Tiempo de juniors

José Ramón López Beltrán no es el único hijo de un presidente que constantemente hace quedar mal al primer mandatario. Puede ser que políticos como Andrés Manuel López Obrador pasen décadas, por no decir que toda su vida, preparándose para asumir una posición de poder, pero esto no quiere decir que los hijos de los presidentes vayan a estar preparados para representar a una nación.

En 2009, el entonces presidente de España, José Luis Zapatero, posó con su familia en la Casa Blanca junto a Barack Obama, mostrándose públicamente por primera vez con sus hijas, un par de chicas de imagen gótica que escandalizaron al pueblo español con su look. Estanislao Fernández, hijo del actual presidente argentino, además de ser abiertamente gay es también un artista drag que ha puesto en “aprietos” a su padre Alberto Fernández, pues fake news lo culpan de usar el uniforme militar como atuendo de fiesta o incluso bailar voguing a ritmo del himno nacional.

El momento en que los padres deciden poner frente a los reflectores a sus juniors (es decir, a los más jóvenes de la familia), es un ritual muy común en las esferas de poder. Pero no solamente sucede en la política o en la realeza, también pasa en el espectáculo, y deriva de una costumbre de las familias nobles de Reino Unido en el siglo XVII, cuando presentaban en la corte a sus jóvenes hijas frente al rey y la reina 

Posteriormente, esta ceremonia dio lugar a la llamada “temporada social” de la clase aristocrática donde, entre otros eventos, las mujeres casaderas eran presentadas ante la sociedad en “bailes de debutantes”, una fiesta que diversos países adoptaron y que con el tiempo se fue filtrando a distintos niveles de la sociedad hasta terminar en eventos como la fiesta de la quinceañera en México y América Latina.

En 1939, el periodista Walter Winchell usó por primera vez en los medios de comunicación el término “celebutante”, una mezcla de “celebridad” y “debutante”, que hoy entendemos como aquellas mujeres y hombres jóvenes, herederos de familias con notoriedad, que también se convierten en celebridades por el simple hecho de ser los hijos de ricos, famosos y poderosos.

¿Sabías que Maya Hawke, una de las protagonistas de la exitosa serie Stranger Things, es la hija de los actores Ethan Hawke y Uma Thurman? La primera vez que viste Érase una vez en Hollywood de Quentin Tarantino, ¿sabías que Margaret Qualley es la hija de la actriz Andie McDowell y el modelo Paul Qualley?

Hace aproximadamente cinco años que la última camada de “celebutantes” ya acapara los medios. Empezó con modelos como Kendall Jenner del clan Kardashian, hija de Kris y Caitlyn Jenner; Kaia y Presley Gerber, hijos de la súper modelo Cindy Crawford y el empresario Rande Gerber; Mingus Reedus, hijo de la modelo Helena Christensen y el actor Norman Reedus. Al mismo tiempo que modelos como Kate Moss, Heidi Klum o Iman aparecieron en portadas de revistas internacionales presentando a sus vástagos.

Recientemente, el modelo, fotógrafo y chef-por-hobby, Brooklyn Beckam, hijo del futbolista David Beckham y de la estrella pop Victoria “Posh Spice” Adams, fue uno de los protagonistas de la fiesta Power of Young Hollywood, organizada por la influyente publicación Variety. Deacon Phillippe, hijo de los actores Reese Witherspoon y Ryan Phillippe, debutó como actor, mientras que Lily-Rose Depp, hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis, se sigue posicionando como actriz, y Chet Hanks, hijo de Tom Hanks, es la muestra de que no todos los hijos de los famosos son motivo de orgullo para sus padres.

Este fenómeno no se queda solamente en Hollywood, sucede en todo el mundo y se extiende hasta México y América Latina. ¿Quién no ha visto alguna producción donde participe Mariana di Girolamo? Ella es la actriz chilena que actualmente está en todo y que desciende de una importante familia de artistas. En México tenemos a los niños de Tavira, hijos del dramaturgo Luis de Tavira; a Naian González Norvind y Tessa Ía, hijas de la actriz Nailea Norvind; y a Emiliano y Sebastían Zurita, hijos de Christian Bach y Humberto Zurita.

Pero también está la cantante Ángela Aguilar, hija del influyente Pepe Aguilar; Jonás Cuarón, que sigue los pasos como cineasta de su padre Alfonso Cuarón; o Mariana y Santiago Arriaga, hijos del guionista Guillermo Arriaga, que también están despuntando dentro del cine nacional. No podemos olvidar, claro está, a las descendientes de “dinastías” con apellidos como Pinal y Sodi.

Para reafirmar este hecho, y como si la temporada fuera ideal para presentar a las y los debutantes, la portada de agosto de Vogue México se adornó con la imagen de Gloria Estefan y su hija Emily; en junio, la cantante Lucero hizo lo propio al posar con su hija “Lucerito” para la revista Quién; pero antes que todas ellas, Salma Hayek y su hija Valentina se volvieron virales en internet con un video para la revista Vogue, como preámbulo de su aparición en la portada del mes de mayo de la edición mexicana.

Como a cualquiera, a mí también me desagrada el cinismo de José Ramón, el hijo-de el presidente, pero tampoco me gusta que me lo cuente Carlos Loret de Mola, el hijo-de el periodista Rafael Loret de Mola; o que me lo repita León Krauze, el hijo-de el intelectual Enrique Krauze. Pienso que muchos mexicanos hemos sentido este sinsabor en algún momento, pero lo bloqueamos porque todos ellos son los que escriben los libros, dan las noticias, juegan en la selección mexicana, dirigen los museos y pontifican sobre lo que está bien y lo que está mal para nuestro país. Como diría Manolín, “El médico de la salsa”: ¿somos lo que hay?

BREVES

Para quedarse en casa, Netflix estrena Echoes (Dualidad), una serie de misterio con Michelle Monaghan y Matt Bomer desde el 19 de agosto.

Música y algo de nostalgia con el documental George Michael: Freedom Uncut, una producción supervisada directamente por el cantante antes de su muerte. Ya está en Apple TV Plus.

En salas de cine estrena The Survivor (Peleando por mi vida), una película biográfica sobre el boxeador Harry Haft, del director Barry Levinson.