‘Es un ataque a los chilangos’, letrero de la Cuauhtémoc borran identidad de puestos en CDMX
Un hombre trabaja en un puesto de comida pintado de blanco que oculta carteles e imágenes en Cuauhtémoc, Ciudad de México, el 1 de junio de 2022. Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México que incluye el centro histórico y los barrios tradicionales de Condesa, Roma y Juárez-, los puestos de comida ordenados no deben tener imágenes ni letreros. Foto: Alfredo Estrella/ AFP

Parte de la identidad capitalina que daban los los coloridos dibujos de frutas que adornaban un puesto callejero de jugos o de comida en el centro de la Ciudad de México (CDMX) solo quedan las siluetas y fue borrado después de que un insípido letrero gubernamental las sustituyera.

La alcaldía de Cuauhtémoc, una de las 16 en que está dividida la ciudad y que abarca el Centro Histórico y los tradicionales barrios de Condesa, Roma y Juárez, ordenó retirar los letreros e ingeniosas imágenes que adornaban cientos de quioscos de comida.

Es una cuestión de “orden, disciplina” para “mejorar la imagen urbana”, justifica Sandra Cuevas, alcaldesa de la demarcación que asumió el cargo en 2021.

Los avisos y dibujos que anunciaban a “Nutrijugos Dax”, su competidor “Súper Jugos Curativos”, “Supertortas la Sabrosita” o las coloridas letras rojas de “Ricos Tacos de Guisado” dieron paso a la anodina frase “Alcaldía Cuauhtémoc es tu casa”.

Parece un asunto menor en una ciudad de nueve millones de habitantes aquejada por el intenso tráfico, la contaminación y el riesgo de terremotos.

Pero los puestos de lámina, donde miles se agolpan para comer, y sus letreros son parte del ADN de la urbe, sostiene un colectivo ciudadano que rechaza la decisión de Cuevas.

“Es un ataque a la identidad de la ciudad y de todos los chilangos”, dice a la AFP Aldo Solano, historiador de arte de 35 años, “borraron muchos rótulos que son arte popular, parte de la imagen tradicional” de la ciudad. 

“Lo quitas o lo quitas”

Los rótulos son por sí mismos el menú de los puestos de comida callejera de la CDMX, que en la capital se cuentan por miles y ofrecen infinidad de preparaciones.

El dibujo de unos tacos humeantes o el de un cerdito sonriente en un cazo no dejan dudas de que en ese lugar se puede saborear carnitas freídas en manteca. El origen de esas ilustraciones se remonta a inicios del siglo XX, cuando en México había altas tasas de analfabetismo. “Por eso se apeló a una iconografía. Ahora no es el caso, pero se conserva esta tradición”, explica Solano.

Desde entonces, los rotulistas y vendedores de alimentos persiguen un mismo fin: hacerse notar, de forma sencilla y rápida, en un espacio público saturado. Pero ahora, con los puestos uniformados por un cartel oficial, será más difícil saber qué vende cada uno.

“Es una herramienta básica de marketing”, señala Tamara de Anda, de 28 años, integrante de un grupo que está construyendo un archivo digital de los rótulos de la ciudad con aportes de ciudadanos. Temiendo represalias, los locatarios no se atreven a protestar.

“Nos dijeron ‘lo quitas o lo quitas'”, cuenta bajo anonimato la dependiente de un puesto de jugos.

La alcaldesa Cuevas, de 36 años, ha estado envuelta en varias controversias. En marzo fue suspendida temporalmente del cargo por agredir a unos policías, a quienes tuvo que ofrecer disculpas.

Además, desde antes de ser elegida, era acusada por funcionarios del gobierno de Ciudad de México de “extorsionar” a comerciantes informales para que pudieran trabajar, lo cual niega.

Identidad y puestos de comida, perdidos para siempre en CDMX

Desde 1985, Adán Navarrete, de 53 años, ha pintado numerosos negocios con dibujos como el de un chef presumiendo de un platillo o un payaso sonriente para una tienda de fiestas infantiles.

Sin embargo, su negocio comenzó a decaer con la adopción de nuevas técnicas de pintura en los años 1990, y ahora encaja un nuevo golpe con la ordenanza de Cuevas, que algunos llaman una “alcaldada”.

“(Se rotulaban) taxis, camionetas de carga, cortinas (de negocios)”, recuerda Navarrete, quien lamenta que mientras “la tecnología sigue subiendo”, su oficio “va bajando”.

Califica de “error muy grande” la política de Cuevas. “Por muy sencillo (que parezca), y a lo mejor se les hace feo, pero es un arte”, reivindica.

Con tristeza reconoce que varias de esas creaciones, que se retocaban periódicamente, están perdidas para siempre. “Es muy difícil volverlo a hacer, porque muchos maestros ya no existen”.

Con información de AFP.

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