¿Cómo viven la menstruación las deportistas de alto rendimiento? Estas son sus historias
La menstruación es un proceso que golpea a las deportistas. Jackie Nava, Lenia Ruvalcaba y Andrea Rodebaugh lo confirman e invitan a clubes, entrenadores y directivas a tomar en cuenta la salud menstrual.
La menstruación es un proceso que golpea a las deportistas. Jackie Nava, Lenia Ruvalcaba y Andrea Rodebaugh lo confirman e invitan a clubes, entrenadores y directivas a tomar en cuenta la salud menstrual.
Dejar de menstruar, hacerlo con pesadez corporal y cansancio, interrumpir el ciclo o enfrentarse a la incomprensión y los entrenamientos que no consideran su fisiología, son parte de los retos que han tenido que librar deportistas de alto rendimiento como Lenia Ruvalcaba, Jackie Nava y Andrea Rodebaugh durante su menstruación.
Los estudios no mienten. Y aunque hay quienes aseguran que la menstruación solo es un pequeño contratiempo en el deporte, María Calvo Sánchez (2023) ha documentado que el rendimiento deportivo sí se ve afectado con por las fases del ciclo menstrual: “De manera positiva, durante las fases folicular temprana y ovulación y de manera negativa al comienzo de la menstruación y al final del ciclo menstrual”.
La ciencia no tiene consenso todavía, pero algunos autores como Belleva, Popov, Korp y Menendez han hablado desde los 70 de la disminución del rendimiento, la pérdida de velocidad en nadadoras, el aumento de movilidad articular, la disminución de fuerza y la distensibilidad ligamentosa, indicó Begoña Marugán en el libro El deporte femenino, ese gran desconocido.
Menstruar no es sinónimo de estar enferma ni débil, pero para las deportistas sí es un factor que deberían considerar clubes, directivas y entrenadores de ambos sexos, pues por muchas décadas se ha ignorado este proceso biológico, aunque existen datos que empíricos y científicos que comprueban su impacto en el rendimiento.
¿Quieres conocer cómo ha sido menstruar bajo la presión de las pruebas y el rigor competitivo? ¿Cómo ha sido entender el deporte con perspectiva de género. Tres mujeres que lo vivieron en Olimpiadas, campeonatos, mundiales y panamericanos comparten a La-Lista sus experiencias.
Leer los síntomas del ciclo
Uno, dos, cinco o nueve segundos… Nueve segundos pueden volverse una eternidad para Lenia Ruvalcaba Álvarez en un mal día de entrenamiento. La judoca y multimedallista ha tenido que aprender a leer los síntomas de su cuerpo, aunque le repitieron hasta el cansancio que el ciclo menstrual no era excusa para deportistas de alto rendimiento.
Lenia intentó ignorar las señales, lo hizo muchas veces con relativo éxito, pero la pesadez, el cansancio, la retención de líquidos y hasta la lentitud se encargaron de avisarle puntualmente cada que estuvo ovulando.
Y no solo eso. A los entrenamientos de alto nivel hubo que sumar el síndrome premenstrual y los días de sangrado respectivo.
“Yo me sentía más lenta, física y creo que hasta mentalmente. No me salían los ejercicios como quería. Intentaba tirar a mi oponente y no podía. También, es como una pesadez corporal donde definitivamente, aunque quieras buscar la proyección, en el caso del judo, no puedes”, dice Ruvalcaba Álvarez tras hurgar en sus recuerdos.
La ganadora del oro en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro (2016) describe que su rutina era una ley inamovible. Lloviera, tronara o relampagueara, el tatami estaba esperando su puntual actuación.
Hasta este 2023, año en que se retiró, se despertaba a las 6:00 de la mañana, tomaba un licuado e iba a entrenar. Después, seguía con su terapia y regresaba al tatami para una segunda ronda. Por la tarde, comía y finalmente a eso de las 6:00 tomaba una tercera sesión de entrenamiento. Eso era todos los días y el ciclo se repetía hasta el cansancio, a excepción de algunos fines de semana.
Como deportista, Lenia dependía 100% de sus resultados, eso determinó que los síntomas menstruales no se volvieran un inconveniente, aunque frecuentemente sí jugaron con su estado de ánimo y su capacidad de concentración. “Las mujeres deportistas lo decimos, nosotras una vez al mes estamos entrenando con algún dolor menstrual y pues ¿qué tenemos que hacer? entrenar”, zanja.
Conforme fue creciendo, la joven judoca aceptó que su condición sexo genérica afectaba su rendimiento algunos días o algunas horas, pero también detectó que los entrenadores varones desconocían lo que atravesaban ella y sus compañeras. “Ni yo misma me daba cuenta en un principio. Tardé un par de años en entender este proceso y los cambios fisiológicos, pero la edad influyó porque no es lo mismo cuando tienes 15 años que cuando ya tienes 30”, detalla.
