Por esta razón Sarkozy no quería que iniciara su juicio por corrupción
Nicolás Sarkozy ha negado haber cometido actos delictivos. Foto: Reuters

Kim Willsher/The Guardian

Nicolás Sarkozy, el expresidente francés, hará historia el lunes en la tarde cuando vaya a juicio acusado de corrupción y tráfico de influencias por tratar de sobornar a un juez a cambio de información.

Su presencia en la corte muy probablemente será breve ya que uno de sus abogados argumenta que el coronavirus lo pone en peligro y pidió a los jueces que pospongan el juicio.

Sarkozy, de 65 años, ha negado las acusaciones en repetidas ocasiones y dijo a la televisión francesa que está listo para la batalla en la corte.

“Soy combativo, no tengo la intención de ser acusado de nada que no haya hecho. No soy corrupto y lo que me han hecho es un escándalo que pasará a los anales. La verdad saldrá a relucir”, dijo Sarkozy a la BFMTV.

El caso es el primero de una serie de investigaciones en contra del político de derecha que gobernó Francia entre 2007 y 2012 en llegar ante el juez después de años de intentos para tratar de retirar o anular los cargos.

En un caso conocido como las “escuchas”, la parte acusadora alega que Sarkozy y su abogado, Thierry Herzog, trataron de sobornar a un magistrado, Gilbert Azibert, para que les entregara información de otra investigación en contra del mandatario francés. A cambio, Sarkozy ofrecía a Azibert asegurar un trabajo en la Costa Azul.

La audiencia ya se pospuso una vez y seguramente volverá a suceder. Azibert, de 74 años, dice que es demasiado viejo como para viajar desde su hogar en Bordeaux y arriesgarse a contraer coronavirus. Se espera que el presidente de la corte abra la audiencia y ordene un examen médico para Azibert.

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Sarkozy es blanco en varias investigaciones legales, desde alegatos por recibir financiamiento ilegal del difunto líder libio Muamar el Gadafi y por recibir dinero de la venta de armas a Pakistán.

Los detectives franceses empezaron a monitorear las llamadas de Sarkozy desde septiembre de 2013 como parte de una investigación por haber recibido sin declarar un donativo ilegal de Gadafi para financiar su campaña presidencial en 2007.

Lo que escucharon en las conversaciones grabadas los llevó por una nueva e insospechada dirección. Se descubrió que el exmandatario y Herzog se comunicaban en “secreto” utilizando teléfonos móviles registrados con nombres falsos. El teléfono de Sarkozy estaba registrado con el nombre de Paul Bismuth.

Se registraron conversaciones en estos teléfonos que hacían sospechar que Sarkozy había estado en contacto con Azibert, entonces miembro del Tribunal de Casación, la corte de mayor importancia en Francia, vía Herzog para solicitar información confidencial sobre una investigación paralela sobre si Sarkozy había recibido donativos de la heredera de L’Oréal, Liliane Bettencourt.

Se confiscaron los diarios de Sarkozy como parte de la investigación de Bettencourt, y el expresidente quería que Azibert averiguara qué pensaban hacer con ellos. A cambio, le prometió apoyar una sinecura en Mónaco.

Finalmente se canceló el caso Bettencourt, pero la investigación por corrupción y tráfico de influencias relacionada con las llamadas escuchadas ya estaba abierta.

Sarkozy ha negado siempre cualquier mal comportamiento en el pasado y en el presente. Antes declaró que las acusaciones de Bismuth eran un “insulto a su inteligencia”.

Herzog también dijo que los micrófonos y las grabaciones telefónicas rompían con las reglas de confidencialidad con el cliente, pero todos sus intentos para que se deseche la evidencia y el caso han fallado.

Los tres acusados, Sarkozy, Herzog y Azibert están acusados de “corrupción” y “tráfico de influencias”. Herzog y Azibert también están acusados por “violar secretos profesionales”. Todos corren el riesgo de recibir condenas de hasta 10 años y multas muy elevadas en caso de ser encontrados culpables.

En la denuncia, la Fiscalía Nacional Financiera PNF, acusó a Sarkozy de comportarse como un “delincuente experimentado” y acusó a sus abogados de “paralizar” la investigación con varias apelaciones. 

Los seguidores de Sarkozy, incluyendo a la ex ministra de justicia, Rachida Dati, acusan por su parte a la PNF, que se creó durante el gobierno de su sucesor, el socialista Francois Hollande, de administrar la “justicia política”.

Sin embargo, Fabrice Arfi, editor senior del sitio de noticias Mediapart, que ha realizado varias investigaciones a fondo en diferentes casos de corrupción dijo a The Observer que los intentos de Sarkozy de distraer la atención y apuntar hacia un sistema legal y político son por “mero populismo”.

“Se trata de un juicio histórico por la justicia en Francia y se trata del primer presidente que aparecerá ante la corte acusado por corrupción. Es absolutamente crucial y tal vez se trate de la prueba más grande para los jueces anticorrupción de Francia”, dijo Arfi.

“Sarkozy está en juicio, pero en lugar de responder a las acusaciones, lo que ha tratado de hacer es apuntar su dedo hacia el sistema de justicia de Francia para juzgarlo. Tenemos un expresidente que se comporta como Berlusconi y Trump”.

Se espera que Sarkozy se presente en la corte el próximo año en otro caso, el “asunto Bygmalion”, en el que se le acusa de gastar los fondos de su campaña de reelección de 2012. No hay fecha todavía para audiencias para las otras investigaciones.

Traducido por Leonor Guerrero

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