Itzel es una cualquiera
Itzel Téllez, 32 años. Foto: Karla Iberia Sánchez

Itzel y Fernanda podrían haber estado juntas hoy. Marchando juntas, este 8 de marzo

De hecho, hace poco Itzel iba a pasar por Fernanda, cerca de la Unidad CTM El Risco, en la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, allá por la salida a Pachuca.

Antes de que Itzel llegara, recibió una llamada: Fernanda estaba ahí. Muerta. Con heridas de arma blanca y marcas en el cuello.. Por eso Itzel habla hoy por dos mexicanas que podrían ser cualquiera. 

Esta pandemia nos tiene peor

“En esta pandemia mi vida no ha cambiado nada. Mas bien ha ido a peor. Sigue la inseguridad. Sigo con el miedo de que salgan mis primas, mis sobrinas. Nada ha cambiado. La pandemia no los detuvo de seguir haciendo sus cosas”, dice Itzel. 

“Cerca de la CTM El Risco está la Gabriel Hernández, una colonia muy fea, muy gruesa. Hay más violencia hacia la mujer, hacia los niños y niñas, porque estamos todos encerrados. A lo mejor afuera no está el violador, pero lo tenemos en la casa (…) Tuve que venir al Zócalo.”

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Itzel Téllez tiene 32 años y su colectivo consta de ella misma.

“Como le digo, vine a las marchas por Fernanda. La mataron y eso me destrozó por completo.  Le digo que ese día la íbamos a ver. A lo mejor si hubiéramos llegado antes, estaría aquí en la marcha con nosotros. Imagínese: el tipo no sólo la mató. La cortó con arma blanca. La asfixió. Le cortó el cabello. Le quitó los dientes. Le mordió todo el cuerpo. Fue horrible su muerte

“También me duele mucho que esos enfermos sigan afuera. Que sigan tocando a las muchachas. Me duele mucho que no podamos ser libres las mujeres. Tengo 32 años, pienso: ‘A lo mejor ya voy de salida’. Pero, ¿Y todas ellas que tienen 17, 18 años? Por eso me dio mucho gusto ver en el Zócalo a mamás con sus hijas”.

“Te doy 500 pesos

Continúa Itzel su relato, mientras la plancha del Zócalo se va atiborrando de colores y se va tiñendo de morado. “Yo soy una mujer cualquiera. Pero cuando tenía 18 años estaba esperando a mi amiga para ir a su escuela y un señor en unas escaleras, ahí para subir a un campo de futbol en la Gustavo A Madero, me dijo: ‘¡Shhht! ¡Shhht!’ Volteé y me dijo: ‘Te doy 500 pesos’. Hacía con la mano así, como en el sexo… las señas. Me sentí tan sucia. Yo no hice nada, me paralicé. 

Pasó una señora y le dije: ‘¿Me puede ayudar?’ Le platiqué lo que pasó. Volteó a ver al fulano ese y me dijo: ‘Ahorita no, no puedo, tengo que ir a la escuela de mis hijos’. No me ayudó nadie. Me quedé sola”. 

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Foto: Angélica Escobar La-Lista

El violador eres tú

“¿Qué ha cambiado? Nada”, prosigue Itzel. “Si hoy se les presenta la oportunidad de ver a una niña… te estoy hablando de una chica de 18 años… sí la encuentran borracha afuera de una fiesta, van a abusar de ella. Aunque ellos digan que eso no pasa ya, aunque ellos digan que ‘no hay’ (violencia contra las mujeres), sí hay.

“Seas como seas, tengas el cuerpo que tengas, te miran morbosamente. ¿Por qué no podemos ser libres de salir en la noche a un antro, a una fiesta, y regresar bien a tu casa? ¿Por qué? ¿Nosotras tenemos la culpa? Nosotras no tenemos la culpa. 

“Mi esposo es haitiano. Tiene un pensamiento de: ‘¿Por qué tienes que ir al Zócalo? Deberías de quedarte aquí en la casa con nosotros’. Entonces le expliqué todo lo que he sabido de todas las mujeres que él conoce aquí en México y le cambió un poco su chip”.

Las mujeres siguen entrando y cantan y gritan. 

“Ok, ok”, dice Itzel. “¿Un hombre está criado por una mujer? Sí. Pero el camino que él toma es un camino libre: tu decides, no tu mamá, nadie te dijo que vas a salir y vas a decirle a la muchacha que va pasando: ‘Que rica estás’. No se puede vivir así.

“Yo tengo dos hombres. ¿Qué le he dicho a mi hijo? Tu novia se puede vestir como ella quiera”.

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Foto: Karla Iberia Sánchez

No se roben el morado

Itzel porta una corona de flores en la cabeza, justo de los colores que cuelgan de las rejas que separan a los colectivos del Palacio Nacional. Y en su cubrebocas se lee: “Ni una más”.  

 “Ésos no saben nada. Cuando yo sepa de algún político o política que le hayan matado a alguien, le diría ‘Sí, órale, vamos’. Y ahí estaría. Ahorita no. Me dio el bajón cuando supe que habían quitado los recursos para el cáncer, para las mamás y las guarderías. Esos señores no pueden ponerse el color morado. El color morado nos representa a todas, a esta lucha. 

La lucha que tenemos, el dolor de haber perdido a alguien cercano a nosotras.”

Aullidos

“Estábamos en el frente, ahí junto a la valla.. Empezó una canción que creo que nos representa a todas. Y cuando a empiezan a gritar: ‘¡Justicia!’ Yo empecé a gritar: ‘¡Justicia para Fernanda!’ y lloré. Apreté una mano de junto”.

-¿Para qué sirve un 8 de marzo, Itzel?

-Sirve para gritar.

“Van a volver”: se lee una pinta en cursiva, rodeada de flores.

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