Por qué Vladimir Putin ya perdió esta guerra
Miembros de una unidad de defensa civil ucraniana pasan fusiles de asalto al lado opuesto de un puente destruido en el frente norte de Kiev, el 1 de marzo. Foto: Aris Messinis/AFP/Getty Images

A menos de una semana del inicio de la guerra, cada vez parece más probable que Vladimir Putin se esté dirigiendo hacia una derrota histórica. Puede que gane todas las batallas, pero aun así perderá la guerra. El sueño de Putin de reconstruir el imperio ruso siempre ha residido en la mentira de que Ucrania no es una nación real, que los ucranianos no son un pueblo real y que los habitantes de Kiev, Kharkiv y Lviv anhelan el dominio de Moscú. Eso es una completa mentira, Ucrania es una nación con más de mil años de historia, y Kiev ya era una gran metrópolis cuando Moscú ni siquiera era una aldea. Sin embargo, el déspota ruso ha contado su mentira tantas veces que, al parecer, se la cree él mismo.

Cuando planeó su invasión a Ucrania, Putin pudo considerar muchos hechos conocidos. Sabía que, desde el punto de vista militar, Rusia supera a Ucrania. Sabía que la OTAN no enviaría tropas para ayudar a Ucrania. Sabía que la dependencia europea del petróleo y el gas rusos haría que países como Alemania dudaran sobre la imposición de severas sanciones. Basándose en estos hechos conocidos, su plan era atacar a Ucrania con fuerza y rapidez, decapitar su gobierno, establecer un régimen marioneta en Kiev y sobrellevar las sanciones occidentales.

Pero existía una gran incógnita respecto a este plan. Tal como aprendieron los estadounidenses en Irak y los soviéticos en Afganistán, es mucho más sencillo conquistar un país que mantenerlo. Putin sabía que tenía el poder para conquistar Ucrania. Pero, ¿el pueblo ucraniano aceptaría sin más el régimen marioneta de Moscú? Putin apostó a que sí lo harían. Después de todo, como explicó en repetidas ocasiones a cualquiera que estuviera dispuesto a escuchar, Ucrania no es una nación real, y los ucranianos no son un pueblo real. En 2014, los habitantes de Crimea prácticamente no se resistieron a los invasores rusos. ¿Por qué debería ser diferente en 2022?

Con cada día que pasa, se vuelve más evidente que la apuesta de Putin está fracasando. El pueblo ucraniano está resistiendo con todo su corazón, ganando la admiración del mundo entero, y ganando la guerra. Se avecinan muchos días oscuros. Los rusos todavía pueden conquistar toda Ucrania. Pero para ganar la guerra, los rusos tendrían que controlar Ucrania, y solo lo podrán hacer si el pueblo ucraniano se lo permite. Esto parece ser cada vez menos probable.

Cada tanque ruso destruido y cada soldado ruso muerto aumenta el valor de los ucranianos para resistir. Y cada ucraniano muerto aumenta el odio de los ucranianos hacia los invasores. El odio es la más horrible de las emociones. Sin embargo, para las naciones oprimidas, el odio es un tesoro oculto. Enterrado en lo más profundo del corazón, puede mantener la resistencia durante generaciones. Para restablecer el imperio ruso, Putin necesita una victoria relativamente exenta de sangre que conduzca a una ocupación relativamente exenta de odio. Al derramar más y más sangre ucraniana, Putin se está asegurando de que su sueño nunca se haga realidad. No será el nombre de Mikhail Gorbachev el que se escriba en el certificado de defunción del imperio ruso: será el de Putin. Gorbachov dejó a los rusos y a los ucranianos sintiéndose como hermanos; Putin los convirtió en enemigos, y ha asegurado que la nación ucraniana se defina a partir de ahora en oposición a Rusia.

En última instancia, las naciones se construyen a base de historias. Cada día que pasa aporta más historias que los ucranianos contarán no solo en los oscuros días que se avecinan, sino en las décadas y generaciones venideras. El presidente que se negó a huir de la capital, diciéndole a Estados Unidos que necesitaba munición, no un viaje; los soldados de la Isla de las Serpientes que le dijeron “vete a la mierda” a un buque de guerra ruso; los civiles que intentaron detener los tanques rusos sentándose en su camino. Este es el material con el que se construyen las naciones. A largo plazo, estas historias cuentan más que los tanques.

El déspota ruso debería saberlo tan bien como cualquiera. Cuando era niño, creció con una dieta de historias sobre las atrocidades alemanas y la valentía rusa en el sitio de Leningrado. Ahora está produciendo historias similares, pero poniéndose a sí mismo en el papel de Hitler.

Las historias de la valentía ucraniana infunden determinación no solo a los ucranianos, sino a todo el mundo. Dan valor a los gobiernos de los países europeos, a la administración estadounidense e incluso a los ciudadanos oprimidos de Rusia. Si los ucranianos se atreven a detener un tanque con sus propias manos, el gobierno alemán se puede atrever a suministrarles algunos misiles antitanque, el gobierno estadounidense se puede atrever a excluir a Rusia del SWIFT, y los ciudadanos rusos se pueden atrever a demostrar su oposición a esta guerra absurda.

Todos nos podemos inspirar para atrevernos a hacer algo, ya sea realizar un donativo, acoger a los refugiados o ayudar en la lucha en internet. La guerra en Ucrania determinará el futuro del mundo entero. Si se permite que la tiranía y la agresión ganen, todos sufriremos las consecuencias. No tiene sentido permanecer como simples observadores. Es hora de levantarse y de que nos cuenten.

Desgraciadamente, es probable que esta guerra sea duradera. Adoptando diferentes formas, es posible que continúe durante años. No obstante, la cuestión más importante ya quedó decidida. Los últimos días han demostrado al mundo entero que Ucrania es una nación muy real, que los ucranianos son un pueblo muy real y que definitivamente no quieren vivir bajo un nuevo imperio ruso. La principal cuestión que permanece pendiente es cuánto tiempo tardará este mensaje en penetrar en los gruesos muros del Kremlin.

Yuval Noah Harari es historiador y autor de Sapiens: A brief history of Humankind

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