<strong>Vacunas mexicanas de Covid-19: la falta de financiamiento frena su desarrollo</strong>

Febrero del 2020 fue el mes de los primeros contagios de Covid-19 en México y también marcó el inicio de una lucha que científicas y científicos siguen dando. Desde sus universidades y centros de estudio algunos investigadores aún están en busca de una vacuna que ayude a prevenir más muertes por esta enfermedad.

El camino no ha sido sencillo para el desarrollo de vacunas mexicanas de Covid-19. El gobierno federal volcó la mayor parte de sus recursos y esfuerzos en el desarrollo de la vacuna Patria, creada por el Consejo Nacional de Ciencia de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Laboratorio Avi-Mex, y esto dejó sin financiamiento a otros proyectos, según investigadores involucrados en dos de ellos.

Este 27 de febrero se cumplen tres años del primer contagio de Covid-19 oficialmente reportado en México. Esta enfermedad ha dejado como saldo 7 millones 780 mil personas infectadas y la muerte de 347 mil 041 personas en nuestro país, según datos del Conacyt.

La carrera por desarrollar una vacuna en México se dio en los institutos de Biotecnología y de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en la Universidad Autónoma de Querétaro y el Instituto Gould-Stephano.

Beatriz Xoconostle Cázares, investigadora del Cinvestav, comparte a La-Lista que en febrero de 2020 la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) lanzó una convocatoria para reunir a científicas y científicos mexicanos que tuvieran una propuesta de solución médica para atender el Covid-19. A finales de ese mismo año el Conacyt informó a todos los investigadores que la vacuna Patria sería el producto que recibiría el financiamiento del gobierno.

Hasta ahora el Conacyt ha transferido 440 millones de pesos al Laboratorio Avi-Mex para el desarrollo de Patria, según su respuesta a una solicitud de acceso a la información con folio 330010923000091. La cifra ya supera por mucho al dinero que, al menos una universidad y un instituto, recibieron para comenzar sus proyectos. 

Para el desarrollo de su vacuna, por ejemplo, el Cinvestav recibió 1 millón 400 mil pesos por parte de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la SRE.

“Nosotros pensamos que se necesitaría una inversión de unos 80 millones de pesos, que es muy inferior a lo que se han utilizado para otros desarrollos, pero consideramos todo lo que ya pudimos avanzar hasta el día de hoy”, dice la doctora Beatriz Xoconostle sobre el cálculo de dinero que habían hecho para concretar el proyecto.

Para tratar de financiar el desarrollo de la vacuna, la investigadora del Cinvestav y su equipo crearon kits purificadores de ARN viral, necesarios para la detección de Covid-19. El equipo logró vender alrededor de 50 mil unidades a hospitales públicos, a la Fundación Carlos Slim e incluso al gobierno de Venezuela.

“Eso nos dio una ventaja de oportunidad que nos permitió avanzar mucho más rápido que nuestros colegas que necesitaban recibir el insumo federal o estatal”, recuerda Xoconostle, quien asegura que la Cofepris ya había dado luz verde a su proyecto para hacer pruebas en humanos, pero al final se terminó por apoyar la vacuna Patria.

Aunque la vacuna Patria lleva tres años en desarrollo, todavía está en la última fase de evaluación clínica antes de estar disponible en el mercado. Por el tiempo que ha tomado el desarrollo de la vacuna, el gobierno mexicano ha tenido que conseguir vacunas de Covid-19 en el extranjero a un costo que se encuentra reservado. Los productos que fueron comprados por las autoridades de nuestro país son los de Pfizer/BionTech, Astrazeneca, Sputnik V, Sinovac, CureVac, CanSino, Moderna y más recientemente la cubana Abdala.

Laura Alicia Palomares Aguilera, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM, es otra de las científicas que participa en la carrera de las vacunas mexicanas. Ella, junto con un equipo que llegó a ser de hasta 40 personas, también se topó con la falta de financiamiento. Eso se conjuntó con las constantes variantes del Covid-19, lo que la orilló a modificar su proyecto original.

Palomares Aguilera había proyectado un gasto de 50 o 60 millones de dólares para producir su vacuna, pero solo recibió 3 millones de pesos de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la SRE.

“Algo que determinó mucho nuestro avance fue la disposición de financiamiento, todo lo que hicimos durante el 2020 lo hicimos con cero financiamiento, con nuestros ahorros, nos quedamos en bancarrota, fue un año muy difícil”, relata la doctora.

Además de esto, Palomares Aguilera dice que su instituto recibió 10 millones de pesos de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (Sectei). Este dinero fue utilizado para rehabilitar dos laboratorios donde los investigadores de la UNAM y otros institutos podrían hacer pruebas de sus vacunas, incluyendo a Patria.

