¿Vamos a quedarnos acongojados, culpando a los gobernantes de turno, al sistema educativo, a la maquinaria económica, a las desigualdades y las brechas o vamos a accionar de una manera concreta, activa, positiva y transformadora?
La situación de los niños vulnerables, desamparados, pobres, enfermos, inmigrantes ilegales, refugiados en tiendas de campaña, abusados por adultos o por el sistema es una puñalada al corazón de todos.
La básica empatía humana nos invade cuando somos testigos o nos enteramos de cualquiera de estas situaciones, cuando vemos niños pidiendo en las calles, trabajando ilegalmente, explotados por sus padres, víctimas de la neurosis, locura y violencia que son moneda corriente hoy en día.
Con el asunto de la pandemia lo que les describo se exacerbó y estas situaciones tan agudas, obvias y emergentes se combinaron con aislamiento, diferencias en la posibilidad de estudiar, cierre de espacios y organizaciones en donde los niños estaban protegidos para tener que volver a vivir con sus enemigos familiares, desmoronamiento de la salud mental y emocional.
Ya sean los miles de menores detenidos en la frontera de Estados Unidos o cualquier niño del mundo que vive bajo los niveles de pobreza esto nos tiene que movilizar a preguntarnos qué podemos hacer.
Tu y yo, cada uno de nosotros, ¿qué podemos hacer? ¿Qué estás sintiendo cuando lees mis palabras, qué emociones te invaden?
¿Vamos a quedarnos acongojados, culpando a los gobernantes de turno, al sistema educativo, a la maquinaria económica, a las desigualdades y las brechas o vamos a accionar de una manera concreta, activa, positiva y transformadora?
¿Vamos a señalar las fallas o por el contrario adueñarnos de nuestro momento presente, transformar los pensamientos y activar nuestra inteligencia emocional, nuestra verdadera empatía?
Desde el mindfulness y la inteligencia emocional tenemos herramientas para no sentir que nos quedamos de “brazos cruzados” y que cada una de los pensamientos y decisiones que tomamos ayudan y transforman las vidas de esos niños. Tenemos mucho por hacer y si empezamos desde el autoconocimiento les aseguro que nos convertiremos en una ONG más poderosa que todas las que existen en este momento.
Tú y yo podemos hacer un cambio real y profundo y comenzar ya mismo.
“Inteligencia emocional es darse cuenta de la emoción que estamos habitando, a qué nos invita y de ese modo poder gestionarse en nosotros y a los equipos o sistemas en donde habitamos.
Es una unidad de pensamiento, emoción, corporalidad y también de espiritualidad y desde esos dominios podemos aplicarlo en la gestión emocional. Lo que pensamos incide en las emociones, las emociones en los comportamientos y el cuerpo activa la mejor respuesta para buscar el comportamiento que necesitamos” explica Cristina Schwander, magister en inteligencia emocional, bioenergética coach advanced, Coach Ontológica Senior, cofundadora de la Universidad Siglo XXI, presidente de la Fundación Armos, escritora y emprendedora.
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Al comprender esto queda claro que hay muchas cosas a nuestro alcance para ayudar a los niños vulnerables ( o a cualquiera que consideramos que nos necesita), pero que para poder hacer el cambio tenemos que empezar por nosotros mismos desarrollando bases claras de inteligencia emocional y mindfulness desde adentro hacia afuera.
Una de las habilidades de la inteligencia emocional, entre las que se cuentan la autogestión y el autoconocimiento, es la empatía, y la experta Cristina Schwander explica que “empatía es ponernos en lugar del otro. Existe la empatía cognitiva y la empatía emocional pero siempre el primer paso es darse cuenta porque solo podemos intervenir en aquello que nos damos cuenta.
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