invadir tu lugar”, apuntó. 

Agregó que también es complicado ascender como mujer policía, ya que algunas veces los mandos piden “favores sexuales” o mantener relaciones íntimas a cambio de una recompensa laboral. 

Discriminación laboral 

La investigadora de Causa en Común acotó que son pocas las oportunidades que tienen las instituciones policiacas para las elementos que son jefas de familia, además que hay discriminación hacia las mujeres para otorgarles puestos operativos, puesto que hay el prejuicio de que no tienen las capacidades físicas para desempeñarlas. 

De acuerdo con cifras de la organización civil, el 21% de estas mujeres ha recibido algún tipo de ascenso o promoción laboral; mientras que al 28% le dieron estímulos por su labor. 

Una adscrita al cuerpo policial del Estado de México, que decidió permanecer en anonimato, contó a este portal de noticias que se ha desempeñado como administrativa y patrullera, pero esta última función es la más complicada para ejercer. 

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“La gente te ve y piensa que te puede faltar al respeto por ser mujer, a parte hay compañeros que no les gusta patrullar con mujeres porque dicen que no hacen nada, que nada más van de `mamacitas´”, enfatizó. 

Remarcó que para sobrellevar la violencia que vive día a día se ha tenido que imponer para que no la agredan física y verbalmente, además que es necesario dar un extra como elemento femenino por la subestima que reciben de sus autoridades. 

“Si tú haces una detención, yo también puedo hacer una detención”, es una de las frases que esta elemento le tienen que reiterar a sus compañeros para demostrarles que cuenta con las aptitudes para realizar el trabajo operativo. 

Añadió que en las reuniones de mandos, la mesa está llena de hombres y son muy pocas las mujeres que ejercen como jefas de turno, además que los policías demuestran su desdén cuando tienen una autoridad femenina: “ella qué me va a enseñar, ella que me va a mandar”. 

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Incluso recordó que el año pasado falleció la comandante Maria Elena Pizaña Ibarra a causa del Covid-19, sin embargo no se realizó algún acto alusivo por sus 25 años de servicio ni por sus méritos como conseguir la facultad de tránsito al municipio en Nezahualcóyotl, sin embargo sí hubo una ceremonia para otro compañero hombre del mismo rango que también murió las mismas razones. 

La necesidad de la capacitación 

Pilar Deziga señaló que además de la necesidad de implementar talleres de sensibilización y diagnóstico sobre violencia de género al interior de las corporaciones,  es importante que se ejecuten estrategias integrales al exterior y al interior de la corporación. 

Además, sugirió cambios al código de ética y conducta para que las sanciones contra los agresores sean ejemplares. Aunado a que los mandos se involucren en estos cambios de paradigma porque son quienes son el ejemplo a seguir de sus subordinados: 

“Los mandos son un elemento crucial para socializar cualquier tipo de conducta debida o indebida”, resaltó.