‘Sólo nosotros sabemos lo que hemos visto’: migrantes del ‘Quédate en México’
Un solicitante de asilo hondureño tiene un emotivo reencuentro con un voluntario de la iglesia a su llegada a los Estados Unidos en Brownsville, Texas, el 26 de febrero de 2021. Fotografía: John Moore / Getty Images

Un polvoriento balón de futbol se quedó solo y abandonado hace unos días en una casa hecha con carpas de plástico, amarradas a los árboles, que se mueven con el viento en la ciudad mexicana de Matamoros. 

Durante las próximas semanas, se espera que la viñeta de los refugios abandonados tenga muchas réplicas en el campo de migrantes que se encuentra entre los linderos de la ciudad y el agitado río Bravo, al otro lado de la frontera del sureste de Texas.

Cientos han estado flotando entre la vida y la supervivencia desde que el programa de Donald Trump llamado “Quédate en México” se implementó en 2019 y esperaban que sus casos se procesaran en EU.

Después de una demora de 11 horas, las personas empezaron a dejar el campamento para pelear por sus casos de asilo en EU.

También lee: Familias migrantes separadas bajo Trump podrían reunirse y quedarse en EU

Casi 25 mil personas de 70 mil que cruzaron la frontera entre México y EU y fueron regresados, bajo los Protocolos de Protección de Migrantes, MPP por sus siglas en inglés, son elegibles ahora para que su proceso se repita, ahora en el lado estadounidense.

Joe Biden prometió procesos migratorios “más justos, ordenados y humanos” y ordenó al departamento del interior que revisara los MPP.

Si los campamentos como los de Matamoros se vuelven obsoletos, pocos los extrañarán.

El Departamento de Seguridad Interior durante del gobierno de Trump dijo que los migrantes que se vieran obligados a esperar “recibirían de México la protección humanitaria adecuada durante su permanencia”.

Yorlene, una madre hondureña que viaja con sus hijas de 10 y 15 años y que pidió que no se publicara su nombre por razones de seguridad, no recibió mucho ayuda cuando la regresaron a una zona que el mismo departamento de estado de EU considera peligroso para los estadounidenses a causa del crimen y los secuestros.

No recibió ninguna ayuda y al principio sólo permaneció en una plaza de concreto junto a la carretera que cruza la frontera por el puente internacional que une a Matamoros con Brownsville, Texas.

“Allí vivíamos”, dijo Yorlene, apuntando al pavimento. “Echábamos algo al suelo y allí dormíamos. Durante tres meses viví así con mis hijas”.

Ahora lleva 18 meses esperando.

El campamento de Matamoros creció con el tiempo cuando miles empezaron a llegar para huir del peligro, la pobreza, la corrupción y la violencia en Centroamérica.

Lee: Mientras el ‘Quédate en México’ de Donald Trump termina los migrantes celebran

Las tiendas que les regalaban empezaron a llenar la plaza y se extendieron hacia un parque enrejado. Los migrantes fueron reubicados lejos del ojo público, más cerca del río, en una zona que frecuentan los traficantes de drogas y los contrabandistas:

“Sólo nosotros sabemos lo que hemos visto”, dijo otra madre hondureña a The Guardian, que tampoco quiso revelar su identidad por cuestiones de seguridad.

“Nos bañamos en ese río por donde pasaban flotando cuerpos en descomposición, sin cabeza,o animales descompuestos”, dijo. Otros contaban cosas parecidas.

Un cuerpo humano sin cabeza normalmente indica que el cártel de drogas decapitó a alguien en la zona. Un cuerpo humano con cabeza podía ser el de un migrante que se ahogó al intentar cruzar el Río Bravo.

La mujer hablaba sentada en un tapete en el interior de una tienda en un campamento vecino, con otras dos madres, que usaban varios calcetines, suéteres y cobijas alrededor de sus cinturas,  una mañana del mes pasado en una de las noches más frías del año en región, cuando se alcanzaron temperaturas mortales.

El gobierno mexicano instaló rejas para que el campamento estuviera lejos de los reporteros y los habitantes de la localidad. En un lado había una pequeña abertura por la que entraban con frecuencia los maña, un término que se usa para describir a los miembros del cártel.

Los peligros acechan. Las mujeres con niños, pero especialmente las que viven solas, como Iris, de 26 años, que viajó desde El Salvador, se mantienen en alerta durante las noches.

“Eran cerca de las 12 de la noche. Las 12, porque vi el reloj”, dijo Iris, mientras recuerda un incidente en su tienda a mediados de febrero.

“Escuché un ruidito, el cierre de la tienda, “, dijo Iris. Un hombre estaba agachado fuera de su tienda tratando de entrar”, dijo.

