Biden encierra a niños migrantes, ¿le sigue importando al mundo que Trump se haya ido?
"Los remolques en el campo están etiquetados con nombres como Alpha, Charlie y Echo, nombres que se usan comúnmente en prácticas militares de detención como Guantánamo Bay". Fotografía: FOLLETO / Reuters

Por Moustafa Bayoumi/The Guardian

Esta semana, la administración Biden hizo lo impensable. Volvió a abrir un centro de detención infantil de la era de Trump. Este se encuentra en Carrizo Springs, Texas, y solía ser el campamento de un campo petrolero. Se espera que albergue a 700 niños de entre 13 y 17 años y decenas de niños ya están allí.

Esto es terrible y me recuerda a uno de los peores abusos de los años de Trump. Y como no sabemos qué es lo que va a pasar a largo plazo, lo que sí sabemos es esto: los niños que están solos merecen compasión, no detención. En lugar de buscar soluciones nuevas y mejores, la administración Biden está tratando de vendernos la imagen de una prisión más amable y más gentil.

¿De qué otra forma vamos a entender las palabras de Mark Weber, vocero de los Servicios de Salud y Humanos, HHS por sus siglas en inglés, la agencia que supervisa el bienestar de los niños migrantes que no están acompañados? Weber dijo al Washington Post que “la administración Biden se está alejando del ‘enfoque policial’ de la administración Trump a uno en el que el bienestar de los niños es más importante”. Eso puede sonar muy bien pero ¿qué tanto bienestar trae poner en la cárcel a los niños? Y por si no creen que se trata de una cárcel, es bueno que sepan que “los adolescentes que están solos no van a poder dejar el refugio”, como reportó el sitio de noticias BorderReport.com.

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La cosa se pone peor. La operación del campo “se basará en un sistema federal de administración de emergencia”, en donde “los trailers llevan letrero con nombres como Alfa, Charlie, Echo”, que son muy comunes en las prácticas de detención militar. Por ejemplo, Camp Echo, es un sitio muy famoso en la bahía de Guantánamo. Y aunque los miembros del staff no utilizan ropa militar, por suerte, el vocero del gobierno se detiene a explicar que “usarán playeras blanco y negro con leyendas de su actividad: administrador de casos de desastre, apoyo de incidentes, administración de emergencias” y que “hay un trailer de colores en la entrada, en la que cuelgan flores, mariposas, y posters hechos a mano desde 2019 cuando se abrió Carrizo”.

Por favor. El problema con este tipo de lenguaje es que esconde la brutal realidad de un campo de detención y lo quiere esconder bajo la cursi retórica de un campamento de verano.  La historia del Post describe el centro como un lugar de 27 hectáreas en donde “grupos de trailers color beige rodean el comedor que se encuentra dentro de una tienda, un campo de futbol y una cancha de basketball. El hospital se encuentra dentro de una tienda azul con camas blancas en el interior. El trailer de servicios legales tiene un banderín en el techo con la palabra “Bienvenidos”, en español. Hay trailers que funcionan como salones de clase, una peluquería, y un salón de belleza”. ¿A quién hacen sentir bien esos banderines de “bienvenidos”, a los que encarcelan o a los encarcelados?

¿Creen que no soy generoso? Que la administración Biden sólo quiere articular para el público que el esquema de detención va a ser más sano que el de Trump. Bueno, si ese es el caso, entonces las preocupaciones por la salud, especialmente durante una pandemia, tendrían que ser extremas. El gobierno nos dijo que estos niños llegarán a Carrizo Springs después de un periodo de cuarentena y que se les hará la prueba de Covid antes de entrar. Sin embargo, cuando BorderReport.com le preguntó a HHS si la prueba se realizaría a todos los que entren a las instalaciones, o sólo a los chicos, no se dio una respuesta directa.

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La cosa no se detiene aquí. A pesar de las palabras que profiere la administración, estos niños se enfrentan a una situación terrible y posiblemente ilegal. En 1997, el acuerdo de una demanda colectiva estableció los estándares para la detención y liberación de menores solos que las autoridades tenían bajo custodia. En una emergencia, el gobierno puede detener a los niños hasta 20 días mientras los reúne con su familia o los coloca con un patrocinador.

Mientras tanto, Carrizo Springs es un sitio seguro, los niños no puede irse, no tiene licencia del estado de Texas, lo opera un contratista del gobierno para la Oficina de Reubicación de Refugiados, y se espera que albergue a los niños durante 30 días, como reportó el Washington Post, lo cual es obviamente más que los 20 días que dicta el acuerdo Flores. La detención es muy cara ya que tiene un costo de 775 dólares diarios por niño, en comparación con los 290 dólares diarios de los centros permanentes.

Todos estos hechos tan desconcertantes en torno a este centro de detención deberían provocar una gran furia en todos nosotros pero la administración Biden quiere evitar las críticas asegurando que su versión de la detención de niños es considerada y humana, incluso cuando los niños llegan en camionetas sin marcas a un campo de internamiento que está en un lugar remoto y de difícil acceso.

¿Parece que nos están dando gato por liebre? A mí sí me lo parece. No es tan malévolo como las políticas de separación de Trump, pero si nuestra forma de juzgar la conducta política ahora es comparando si es “mejor” o peor” que con Trump, entonces estamos colocando las acciones de Trump como nuestro nuevo estándar de comportamiento. Y si hacemos esto, perdemos, cualquier sentido genuino de juicio.

No hay duda de que con el creciente número de niños que llegan solos a la frontera durante la pandemia del Covid la administración Biden se enfrenta a un difícil camino por delante. Pero hacer crecer un sistema desacreditado de tiempo atrás que detiene niños no puede ser la respuesta, sin importar que tan bien quiera el gobierno que suene.

Cada gobierno da su mensaje. Pero si caemos, la culpa no es de ellos, es nuestra.

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Moustafa Bayoumi es autor de libros premiados: How Does It Feel To Be a Problem?: Being Young and Araba in America y This Muslim American Life: Dispatches from the War on Terror. Es profesor de inglés en Brooklyn College, CIty University de Nueva York.

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