José A. Rodríguez-Manfredi dice que la NASA no aterriza nada sin cacahuates

Esta semana, la NASA fue una suerte de guía espiritual. Ver cómo desembarcaban un robot en Marte me puso a revisar todo esto del sistema solar, la luna, de las órbitas, los planetas, y recordé que no somos el centro del universo —literal y figurado—, que nuestros problemas tampoco son el fin del mundo y que convivimos gracias a unas leyes que nos marcan los tiempos. 

Una distracción de la pandemia, ni que fuera por los famosos siete minutos de terror del aterrizaje. Aunque, eso sí, nos mantuvimos en el campo de la ciencia. 

En este año que llevamos de Covid —y ahora, con Marte— cuanto más me entero de cosas relacionadas con virus, contagios entre seres vivos, químicas que funcionan y químicas que no, aparatos que transforman CO2 en O2… más increíble me parece que todo eso se sepa. Que sea. 

José Antonio Rodríguez-Manfredi me explicaba cómo era Marte hace millones de años como quien describe el parque donde fue a pasear el perro por la mañana. 

Este ingeniero español lidera el equipo que desde el Centro de Astrobiología (CSIC-INA), de España, diseñó la estación meteorológica MEDA, que acompaña a la sonda Perseverance en la misión Marte 2020 de la NASA.

Escuchándole confirmé lo que sospechaba: para mí, la ciencia es un acto de fe. Creo lo que me dicen los científicos aunque no lo entienda.

Si no, ¿cómo se explican que podamos mandar un robot a buscar restos fósiles a Marte y no a hacernos la compra en el super?

La-Lista: Viendo la primera imagen que la sonda mandó de Marte me pregunté: ¿es real?

José A. Rodríguez-Manfredi: Imagino (ríe).

L-L: ¿Cómo vivió el aterrizaje del jueves?

J.A.R.M: Pasaron por mi cabeza todos los sacrificios, esfuerzos y también los momentos buenos que hemos pasado estos años trabajando en la preparación de la misión. No podía cuanto menos evaluar todo ese esfuerzo con el riesgo que estábamos viviendo, aunque estamos en las mejores manos. Nuestros compañeros de la NASA hacen fácil lo difícil.

L-L: ¿Cuál fue su contribución?

J.A.R.M: Perseverance lleva a bordo una caja con siete herramientas. Una de estas, MEDA, es la que va a medir cómo es el clima, el tiempo marciano y una cosa muy importante: como es el polvo marciano. 

L-L:¿Por qué es tan importante?

J.A.R.M: El papel del polvo es equivalente al vapor de agua aquí, gobierna toda la dinámica atmosférica. Ese polvo tan fino, con esos vientos, puede pasar a la atmósfera y muchas veces puede retener mucha energía del sol y calentarla mucho.

Por otro lado, esas partículas tan finas pueden entrar en cualquier hueco del robot o de los instrumentos y pueden destrozarlos.

L-L: También comentaban que volar un dron ahí por primera vez es todo un reto.

J.A.R.M: La atmósfera de Marte es del orden del 1% de la terrestre. En un momento dado, había grandes volcanes que empezaron a dejar de funcionar y ya no inyectaban material y gas en la atmósfera. Dejaba, por tanto, de tener esa incorporación gas en el interior del planeta y al enfriarse, el campo magnético empezó a desaparecer.

Esto significa que para volar cualquier elemento, como un dron, necesita una una envergadura de ala mayor para aguantar su peso en el aire y el rotor tiene que girar cinco veces más rápido que en la Tierra por esa atmósfera tan débil.

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L-L: Complete la frase: “Para un ingeniero del espacio, la NASA es…”

J.A.R.M: El mejor compañero de viaje que uno puede tener para ir a Marte.

L-L: Y eso que febrero ha sido el mes marciano, con misiones de Emiratos Árabes y de China.

J.A.R.M: El escenario que se nos plantea en los próximos años es realmente prometedor con todas estas agencias que entran en el juego y además, también con las empresas privadas, como SpaceX y Boeing. 

Pero hoy por hoy, la experiencia de NASA todavía queda por ser igualada. Aterrizar [un rover] de más de una tonelada a un planeta a 200 millones de kilómetros es una tecnología de la que solo dispone NASA.

L-L: Y ustedes terminaron trabajando por ellos.

J.A.R.M: Fue a mediados de 2013. Sabíamos que estaba preparando una misión y buscaban instrumentos para ir a Marte con ellos. De 67 propuestas de todo el mundo, uno de los siete para acompañar al Perseverance fue MEDA. Recibimos la llamada con enorme ilusión y un poco de miedo por la responsabilidad. Construir [la estación] en casi siete años es un tiempo récord. 

L-L: Esta misión es para responder la pregunta de…

J.A.R.M: Ya sabemos que Marte hace 3800, 3500 millones de años fue un entorno cómodo para la vida, porque tenia océanos, tenia una atmósfera densa, calor. No queremos decir con esto que hubiera vida sino que las condiciones realmente eran favorables para que la vida podría haber surgido puesto que lo hizo en la Tierra en condiciones similares. No hablamos de dinosaurios, sino de microorganismos. Si en la Tierra surgió esa vida, ¿por qué no en Marte?

Si damos respuesta a esa pregunta, no será el descubrimiento del siglo sino de la historia de la humanidad. 

L-L: ¿Cómo se siente uno después?

J.A.R.M: Cada vez que respondemos una pregunta nos surgen 25 más.

L-L: La ambición humana es infinita.

J.A.R.M: Siempre hay la ilusión y el empuje.

L-L: ¿Por qué se dedica al espacio?

J.A.R.M: Cuando era pequeño miraba los puntitos estos blancos en el cielo y veía en el cine las misiones de la NASA, los centros de control, y yo quería estar ahí. 

Cuando tuvimos la oportunidad de participar por primera vez en la NASA, con [la misión] Curiosity, recuerdo el momento en que estaba viendo despegar el cohete y me puse a llorar como un niño, porque estaba haciendo realidad ese sueño de la infancia. 

L-L: ¿Cómo le ha cambiado la forma de ver la vida?

J.A.R.M: En darme cuenta de que no soy el centro del universo y que debemos encontrar nuestra posición.

L-L: ¿De qué habla usted con sus amigos?

J.A.R.M: Me gusta mucho la filosofía. He tenido que buscar herramientas mentales para que mi vida no sea por completo ir a Marte y la ciencia y la tecnología porque, cuando vives con pasión algo puedes llegar a olvidarte del resto de tu vida.

Pero en ocasiones como esta, todo el mundo quiere saber qué novedades había, o anécdotas de esos siete minutos del terror [del aterrizaje].

L-L: Cuénteme una.

J.A.R.M: Compartimos una tradición de NASA de tomar cacahuetes en el aterrizaje. NASA había intentado posar un vehículo sobre la luna y no funcionaba. En 1964, tal vez por ansiedad, alguien llevó un paquete de cacahuetes, de maní, y en esa ocasión aterrizó. La tradición cuenta que fue gracias a los cacahuetes, no porque lo hicieron bien.

L-L: La superstición se acaba imponiendo a la ciencia.

J.A.R.M: Puede ser, seguro que los hay en ciencia. Pero es un toque gracioso que ayer también iniciamos en España.

L-L: ¿Se iría usted a Marte?

J.A.R.M: Sí, pero con billete de vuelta.

L-L: Debería confinarse los siete meses de viaje en la nave…

J.A.R.M: Cierto. Aquí en España tenemos un aislamiento perimetral. A veces bromeamos y decimos: “Iremos a Marte si se levanta el aislamiento en la Tierra”.