Del autocuidado al cuidado colectivo: en CCH ‘me cuidan mis amigas’
Autocuidado y cuidado colectivo de estudiantes de CCH Sur

Las alumnas enfrentan la necesidad de reorganizarse para asistir prioritariamente a clases. Ser cautelosas es ya una prioridad en un espacio que, por naturaleza, debería ser seguro. Entre ellas está Fernanda, estudiante del turno vespertino del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, quien relata que trata de ya no ir a los baños del plantel, después de que el pasado 17 de octubre una de sus compañeras denunció haber sido víctima de violación en los sanitarios del Edificio P. 

“Cuando oscurece yo la verdad prefiero ya no ir al baño. Si lo de la agresión hacia la compañera fue en la tarde… ¡Imagínate qué podría pasar en la noche!”, dice enfática la estudiante de 16 años, en entrevista con La-Lista.  

Otra medida que Fernanda ha implementado es acudir al baño con su grupo de amigas. Nunca sola. Incluso es también una sugerencia de sus profesores: 

“Yo tengo maestros que dicen: ‘¿vas al baño? No vayas sola, que alguien te acompañe’”.

No sólo en el baño está acompañada. Fernanda procura que sea así durante toda su estancia en el plantel de educación media superior, ubicado en la colonia Jardines del Pedregal. Sobre todo porque hay áreas que están más solas u obscuras que la de los sanitarios. 

“Es muy feo que ni siquiera en tu propia escuela estás segura porque, de alguna forma, es como tu segunda casa”, lamenta.

Mayor vigilancia en el acceso

En un comunicado con fecha del 27 de octubre, CCH Sur informó que entre las acciones que realizará para reforzar la seguridad al interior del plantel está la colocación de luminarias y la poda del pasto.

Andrea, alumna de tercer semestre del mismo colegio, considera que eso ya debería ser parte del mantenimiento. En lo que sí se declara a favor es en la supervisión de acceso al plantel y el registro de visitas externas que anunció ese boletín.

“Es una escuela tan abierta que no sabemos qué tanta gente pueda tener acceso sin mostrar ningún documento. En el asunto de la violación a esta chica no se sabe si es profesor, un vendedor ambulante, un alumno, alguien de intendencia que cuidaba en los baños”, enlista Andrea, estudiante del turno matutino. 

El plantel, donde la matrícula estudiantil es de cerca de 13 mil personas, alguna vez fue un lugar donde las alumnas se sentían en confianza de vestir con short y top, aunque al salir de la escuela se ponían una sudadera y un pants contra el acoso callejero.

Ahora, al desconocer quién fue el agresor de la compañera que denunció violación en los baños de la escuela, eso ha cambiado, Andrea asegura que las adolescentes también han modificado su forma de vestir procurando usar prendas más holgadas o que cubran ciertas partes de su cuerpo.  

Acaban las clases y suelo irme, ya no me quedo más tiempo cuando me dicen: ‘oye, vamos a canchas’ o ‘vamos por algo rápido de la cafetería’, trato de ya no y justo cuando termina mi última clase me quiero regresar a mi casa”, confiesa. 

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Alrededor de 100 jóvenes marcharon este lunes desde el CCH Sur hacia Rectoría. Foto: Alexa Herrera / La-Lista.

El temor recorre los planteles

Madres y padres de familia se han sumado a las medidas de seguridad. No importa si sus hijas estudian en la mañana o en la tarde, ni si el trayecto es corto o largo. En muchos casos, las llevan en auto hasta la entrada de CCH Sur, donde está más transitado, o las recogen ahí en cuanto salen de clases.

Esto sucede también en otros planteles de este nivel educativo, como el CCH Azcapotzalco, Oriente, Vallejo o Naucalpan, donde la escena es recurrente tanto en el ingreso como en el egreso de ambos turnos, matutino y vespertino.

Estefanía tiene 17 años y estudia quinto semestre en el CCH Naucalpan. En ese plantel de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la reciente denuncia de violación en el plantel Sur también ha causado impacto. La pregunta es la misma para una gran mayoría de las estudiantes de estos colegios: ¿cómo puede suceder algo así dentro de la escuela?

Si bien Estefanía ya tomaba algunas medidas, ahora las ha reforzado y afirma en entrevista que vive en estado de alerta permanente. Por ejemplo, al estar siempre acompañada dentro y fuera del CCH ubicado en el Estado de México, en la zona de Naucalpan, donde 90% de la población de 18 años y más se sintió insegura durante septiembre de 2022, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu).