Científicas van por una vacuna universal contra los coronavirus

A tres años del primer contagio de Covid-19 en México, las investigadoras entrevistadas para esta nota que trabajan en las vacunas mexicanas consideran que sigue siendo necesario que nuestro país desarrolle sus propios productos biológicos para atender esta enfermedad y por eso siguen trabajando en ello.

Cázares Xoconostle y Palomares Aguilera, cada quien con su propio método, se han trazado el objetivo de crear una vacuna universal contra los coronavirus. Las expertas coinciden en que una vacuna de estas características sería la más viable, teniendo en cuenta la cantidad de mutaciones que el Covid-19 puede tener. 

Las vacunas mexicanas de Covid-19 se enfocaron primero en el virus que surgió en Wuhan, China, pero meses más tarde aparecieron variantes como Alfa, Beta y Omicrón, cada una con sus propias subvariantes. Beatriz Xoconostle dice que si Omicrón fuera un árbol tendría hasta 500 hojas por los distintos linajes que tiene.

“¿De cuál de todas esas hojas yo debería estar haciendo la vacuna?”, se pregunta la experta del Cinvestav. Por eso propone hacer un análisis de las variantes que más afectaron a la población mexicana y de ahí partir hacia una vacuna universal contra los coronavirus.

“Tarde que temprano necesitamos desarrollar los biológicos de acuerdo a la epidemiología de nuestro país, esa es una tarea pendiente que tenemos que resolver donde una de las soluciones es una vacuna nacional, una vacuna a la mexicana”, dice.

Palomares Aguilera se refiere en el mismo sentido. La constante aparición de variantes del Covid-19 provocó que modificara su proyecto cuatro veces. Cuando su investigación se centraba en el virus que apareció en Wuhan logró crear una vacuna que fue efectiva en animales, pero ya no era muy útil porque habían aparecido otras variantes.

“Lo que nosotros queremos es tener una vacuna que sea “Pan Coronavirus”, o sea, que te proteja contra los coronavirus independientemente de la variante, idealmente del SARS-CoV 2, pero también idealmente del SARS-CoV 1, del MERS e incluso los coronavirus estacionales”, dice la investigadora de la UNAM.

Este proyecto se encuentra apenas en etapa de investigación. Después, la posible vacuna “Pan Coronavirus” tendría que aplicarse a animales y finalmente en seres humanos para salir al mercado. Es un proceso que podría tomar años.

“Es una meta muy ambiciosa, queremos tener una vacuna que tenga mayor permanencia, que sea menos susceptible a variantes, es algo riesgoso porque se trata de predecir el futuro y no hay nada más riesgoso que eso”, admite Palomares Aguilera.

El reto para las vacunas mexicanas: tener financiamiento nacional o extranjero

Las vacunas mexicanas de Covid-19 se siguen enfrentando al reto de conseguir recursos para su desarrollo. Ni el Conacyt ni la SRE han comunicado a las investigadoras consultadas si el gobierno mexicano podría dar más financiamiento a estos proyectos una vez concluida la vacuna Patria.

Ante este panorama la alternativa más viable que las científicas perciben es conseguir financiamiento de empresas farmacéuticas en México o en el extranjero. 

Cuando inició su proyecto, Laura Palomares, quien se ha aliado en diferentes proyectos con el laboratorio Liomont desde el 2015, había tenido acercamientos con esta compañía para obtener recursos. Pero las modificaciones a su proyecto original por las variantes del Covid-19 frenaron esa alianza.

Al final el laboratorio Liomont participó en la producción de las vacunas de AstraZeneca, en una colaboración que hicieron los gobiernos de México y Argentina.

Beatriz Xoconostle, del Cinvestav, comenta que al arrancar el desarrollo de su vacuna de Covid-19 ya había entablado contacto con dos farmacéuticas para impulsar la producción. Además, en su equipo de trabajo había científicos de Laboratorios Silanes.

Sin embargo, cuando el Conacyt anunció que apoyaría la vacuna Patria el proyecto del Cinvestav se empezó a retrasar. Xoconostle señala que al momento ninguna empresa se ha ofrecido a invertir en su proyecto, debido a que el gobierno mexicano no permite que el sector privado compre o venda vacunas de Covid-19.

“Si el gobierno federal acepta el uso de vacunas por la iniciativa privada, si se acepta que la iniciativa privada compre y venda vacunas, eso abre una puerta a muchos desarrollos porque ahí entran los inversionistas, así ellos saben que habrá una tasa de retorno y entonces invierten”, afirma Xoconostle.

Síguenos en

Google News
Flipboard