¿Tendrá éxito el gobierno de ley en donde el Congreso falló y hará responsable a Trump?
Foto: Chris Kleponis/EFE

De pie en la corte, el expresidente se declaró no culpable de cargos de crímenes financieros que insiste son parte de una cacería de brujas con fines políticos. Jacob Zuma, alguna vez líder populista de Sudáfrica, fue una humilde figura y ofreció una mirada potencial de lo que puede ser el futuro de Estados Unidos.

Un destino similar para Donald Trump parece más probable por los reportes de que los fiscales de Nueva York convocaron un gran jurado para decidir si lo acusan con cargos criminales.

Los juristas examinarán la evidencia que se juntó durante la investigación de dos años del fiscal de distrito de Manhattan sobre los acuerdos empresariales del expresidente de EU y sobre unos supuestos pagos de dinero que se ofrecieron a mujeres por su silencio de su parte.

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Hay mucho camino por recorrer, pero esta es una señal de que el brazo largo de la ley puede llegar a lugares en donde el Congreso, en especial el partido republicano, fracasó consistentemente en hacer responsable de sus actos a Trump.

Los fiscales tienen una buena oportunidad de mantener la percepción de la independencia porque la decisión sobre los cargos queda en un jurado formado por ciudadanos que estudian la evidencia en secreto en lugar de con el Departamento de Justicia del demócrata Joe Biden.

Biden y su procurador general, Merrick Garland, se asegurarán de permanecer lejos del caso para evitar cualquier tipo de interferencia política. Si el jurado va en su contra, Trump sería el primer expresidente de EU acusado de un crimen.

Esto daría lugar al juicio del siglo, un adecuado espectáculo trumpiano dominando la escena. Neal Katyal, un procurador general en funciones, dijo a la cadena MSNBC: “Creo que es una señal en potencia de que parece que Donald Trump cambia de la presidencia a su siguiente turno en la TV, y aparece como acusado”.

Una acusación criminal y sentencia en la cárcel sería para los admiradores de EU una evidencia del imperio de la ley, y por sus detractores como la búsqueda de venganza de un líder de un estado fracasado.

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Trump estará dispuesto a jugar con esos temores cuando reanude sus mítines de campaña. Dijo en una declaración el martes: “Esta es la continuación de la mayor cacería de brujas en la historia de EU”.

Agregó puntualmente: “Es interesante que hoy una encuesta indica que voy por mucho a la cabeza de las primarias presidenciales republicanas y de la elección general de 2024”.

El hecho de que el mensaje sea trillado y predecible no lo hace menos poderoso entre sus seguidores más asiduos. La investigación de Rusia del consejero especial Robert Mueller y el impeachment de Trump sobre su quid por quo, una cosa por otra, con Ucrania, fueron temas regulares en la campaña de Trump.

Cuando se reanuden los mítines hay que esperar a que regresen estos temas viejos combinados con nuevos materiales: cómo la insurrección del 6 de enero fue un día de diversión y los seguidores besaban a la policía, solo para que los antifa los atacaran y cómo el caso del fiscal de distrito de Manhattan es una conspiración democrática diseñada para acabar con los planes de Trump para reelegirse.

Los fiscales no pueden permitir que esas tonterías los hagan cambiar el rumbo. Trump siempre va a encontrar quejas para usarlas como armas. Con la ayuda de los medios de derecha y del partido republicano aquiescente, podrá asegurar millones de votos pero no los suficientes para ganar el voto nacional popular y las encuestas actuales sugieren que tampoco el colegio electoral.

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Una campaña electoral de Trump en 2024 depende de muchas variables: su edad, cumple 75 el mes próximo, el llamado del campo de golf, el desempeño de los republicanos en  las elecciones de medio término en 2022, si los republicanos producen una alternativa viable y cómo se desempeña la economía de Biden. Pero el gran jurado podría sabotearla antes de que comience. 

En Estados Unidos, cualquier cosa es posible. Después de cuatro o cinco años a partir de ahora, Trump podría regresar a la Casa Blanca, o podría estar en prisión. Sólo los valientes o los imprudentes apostarían.

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