Lenia Ruvalcaba se enfrentó a muchas rivales a lo largo de su historia deportiva, pero también combatió aquellas voces que sugerían que el ciclo menstrual no mueve un pelo a las deportistas.
“De pronto (piensas) por qué no me están saliendo las cosas. Quieres intentarlo, pero tu cuerpo no reacciona. (Es) el hecho de sentirse como frustrada y de verse vulnerable. Me pasó una vez que de plano no di una y horas más tarde fue como ‘ah, ya llegó la menstruación’”, explica.
La judoca se reconoce privilegiada, porque sus síntomas nunca fueron tan agudos y explica que su filosofía para lidiar con el malestar siempre fue: “es solo un proceso natural, que no detiene mi vida”.
¿Menstruar o pelear?
Jackie Nava, “La Princesa Azteca”, estaba a días de subir al ring cuando decidió interrumpir su menstruación, un método que le recomendó el doctor y que, por lo general, prefería no utilizar por los cambios que desataba en su periodo.
Pero no había tiempo de dudarlo, era eso o librar dos peleas: una al interior de su propio cuerpo y otra en el ring. Las consecuencias del método ya las conocía: meses sin ovular o carga del flujo abundante, pero las opciones se le agotaban.
“En alguna ocasión me tocó pelear con mi menstruación y era un poco pesado, sobre todo porque ya traes nervios (por la pelea), es un compromiso fuerte el que tienes y cuando traes esa preocupación, pues todavía es más. Mentalmente lo recientes, así que las tomaba por eso. Trataba de que no, pero si coincidían (con la pelea) tenía que hacerlo, tomaba estas pastillas para que me pudiera sentir bien”.
Con el paso de los años, esa práctica ya no fue recurrente porque la vida del alto rendimiento le paso factura a la ganadora del Peso Supergallo. A consecuencia del estrés, el compromiso con sus entrenamientos y la intensidad de estos, el periodo menstrual de Nava se dormía o de plano “se cortaba”.
“Cuando estaba entrenando fuerte y tenía mi periodo, por hacer ejercicio de alto rendimiento no me bajaba, como que se me cortaba un poquito”, destaca la boxeadora.
Estudios sobre la amenorrea, la ausencia de menstruación, refieren que del 2% al 5% de la población tiene irregularidades menstruales; sin embargo, en el caso de las deportistas la cifra se incrementa del 6 al 9%.
“Si diferenciamos entre especialidades se observa cómo a medida que se estima que el menor peso está relacionado con la mejora del rendimiento, los trastornos menstruales son mayores. En nadadoras y ciclistas se da entre el 10 y 12%, en atletas en el 26% y en bailarinas el 44%”, señala la autora del libro El deporte femenino, ese gran desconocido.
No obstante, en este trastorno influyen múltiples factores como la carga de entrenamiento, la edad o los factores alimenticios, la localización geográfica, la raza, el nivel socioeconómico, el clima, el ambiente y la incidencia de otras enfermedades.
Jackie Nava reconoce que este trastorno fue parte de su vida deportiva, pero se dice afortunada porque siendo menor de edad fue su madre, Jacqueline Mouett, quien le ayudó a entender la menstruación y a cuidar de su cuerpo. Ella decía que “la matriz estaba trabajando” y había que darle un respiro.
“La primera vez que me bajó, no te voy a mentir, yo sí lloré porque me asusté. Creo que a la mayoría de las niñas (les asusta) porque es algo nuevo, aunque te lo platiquen. Afortunadamente, mi mamá estaba conmigo y me estuvo ayudando, siempre estuvo ahí conmigo”, rememora.
Jacqueline fue quien supervisó que su hija no se excediera en los entrenamientos cuando estaba menstruando; ahora, las cosas han cambiado un poco e incluso algunos entrenadores han entendido que este proceso natural debe considerarse mes con mes.
En experiencia de la campeona mundial, que se retiró en 2002 –a los 42 años–, los entrenadores hombres han debido actualizarse no solo para tener a las mejores pugilistas sino para cuidar de ellas.
“Hay días que tienen que bajar la intensidad y pues hay que decirle al entrenador también y ya lo ven de manera natural (…) antes no podía decirles ‘¿sabes qué? traigo mi periodo, pero los tiempos han cambiado”.
Adaptar el entrenamiento
Andrea Rodebaugh Huitrón está acostumbrada a ser pionera en el futbol, lo hizo como mundialista y ahora lo hace como directora de Selecciones Femeniles en México. Desde este puesto de poder, impulsa políticas deportivas con perspectiva de género, porque está consciente de que los varones y las mujeres tienen una historia distinta en el deporte.
“No es nada más que jueguen bien, se empiezan a ver que hay diferencias en el aspecto de preparación física. Una de las grandes diferencias entre hombres y mujeres es la capacidad de la mujer de dar vida y aunque se requiere mucha investigación, se trata adaptar el entrenamiento de acuerdo a las necesidades de la mujer y entre ellas se debe tomar en cuenta el ciclo menstrual”, adelanta.