Cuando sus papás no pueden ir por ella hasta la entrada de la escuela, camina en un grupo conformado por hombres y mujeres hasta la parada del transporte público, no sin antes compartirle a su mamá su ubicación por WhatsApp y las placas que identifiquen al camión en el que se suba. Por esa misma red también mantiene comunicación con sus amigos y amigas para que avisen si llegaron bien a casa. 

Pero para ella la tecnología no siempre es una opción confiable. El servicio de autos por aplicación no le parece seguro y en su lugar opta, en caso necesario, por el servicio de un taxista de confianza que puede pasar por ella. 

“Les digo a las chavas de CCH Sur que sigan luchando y que no se callen, que lleguen a las últimas consecuencias para que se dé el castigo merecido a los violadores y que sigan unidas, muy unidas, que cuentan con nosotros, o sea, los otros CCH”, expresa Estefanía en actitud solidaria ante un problema que también le ha afectado en lo individual y lo colectivo.  

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Profesoras y madres también implementan estrategias de cuidado

Desde que estudiaba en el CCH Naucalpan, hace al menos una década, la profesora de asignatura que pide a LaLista anonimato, presentaba identificación para ingresar. Desconoce por qué la credencialización ha sido un tema de debate en el plantel Sur, donde una estudiante denunció violación. 

La maestra, quien da clases en los últimos semestres del nivel medio superior, considera que “los tiempos han cambiado”. Ahora no ve incomodidad de las alumnas, como en su época, por el hecho de que madres y padres de familia las llevan hasta la puerta de la escuela. Al contrario, para ellas es una oportunidad para que las amigas que vivan por la zona puedan ir acompañadas en un mismo auto particular. 

La inseguridad y riesgos para las estudiantes también traen un impacto económico, enfatiza la profesora: “Hay padres de familia que por muy lejos que vivan las van a dejar hasta la puerta de la escuela, ya sea en coche personal o en transporte público. Eso me impresiona, porque están pagando doble pasaje de ida y vuelta”.

Como mujer que tiene que estar al pendiente del entorno, desde que sale de casa y hasta que llega, la docente ha implementado dinámicas de clase en las que se aborden estos temas para generar conciencia en las y los estudiantes. 

“Yo he optado por poder sensibilizar por medio de debates y mesas de diálogo en estos temas de coyuntura, como la seguridad de las mujeres al interior del plantel. El conocer las experiencias de otras compañeras los pone en contexto para que busquen la forma de apoyarse. No veo que sean chicas y chicos apáticos, están muy interesados en las problemáticas de otros planteles de bachillerato”, comparte.

María es una madre de familia que también usaba su credencial para ingresar al plantel Vallejo. Considera que eran tiempos de menos riesgos para las mujeres.

“Me parece terrible que hoy mi hija y otras jóvenes no siempre puedan hacer o sentir algunas de las cosas que yo sí a su edad, por ejemplo entrar al CCH o la Facultad y no sentir en constante riesgo mi integridad física, ir de mochila a un poblado cercano con una amiga o incluso sola. Ir a una fiesta, al cine, a comer o por un café, a un parque a caminar. Hoy ellas son valientes en un contexto de violencia brutal, pero claro que sienten miedo… increíblemente hasta de ir al baño en su propia escuela”.

Hace tres meses su hija Luz, de 15 años, ingresó al CCH Azcapotzalco. Ahí María descubrió que a diferencia de cuando ella estudió en CCH Vallejo, no les solicitan su credencial para el ingreso.

Una o dos palabra entre ambas ya eran desde hace unos años, una clave para advertirse sobre algún peligro o situación rara. Decir una vez la palabra clave significa “alerta”, dos veces significa “no separarse y moverse rápido del lugar”. Ahora Luz usa también esa estrategia de autocuidado con algunas de sus amigas.

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“Este etapa me ha despertado cierto temor desconocido hasta ahora, sobre todo con sucesos como la denuncia de la estudiante de CCH Sur de violación en el plantel, por eso hemos reforzado formas para mantenernos en contacto, incluso no sólo desde WhatsApp sino también desde otras aplicaciones, como Life 360 con ubicación permanente. Entiendo que pueda ser un poco incómodo para ella, pero sabe que es por su seguridad”, cuenta la mamá.

“Aunque Luz vive conmigo, tanto su papá como yo hacemos monitoreo constante de su ubicación y la llevamos o traemos del colegio. Pero no sólo eso. Ella, a su vez, hace lo mismo con sus compañeras de la nueva escuela, y también con amigas de la secundaria que van a diferentes escuelas ahora. Entre ellas también se cuidan. Cuidar lo mejor que podamos a nuestras hijas sin hacerlas sentir mayor miedo, es a veces complicado, pero no imposible”, concluye María.

*No se revelan los nombres completos por protección de identidad.

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