La violencia no frena la producción de aguacate en Michoacán: estudio
Imagen de una planta de procesado de aguacate en México. Foto: EFE/Enrique Hidalgo

En Michoacán han aumentado los homicidios, la desaparición de personas, la extorsión y otros delitos. Esto, sin embargo, no ha sido un obstáculo para el crecimiento de la producción de aguacate. Al contrario, la presencia de grupos del crimen organizado y la violencia han sido factores para que esta fruta se siembre y se venda más.

“La producción de aguacate es inseparable de la dinámica de violencia y violación de los derechos humanos que forma parte del negocio”, es la conclusión a la que llegan Romain Le Cour Grandmaison y Paul Frissard Martínez, dos especialistas en temas de seguridad que publicaron un informe sobre Michoacán, estado que concentra el 73 por ciento de la producción de esta fruta.

Los expertos, que publicaron su estudio de la mano de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado, explican que entre 1994 y 2021 la producción de aguacate aumentó un 213 por ciento, mientras el valor de la fruta creció más de 7 mil por ciento.

Al mismo tiempo, en Michoacán han aumentado los homicidios hasta alcanzar una tasa de 54 asesinatos por cada 100 mil habitantes (2 mil 628 en total) entre 2016 y 2021. Además, entre 2016 y 2020 los casos oficiales de desaparición de personas aumentaron de 145 a 913 víctimas por año.

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Gráfica del informe “Violento y próspero: el auge del aguacate en México y su relación con el crimen organizado”.
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Gráfica del informe “Violento y próspero: el auge del aguacate en México y su relación con el crimen organizado”.

La inseguridad se ha introducido en la industria del aguacate, por ejemplo, con las agresiones y las extorsiones que enfrentan quienes trabajan con esta fruta, aunque no ha sido suficiente para acabar con el mercado. De hecho, en los últimos años las exportaciones a Europa se multiplicaron por cuatro y México es líder en surtir a Estados Unidos de este producto.

Actualmente la producción de aguacate en Michoacán se concentra en 10 municipios: Tancítaro, Uruapan, Tacámbaro, Salvador Escalante, Ario, Peribán, Nuevo Parangaricutiro, Los Reyes, Turicato y Tingüindín.

Le Cour y Frissard explican esta coexistencia de la industria aguacatera y la violencia con un recuento histórico que empieza en 1980, cuando los grupos del crimen organizado comenzaron a influir en este mercado.

Ponen el ejemplo de los hermanos Luis Valencia Valencia y Armando Valencia Cornelio, capos de una organización criminal y empresarios de Michoacán. Entre 1980 y 1990 ambos invirtieron y gestionaron directamente al menos seis huertas de aguacate y varias empacadoras, con las que dieron trabajo a cientos de habitantes. De esa forma la familia fortaleció su prestigio social, finanzas y poder local.

Ese fue solo el inicio. Agrupaciones como Los Zetas, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios también han tenido algún tipo de influencia en la industria del aguacate.

“Aunque es difícil documentar vínculos directos entre las inversiones de los traficantes y el auge de la producción de aguacate, varios entrevistados mencionaron que el lavado de dinero del narcotráfico fue un factor central en el rápido desarrollo de la industria aguacatera”, señalan los expertos sobre sus hallazgos de su investigación.

Extorsiones y grupos de ‘seguridad privada’: la violencia envuelve al aguacate

En su estudio, titulado Violento y próspero: el auge del aguacate en México y su relación con el crimen organizado, Le Cour y Frissard relatan que a principios de la década de los 2000 el grupo conocido como Los Zetas, conformado por militares y marinos desertores, llegaron a Michoacán para extorsionar a empresas y personas del sector agrícola.

Luego surgió otro cártel conocido como La Familia Michoacana, que en 2009 convocó a una reunión con los productores de aguacate que poseían huertas de más de cinco hectáreas. En el encuentro el grupo delictivo ofreció a 300 asistentes protegerlos de las extorsiones de Los Zetas, a cambio de una “cooperación”.

