Apostar por la opacidad, ¿posible en un entorno digital?

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

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Apostar por la opacidad, ¿posible en un entorno digital?
La Policía Cibernética trabaja para detectar a quienes reclutan a menores por Internet. Foto: EFE / Sascha Steinbah / Archivo

Cada vez más las crisis que sufren distintos gobiernos alrededor del mundo están relacionadas con la filtración de documentos, llamadas, mensajes y audios. Los reposicionamientos geopolíticos avanzan ya no solo en función de la capacidad financiera y armamentista, sino también de su solvencia y capacidad para crear hardware y software que permita vulnerar al otro y protegerse de los ataques cibernéticos.

El fenómeno también es posible verlo en la política doméstica en la que el gobierno golpea a sus opositores con filtraciones relacionadas con su vida privada como ocurre con el sometimiento del líder del PRI. Pero, ¿acaso el gobierno de México no fue igualmente humillado por tener un Secretario de la Defensa proclive a los lujos aun cuando el Presidente promueve la pobreza franciscana? La imagen de una institución se manchó tanto a nivel nacional como internacional.

Es decir, la práctica de vigilancia, obtención de material y filtración se puede extrapolar: los individuos no son las únicas víctimas, también lo son los Estados.

La apuesta por la opacidad que se está viviendo en México al dejar inoperante al INAI es apenas un síntoma más en medio de una recesión democrática; sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy en día es muy poco estratégica esa actitud desde el punto de vista operativo, a diferencia de apenas hace 15 años cuando los gobiernos podían ejercer más control y cuando aún no se disparaba del todo la revolución digital.

En estos momentos, el nuevo ecosistema digital y la dependencia tecnológica abren la puerta, además de a la vulnerabilidad cibernética perpetrada por otras naciones, también al fact checking de los ciudadanos en tiempo real, como fue el caso del avión de la Guardia Nacional que iba y venía de forma regular entre la CDMX y Houston, Texas, lugar en donde residía el hijo mayor del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Los periodistas lograron advertirlo a partir de una plataforma abierta que registra los vuelos de todo el mundo en tiempo real.

No es casual que en la reciente crisis por la que atraviesa México, con un Presidente ausente, la opinión pública dude de los dichos y planteamientos del gobierno respecto a la salud del mandatario, pues las filtraciones de documentos que han sido hackeados han dado cuenta de las mentiras que de manera sistemática busca producir sin suerte el gobierno sobre este y otros temas sensibles. Mentir dejó de ser suficiente en medio de la fragilidad cibernética.

Hoy, “gracias” a este nuevo fenómeno está comprobado que el Ejército espía de manera ilegal a activistas y periodistas, pero también que el Ejército es pisoteado y transgredido en esos mismos términos. El victimario es al mismo tiempo víctima en el nuevo entorno.

¿Será posible conocer en algunos días, semanas o meses, las grabaciones de llamadas o mensajes del primer círculo del mandatario que contravengan los posicionamientos oficiales de las últimas horas? Durante su última conferencia de prensa en la que se le vio, el Presidente tuvo razón al sentirse preocupado respecto al intervencionismo de otras naciones; sin embargo, ya no funciona como antes y bajo los nuevos estándares hace mucho que el “territorio” digital mexicano fue vulnerado. Urgen los foros sobre una estrategia nacional de ciberseguridad.

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