Daniel Ortega, listo para retener la presidencia de Nicaragua tras la represión de sus rivales
Un hombre pasa junto a una pancarta que representa a Rosario Murillo y Daniel Ortega en Managua. Foto: Reuters

Los líderes autoritarios de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, están preparados para extender su gobierno sobre el país centroamericano golpeado por la crisis con una elección que los opositores y gran parte de la comunidad internacional han denunciado como una farsa.

Ortega, el rebelde sandinista que dirigió Nicaragua durante la década de 1980 y ha gobernado continuamente desde 2007, buscará un cuarto mandato consecutivo sin precedentes en la contienda de este domingo, que sigue a una despiadada represión política de seis meses contra sus rivales.

Siete contendientes presidenciales han sido encarcelados o puestos bajo arresto domiciliario desde mayo, mientras que otros importantes críticos han huido a Costa Rica, Estados Unidos y Europa, y se ha prohibido la entrada al país a periodistas extranjeros.

En las últimas semanas, a los reporteros de CNN, Le Monde, New York Times , NPR, Washington Post y el periódico hondureño El Heraldo se les ha impedido ingresar a Nicaragua para presenciar los procedimientos.

Tiziano Breda, especialista en Centroamérica de Crisis Group, dijo que el ataque de Ortega a la atribulada oposición de Nicaragua significó que había pocas dudas sobre el resultado de las elecciones, que se espera se anuncie en las primeras horas del lunes.

“(Si Ortega perdiera) sería un gran giro en la trama, pero no veo que suceda”, añadió Breda, quien pronosticó que el exguerrillero de izquierda, que ayudó a rescatar a Nicaragua de la dictadura en la década de 1970, obtendría entre 60% y 70% de la votación.

Breda consideró que la represión se debió en gran parte al temor de Ortega de perder el poder y ser procesado por una represión mortal ocurrida en 2018 contra las protestas lideradas por estudiantes en las que cientos de personas murieron.

“Ha demostrado que la supervivencia política supera cualquier posible presión interna o externa. Para él era una cuestión de vida o muerte asegurar la reelección el domingo”, dijo Breda.

Jesús Tefel, activista político exiliado que huyó a Costa Rica en julio tras el encarcelamiento de una sucesión de aliados, describió la elección como una “farsa” e instó a la comunidad internacional a hacer más para ayudar a restablecer la maltrecha democracia de Nicaragua.

“Lo que tenemos ahora en Nicaragua es un dictador y un sistema dictatorial, que está pisoteando cada uno de nuestros derechos. Es como la dictadura perfecta”, dijo sobre Ortega y Murillo, su poderosa vicepresidenta y esposa.

“Este es un terrible precedente para la democracia global. El mensaje que envía es que puedes ser un dictador y no hay consecuencias. Esto alentará a otros dictadores, alentará a los enemigos de la democracia”, indicó Tefel, líder del grupo de oposición Unidad Nacional Azul y Blanca (Unab).

Zoilamérica Ortega Murillo, la hijastra separada de Ortega, calificó la elección como “un absurdo” y una forma de “realidad virtual”.

Está en marcha una guerra contra la verdad”, dijo Ortega Murillo, quien cortó lazos con los líderes de Nicaragua en 1998 después de acusar a Ortega de abuso sexual, durante una entrevista en Costa Rica, donde también vive en el exilio.

En declaraciones a la revista española Alfa y Omega, el exvicepresidente de Ortega, el exiliado escritor y exsandinista Sergio Ramírez, comentó: “Daniel Ortega decidirá el número de votos que obtenga”.

Ortega y Murillo han defendido la ola de detenciones, alegando que los objetivos eran delincuentes culpables de delitos “contra la patria” y que buscaban derrocar a su gobierno sandinista con un golpe de Estado respaldado por extranjeros. “No habrá marcha atrás”, declaró Ortega, de 75 años, en junio durante una rara aparición pública.

A pesar de esa retórica de línea dura, Breda sospechaba que los líderes de Nicaragua cambiarían de rumbo después de las elecciones. Hasta ahora, Ortega se ha centrado en garantizar la victoria intimidando a la oposición para que se someta. Después de asegurar un cuarto mandato, Breda predijo que trataría de calmar la situación y aplacar a la comunidad internacional proponiendo un “diálogo” con miembros de la oposición y la comunidad empresarial.

“Espero un cambio de táctica, porque tendrán un objetivo diferente después del 7 de noviembre”, dijo Breda. “Creo que es consciente de que tendrá que buscar un acuerdo de gobernabilidad con algunos sectores que son cruciales para el funcionamiento del Estado y para la estabilidad económica general del país”.

Se espera que miles de nicaragüenses exiliados marchen por las calles de la capital de Costa Rica, San José, este domingo para protestar contra lo que muchos ven como la transformación de Nicaragua en un estado policial.

Ana Quirós, activista feminista y exsandinista que se encontraba entre las organizadoras, dijo estar convencida de que más temprano que tarde Nicaragua experimentará un cambio político.

Tengo paciencia, tengo esperanza y tengo confianza”, declaró Quirós, quien fue despojada de su nacionalidad nicaragüense y deportada por respaldar la fallida rebelión de 2018.

Quirós admitió que la unidad era un desafío dadas las diferencias ideológicas y personales entre los enemigos de Ortega. “Me he sentado con gente con la que he pasado tantos años luchando, gente de derecha, gente que está en contra del aborto”, dijo. “Pero antes de que podamos discutir nuestras diferencias, tenemos que resolver esta situación y eso significa, en primer lugar, asegurar la liberación de los presos políticos“.

Ortega y Murillo han hecho caso omiso de las críticas a la elección. Cuando se le pidió que comentara las denuncias de irregularidades, el vicepresidente de Nicaragua habría enviado un correo electrónico de una palabra al Washington Post: “¡Gracias!

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