Rodebaugh, quien fue directora técnica de Xolas y una de las primeras futbolistas en jugar en el extranjero, pasó de patear estereotipos en la cancha a impulsar una mayor especialización en el deporte, enfocado en las mujeres.
Desde la dirección que ahora ocupa, Andrea resalta que las mujeres en puestos de poder son las que tienen que apostar a romper la brecha, no solo en el tema de salarios y oportunidades de crecimiento para las deportistas, sino en la forma en que se entienden su rendimiento y sus resultados.
“Es importante el que estemos en estas posiciones porque es cuando realmente se pueden generar cambios que impacten en el fútbol femenino porque pensamos diferente, sentimos diferentes, nuestras trayectorias e historias de fútbol son muy diferentes a la de los varones”, dice en entrevista.
La exmediocampista reconoce que poco se hablaba de la menstruación y el deporte por ser considerado un tema tabú, pero además apunta que la mayor parte de los estudios científicos del deporte se enfocan en los hombres y sólo 6% se centra exclusivamente en las mujeres.
“Cada mujer es diferente y lo veo ahora como directora deportiva. Sé que tenemos un par de casos donde por más que uno le pueda dar un Syncol no va a funcionar ni el Syncolmax, entonces se tienen que tomar otro tipo de de medidas”, expresa.
Andrea coincide con otras atletas al afirmar que el deporte se ha ido transformando y aplaude que en lugar de callar el dolor, actualmente se recomiende a las deportistas usar nuevas herramientas contra los cólicos de la menstruación.
“En mi época era pues hacer caso omiso. A lo mejor ni siquiera se hablaba del dolor menstrual, porque no había mucho que hacer, pero hoy en día sabemos que sí se puede ayudar a la jugadora en diferentes diferentes formas”, zanja.
Y aunque localmente muchas directivas no han considerado actualizar sus programas de rendimiento con base en los hallazgos sobre el ciclo menstrual, la FIFA presentó en agosto de 2023 un proyecto de Salud Femenina para divulgar información y ofrecer recursos sobre fuerza y acondicionamiento, menstruación, embarazo y posparto; sueño, recuperación e hidratación, así como lesiones.
En México, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) carece de programas y/o presupuesto enfocados únicamente en dar atención ginecológica a las deportistas. Las mujeres que practican el deporte de alto rendimiento reciben atención individual con su médico asignado y, solo de ser necesario, las canalizan con un especialista, de acuerdo con solicitudes de información enviadas a la dependencia.
Menstruación, deporte y ciencia
En el caso de las deportistas profesionales, hay estudios que dudan de las afectaciones que puede tener el ciclo menstrual; sin embargo, María Calvo Sánchez, afirma que según disciplina “se presenta una disminución global del rendimiento al comienzo de la menstruación y durante el final del ciclo menstrual, mientras que el rendimiento deportivo alcanza su punto máximo durante la fase lútea y la ovulación“.
Por otro lado, la doctora Guadalupe Cabrera, especialista en ginecología y obstetricia, recuerda que la menstruación puede ser un reflejo del estado de salud de las mujeres y personas menstruantes, por lo que tanto deportistas como ciudadanas de a pie deben prestarle atención.
“La regla siempre va a ser un reflejo de tu estado de salud, de tu alimentación, de tu grado de actividad física, lo que haces, todo se ve reflejado en la regla. Incluso, hasta tu grado de estrés emocional, de estrés laboral, todo se ve allí”, lanza.
La experta aclara que el sangrado de cada mujer revela patrones, por lo que un cambio repentino en el flujo, su consistencia y su cantidad debe encender los focos rojos.
Finalmente, la doctora Hortensia Moreno, especialista en género y deporte, reitera que la menstruación es un proceso biológico y natural, pero que debe ser considerado por las instituciones.
“Las necesidades de las mujeres tienen que ser atendidas públicamente y las instituciones tienen que responder, no nada más (para satisfacer) necesidades de los hombres ¿Eso qué implica? Que las instituciones sociales tomen en cuenta el hecho de que las mujeres menstrúan y ofrezcan mecanismos institucionales para que la menstruación no sea un obstáculo“.
Moreno afirma que le compete al Estado garantizar el hecho de que “la mujer se encuentre en condiciones de hacer lo que tiene que hacer, ya sea deporte, trabajo o estudio”, sin que el sangrado mensual frene u obstaculice sus metas.
Lenia Ruvalcaba, Jackie Nava o Andrea Rodebaugh lo lograron. Evitaron que la menstruación se interpusiera entre ellas y sus objetivos; pero primero tuvieron que aprender a reconocer sus cuerpos, sus procesos y sus necesidades.
Las cosas en el deporte han cambiado desde que ellas incursionaron en sus disciplinas, pero aún queda un trecho largo que recorrer, a fin de que la menstruación no sea vista como un inconveniente o un contratiempo, al que no hay que prestar atención.