Los padres están ausentes, pero la herida paterna está presente y se vive de diferentes formas.
Es la frase que escucho día a día en mi práctica terapéutica y que reafirman las estadísticas del Inegi en 2009, en donde el 41% de los hogares en México carece de figura paterna, hablando solamente del abandono físico, descartando el abandono emocional que se presenta comúnmente.
Hoy les quiero hablar de la importancia de esta figura paterna y la reflexión interna que debemos hacer como sociedad de los roles de padre ideal que se han creado en la cultura patriarcal y cómo nos han llevado a estas paternidades ausentes.
En la sociedad patriarcal que vivimos se otorga cierto rol a los hombres y a las mujeres, incluyendo la crianza, el rol de cuidado personal, el aporte económico, la fuerza física. Todos estos roles llevan a que todas las personas tengan normalizado que el hombre es el proveedor de la casa y que tiene nulo rol en la crianza física y afectiva de los hijos. Otro de los roles impuestos a la figura masculina es la conexión que se tiene con sus emociones, cómo procesan la culpa, sus traumas, sus miedos, incluso el que un hombre llore o exprese sus emociones para muchos todavía está mal visto.
Esta relación disfuncional con las emociones que todas las personas tenemos ha también aplaudido la idea de que el hombre es más estable emocionalmente y la mujer es más vulnerable o “emocional”, diciendo y pensándolo como si ello fuera una característica intrínseca y aparte fuera negativa. La realidad es que todos somos seres emocionales y con una herida paterna muy marcada de la que también todas las personas somos parte.
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Muchos de los hombres sufren en silencio, tienen miedo a llorar, vergüenza a expresar su dolor y cualquier emoción que fue invalidada en su niñez y aplaudida por no “sentirla” en su etapa adulta. Este dolor lo podemos ver en ese abandono de nuestros padres, esa desconexión de sus emociones, y también en la violencia, dolor, abuso en el que vivimos. Y también se muestra en las estadísticas de suicidio donde los hombres están muy por encima de las mujeres.
Es una herida o lesión emocional que al no ser reparada o sanada por tu padre es repetida por ti.
Cuando somos niños y estamos desarrollando nuestra personalidad y nuestro ego, no tenemos un concepto claro de lo que somos. Creemos que todo lo que nos está sucediendo, sucede por nosotros, no a nosotros.
Si tenemos un padre que no es predecible, ni abusivo, ni nos abandona o rechaza , nosotros internamente creeremos que es causado por algo que nos hacía falta, que no hicimos o que no merecíamos. No vemos a un ser humano con sus propios traumas y abuso, vemos a un héroe que no nos ama.
Nuestros padres son humanos y lo seguirán siendo aunque sean padres. Humanos con traumas no resueltos, su propia falta de autoestima, amor y sus propias creencias limitantes.
Nuestro padre es el primer hombre con el que tuvimos una relación, incluso aunque no haya existido como tal. Él es la base de la relación que tenemos con los hombres en nuestra vida. Muchos de nuestros padres se sintieron avergonzados de sus emociones, sentimientos, no estaban conectados con ellos mismos, estaban avergonzados de mostrar debilidad, sentían miedo o pena si no podían dar a la familia seguridad o proveer lo que se necesitaba. Y muchos de ellos sufrieron abuso y abandono constante y se convirtieron en abusadores o padres ausentes.
Como adultos, nuestra relación con nuestro padre se torna la relación con los otros. Buscamos parejas como él u opuestas a él. Buscamos su aprobación en otros como también lo buscamos en él. Y muchas veces nos traicionamos en el intento de conectar con él.
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Esta herida paterna crea una personalidad para adaptarnos al mundo, y el identificarla e integrarla en tu vida es un paso importante a la maduración de todo ser humano.
El acercamiento al padre tiene más que ver con nuestro vínculo con él, que con la relación personal en sí misma. Puede ser que nuestro padre ya no viva o que simplemente no logramos relacionarnos con este. Por esto, el mero hecho de aceptarlo tal y como éste es, así viva o no, progresivamente permitirá que integremos nuestro ser y logremos al final una vida propia y plena. Construir o reconstruir el vínculo original con nuestro padre nos dará fortaleza, dirección, control e integridad en nuestra vida.
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Y como sociedad nos toca reflexionar qué podemos hacer para deconstruir esa idea de la figura paterna, y crear una en la que el padre sea emocionalmente activo en su rol de crianza y conectado a sus emociones.
Agradezco y aplaudo a todos esos hombres valientes que no se avergüenzan de ser humanos, a todos esos hombres que con coraje han tomado la responsabilidad de su propio crecimiento y evolución.
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La presentación será en la Explanada del Poliforum, el sábado 18 de mayo.