Más tarde la misma Familia Michoacana extorsionó a los productores, como después lo hizo otro grupo conocido como Los Caballeros Templarios. Con base en entrevistas realizadas a productores, Le Cour y Frissard estimaron que esta última organización delictiva llegó a recaudar hasta 225 millones de pesos anuales por arrebatarle dinero a los trabajadores del aguacate.

Cansados de las extorsiones, y siguiendo la tradición de los latifundistas que utilizaban hombres armados para proteger sus propiedades, los productores de aguacate se organizaron para crear sus propios cuerpos de seguridad.

“Varios entrevistados informaron que los productores de aguacate se han acercado a grupos criminales, pidiéndoles que garanticen su protección, incluso contra la fuerza pública”, explican los autores del estudio.

Si bien las cifras oficiales muestran que en los últimos años la tasa de homicidios disminuyó o varió poco en algunos municipios de producción aguacatera, otros delitos contra la extorsión continuaban.

Este escenario facilitó la aparición de grupos de autodefensa y milicias privadas en Michoacán, con el financiamiento de productores locales. En Tancítaro, por ejemplo, se creó el Cuerpo de Seguridad Pública de Tancítaro (CUSEPT).

“Entre los productores de aguacate, la opinión unánime parece ser que las cantidades que pagan para financiar el CUSEPT o las autodefensas son siempre inferiores a las cuotas de extorsión que cobran los grupos criminales”, señalan Le Cour y Frissard.

Esta decisión conllevó que el aguacate estuviera en medio de una dinámica de violencia: por un lado los productores eran extorsionados, pero al mismo tiempo se defendían con más violencia.

A más campos de cultivo, mayor deforestación

Los grupos del crimen organizado no solo influyen en la industria del aguacate a través de las extorsiones, también lo hacen con la ampliación de los terrenos que se utilizan para sembrar esta fruta.

Según el estudio, entre 1976 y 2000, Michoacán tuvo una deforestación neta de 521 mil 426 hectáreas de bosque templado y tropical, mientras que las tierras agrícolas crecieron en 247 mil 042 hectáreas. Entre 1976 y 2005, la meseta Purépecha, donde se concentra gran parte de la producción aguacatera, experimentó una deforestación neta de 20 mil 032 hectáreas, mientras que las tierras agrícolas aumentaron en 13 mil 902 hectáreas.

Algunas de las personas entrevistadas por Le Cour y Frissard explicaron que los grupos del crimen organizado participan en estos procesos de deforestación. Un productor dijo: “vas con un grupo, le dices que quieres limpiar una zona y pues les pagas o te arreglas con ellos, les dejas talar el monte, por ejemplo… Y pues los grupos van, matan, sacan a la gente, talan, pero luego, después de un par de meses o años, pues ahí mero ves una huerta de aguacate certificada (para la exportación)”

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Mapa del informe “Violento y próspero: el auge del aguacate en México y su relación con el crimen organizado”.
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Mapa del informe “Violento y próspero: el auge del aguacate en México y su relación con el crimen organizado”.

Algunas personas adultas mayores entrevistadas señalaron que “ya no reconocían su región y se quejaron del aumento de las temperaturas debido a la deforestación desenfrenada y a la escasez crónica de agua”.

El aumento de los cultivos de aguacate no solo ha traído un impacto en la escasez de agua, autoridades han advertido que este crecimiento descontrolado ha puesto en riesgo el hogar de la mariposa monarca, que cada invierno suele llegar a Michoacán. La calidad del suelo también se ve afectada e incluso en un futuro la tierra podría ser infértil para el cultivo.

Ante este panorama, Le Cour y Frissard concluyen que a pesar de que la industria aguacatera es muy regulada, “la producción de aguacate es inseparable de la dinámica de violencia y violación de los derechos humanos que forma parte del negocio”.

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