Sincronía y las señales de la vida…

Yo no soy una mujer que hable mucho de wellness, ni de temas espirituales. Todo lo contrario, constantemente estoy ansiosa y corriendo peligro de tropezarme.

Me caigo muy seguido y siempre traigo moretones, pues me muevo en chinga de un lado a otro, sin voltear a ver.

“Como bombero”, diría mi amiga Mara.

Pero ayer y hoy han sido días reflexivos – sin querer – lo cual le agradezco al universo, pues lo que fueron las celebraciones previas y posteriores al 8 de marzo, me traían ya muy agitada y aguerrida.

Pero ¿han visto cómo en la vida se nos juntan incidentes, que a simple vista no tienen nada que ver unos con otros?, pero que si pones atención y los hilas, te cae toda la historia, una señal, ¿o lo que tenga que caerte encima?

Yo ahora presto más atención que antes y la vida se ha vuelto más entretenida.

El martes vi a mi amiga María, quien ha estado en mi vida desde que tenemos 18 años y me conoce a la perfección. Ella es una de esas amigas, que puede dejar de verme mucho tiempo, pero siempre sabe qué traigo en la bolsa, de hecho sabe que siempre cargo dos (bolsas), sabe qué plumones me gustan, sabe qué cuadernos uso, y también sabe las cosas importantes.

De hecho sabe tanto, que me gusta verla para recordarme quien soy – y que me falta – para acabar de serlo.

“Escribir más”, dice siempre María.

Y tiene razón.

Al día siguiente me desperté temprano para ir al ejercicio, y no paraba de pensar en esto, en por qué no puedo acabar de sentarme a escribir, lo que quiero escribir.

Pero tuve la suerte de llegar a mi clase y encontrarme una maestra increíble, que además pone muy buena música. Varias de las canciones de su playlist, además de hacer latir mi corazón a toda velocidad, me sacaron de mi loop del presente, y me llevaron al pasado, me hicieron pensar en mis años viviendo en NY, y me recordaron sobre todo, la época cuando estuve entrenando para el maratón.

Yo jamás corrí antes de eso, de hecho me sentía absolutamente incapacitada para lograrlo, pero la idea de conseguir algo “imposible”, me sacó unas ganas brutales. Así que me levantaba a las 5:30 de la mañana para correr junto al río. Me costaba mucho trabajo el primer momento, hacía demasiado frío, estaba todo nevado, y a esa hora, absolutamente negro como boca de lobo. Pero me paraba de la cama, me ponía guantes, gorro y triple calcetín, y bajando a la puerta, me conectaba los audífonos – ponía mi playlist de running armado a la perfección – y me arrancaba.

Y todo esto, me hacía muy feliz.

Entonces acabando la clase, busqué dicho “running playlist” y caminé de vuelta a casa, pues quería estar un rato más, enganchada a todos estos recuerdos.

Pero como mi cabeza no se está quieta – nunca – en un mismo lugar, se movió del río y se fue a buscar el libro de Haruki Murakami, que me recomendó mi hermano cuando comencé a correr; su memoria de “What I think about when I think about running”.

Murakami es tan prolífico, que en una entrevista le preguntaron si cuando corría (él fue corredor durante muchos años), era cuando concebía las ideas e historias de sus libros, y el dijo que no, que él escuchaba música “relajada y poco pretensiosa” como The Lovin’ Spoonful, porque eran canciones que le recordaban los sesentas, y lo llevaban a un lugar lleno de recuerdos de esa época, detalles cotidianos, poco relevantes y probablemente – hasta aburridos – para el público en general, pero que para él eran importantes porque lo convirtieron en la persona que es hoy.

En su libro escribió que cuando corre y escucha música, se le aparecen estas escenas del pasado y automáticamente sonríe.

Murakami también dice que “correr es ejercicio tanto como es una metáfora”, pues como escritor te pones unos estándares muy personales, más allá de premios, o copias de libros vendidas, se refiere al hecho de escribir cada vez más y mejor.

Cuando corres y no eres un profesional, compites solo contigo, cuando entrenas tratas de mejorar tu tiempo y tu rendimiento, hacerlo cada día, mejor que el día anterior.

En ambas cosas, escribir mejor y correr mejor, tu oponente eres tú mismo.

Esta analogía me encanta.

Y comparto su pensamiento, tanto en el correr, como en el escribir. Y aunque ya quisiera escribir muchos libros (mínimo uno), como Murakami, todo esto me hace pensar en esa Sofía de la que habla mi amiga María, la que ya tiene que ponerse a escribir en serio, sólo por ella.

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Llegando a casa se acabo el viaje al pasado y armé esta sincronía de pensamientos, la de “esos incidentes que se juntan por algo”, como dije al principio de esta entrada.

Y así es como decidí que – el ver a María, que me dice que debo escribir más, escuchar música vieja, recordar mi entrenamiento para el maratón, y Haruki Murakami – se unieron para recordarme algo.

Hay mucha disciplina de por medio para correr un maratón, ya no tengo ni las ganas ni quiero arriesgar mis rodillas, pero también hay mucha disciplina de por medio para escribir todos los días, y no debo tirar esa toalla todavía; necesito un nuevo “imposible” que conseguir, y debe ser ese.

Y disculpen ustedes, por hilar estos eventos tan poco interesantes – para el público (como diría mi amigo Haruki) – pero la idea detrás de todo esto, es alentarlos a juntar las piezas y descifrar mensajes, de lo que sea, de lo que está pendiente, de lo que la vida – con suerte – te está avisando.