La noche era fría y el viento soplaba.

No te pierdas: Han muerto 6,500 migrantes en Catar mientras se prepara para la Copa del Mundo

“¡Ay, Dios mío!’ dije, y vi que trataba de abrir el cierre. Pero no pudo hacerlo porque yo tengo un pequeño candado adentro”, dijo. Sacó su teléfono de abajo de la pila de cobijas que la tapan y llamó a su vecino de tienda, un hombre que acampaba a unos pasos.

Cuando su teléfono sonó, el intruso se espantó. Esa noche, Iris se cambió a la tienda de una amiga, Dayana, para dormir con ella y su hermanito de 10 años.

Jodi Goodwin, abogada de migración que apoya desde el inicio del MPP a los migrantes en Matamoros, dijo que era difícil para los migrantes preparar sus casos para la corte sin un ambiente seguro y sin consejeros.

Omar Castañeda, un hondureño de 54 años, padre de dos, dijo de la audiencia con migración de EU que se realizó en la llamada tienda de la corte a un lado del puente internacional de Laredo, un poco más al oeste de Texas.

Después de regresar al lado mexicano, se le acercaron unos hombres que piensa eran del cártel que operaba en esa región.

“Cuando hablamos con ellos, preguntaron la contraseña”, dijo Castañeda.

Los cárteles que operan en la frontera extorsionan a los migrantes que viajan solos a cambio de una contraseña que les permita moverse libremente por las rutas de contrabando del crimen organizado.

“Les tuvimos que enseñar los papeles… Se ponen enfrente del puente y vigilan a todos los que pasan. Si no tienes una explicación, te llevan”, dijo Castañeda.

Contó que a él y a sus hijos los secuestraron. Los cárteles tienen en la mira a los migrantes y si descubren que tienen familiares en EU piden rescate.

Algunos abogados como Charlene D’Cruz, que representa a Castañeda, esperan que incluso la gente que perdió sus casos de asilo mientras esperaba en México por temor, puedan conseguir un permiso para entrar a EU y obtener la asesoría necesaria.

“Las personas que tienen casos cerrados… los arruinó uns sistema injusto y cruel.¿Por qué tienen que sufrir más?”, dijo D’Cruz.

La semana pasada, apenas unas horas antes de que el primer grupo de 27 personas del campamento, incluyendo a Castañeda, pudieran entrar a EU, se sentía una atmósfera de jovialidad.

El canto de los niños flotaba por encima de las rejas y el alambre.

Las personas que ayudan en el campamento celebraban mientras los 27 cruzaban caminando el puente para llegar a Texas y luego a un autobús que los llevaría a otros autobús o a un avión para reunirse con su familiares de EU, o con sus patrocinadores hasta que reciban una fecha en la corte.

En donde hubo tristeza y frustración, corrían ahora las lágrimas de alivio y las sonrisas precavidas entre los que regresaban a EU después de esperar tanto tiempo.

Los que quedaron atrás esperan ser los siguientes.

Dios sabe que estamos aquí, olvidados por el mundo”, dijo la mujer hondureña que comentó lo de los cuerpos en el río.

Agregó: “No somos malos. Somos seres humanos que sentimos, igual que tú”.

Durante los próximos días, funcionarios de EU empezarán a procesar de nuevo a todas las familias del campamento de Matamoros, alrededor de 700 personas, que son elegibles. Después empezarán a asesorar a otros del mismo lugar y de otras partes de México.

Iris perdió a sus compañeros de tienda cuando Dayana y su familia entraron a EU el viernes.

Está preocupada por las noches sola que le esperan. 

“Se están metiendo a las tiendas”, dijo Iris el viernes en la noche, en un mensaje de WhatsApp, haciendo referencia a los hombres que tratan de entrar a las tiendas de las mujeres mientras duermen.

Ella no es elegible para un nuevo proceso porque un juez de EU le negó asilo por las amenazas de muerte que ha recibido por parte de las pandillas de criminales en El Salvador. También le negaron la apelación. No está segura de lo que vaya a pasar después.

Te recomendamos: Primeros migrantes cruzan de México a EEUU al entrar en vigor nueva política de Biden

Unos días después, Iris dijo que el campamento estaba muy vacío, y que las mujeres solas se acompañan en las noches.

Las lonas de las tiendas que se usaban para dormir en el campamento ahora se mueven con el viento porque quedaron abandonadas.

En las pocas tiendas ocupadas otros resisten, y se preguntan cuándo o si alguna vez acabará el “quédate en México”.

Síguenos en

Google News
Flipboard