El Covid-19 tiene olor y los perros lo detectan: este es el nuevo súper escuadrón canino que huele el virus
El cocker spaniel Bramble, uno de los perros entrenados para detectar el olor de Covid-19. Fotografía: Robert Ormerod / The Guardian

Por Sam Wollaston

Hay un edificio de un solo piso en un parque empresarial rural muy alejado, a unos kilómetros de la ciudad de Inglaterra Milton Keynes en un día de otoño. Parece ser la locación de una película de suspenso, donde la víctima se encuentra atrapada o en la escena final del rodaje. Pero dentro ocurre algo genial.

En una habitación muy iluminada se colocaron cuatro tazas de metal invertidas sobre un tapete rojo y cada una contiene un pequeño frasco. Uno de estos recipientes tiene un olor: un “olor de entrenamiento.’’ Entonces aparecen Billy y Jess. Billy es un labrador y Jess es su entrenador. Billy brinca por todos lados, muy emocionado. Olfatea todo, muebles, personas y las tazas moviendo la cola a toda velocidad. Cuando huele la taza que contiene el olor, la entrenadora Jayde le indica que tuvo éxito con un click. A Billy lo recompensan con su juguete favorito, una pelota de goma y los gritos a coro de “buen chico”.

Hasta ahora, esto no es nada impresionante. Los perros tienen excelente olfato, todo el mundo lo sabe. Se cree que por lo menos 10,000 veces mejor que el nuestro. No puede saberse qué tan bueno es Billy. ¿Encontró el olor o Jayde sonó el click cuando Billy encontró la taza correcta? Para ser justos con Billy, hay que decir que es joven, tiene 18 meses y ésta es apenas su segunda sesión. Los entrenadores, Jess, Jayde y Mark le tienen mucha fe. Después de otro par de intentos queda claro que definitivamente encuentra muy pronto la taza correcta. Se ve que disfruta el juego. Lo que no tiene de refinamiento, lo tiene de entusiasmo y exuberancia, y aprende rápido.

Son buenas noticias. Se trata de la primera etapa de Billy que está en un curso de entrenamiento intensivo para aprender a detectar el Covid-19. No trabaja con el virus en sí, por supuesto, sino con una muestra de entrenamiento, que le enseñará a hacer ese trabajo.

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Estamos en los cuarteles de Perros de Detección Médica, una fundación que ayudó a establecer Claire Guest, psicóloga de comportamiento que tiene un interés muy especial en la relación entre personas y perros. Hoy se presenta con su séquito de canes: un cocker spaniel, un salchicha con pelo de alambre, un par de labradores y todos viven con ella y la siguen a todas partes, como discípulos. Les habla: “No, no, no, Asher, por favor, … ¡Chicharito!” Demasiado tarde. Iggy, el salchicha, es un perro de rescate y todavía está en entrenamiento, no sabe que el tapete rojo no es un baño. Los invitados no lo culpan, es culpa de ella, dice.

Todo empezó cuando una amiga de Guest le dijo que su mascota dálmata se la pasaba oliendo uno de sus lunares. La amiga fue al doctor y cuando le quitaron el lunar se dieron cuenta de que era un melanoma maligno. “De aquí en adelante, pensé, si puedo hacer algo en la vida quiero probar que los perros pueden detectar el cáncer y las enfermedades”, dice Guest. Ella también tuvo su experiencia: un perro en entrenamiento empezó a comportarse de manera muy extraña con ella, empujándola y mirándola con preocupación. Guest fue al médico y “para hacer la historia corta me diagnosticaron cáncer de mama en las primeras etapas”. 

Puede sonar más como de Aunque usted no lo crea que de la revista médica British Medical Journal, pero Guest cuenta que ha tenido que enfrentar a los escépticos de todas partes. Lo que ella enfatiza es que en 2004 trabajó en el primer estudio científico que demostraba que los perros pueden detectar el cáncer de vejiga en los humanos y que se publicó en British Medical Journal. En fechas más recientes ha trabajado con profesores como James Logan, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, y con Steve Lindsay, del departamento de biociencias de la Durham University, entre otros, en un proyecto que tuvo mucho éxito para entrenar a perros para detectar la malaria.

Eso no le sorprende a Guest. “Los perros tienen 350,000 receptores sensoriales dedicados al olfato y los humanos sólo 5,000″. Algunos perros pueden trabajar con billonésimas partes. El estudio indica que estos perros pueden detectar trazas minúsculas de olor, como el equivalente de una cucharadita en dos albercas olímpicas.

Cuando comenzó el Covid-19, Guest se puso a trabajar de nuevo con Logan y Lindsay, con las que hablé por teléfono. Primero tuvimos que conocer a otro perro: Spencer, una cruza de golden retriever y labrador de dos años. Venía de una fundación de perros guías en donde detectaron que prefería usar su nariz que sus ojos, lo cual no es muy útil cuando necesitas un perro guía. Spencer ya lleva un par de semanas de entrenamiento. Se tarda más en aprender que Bobby, dice el entrenador Mark, pero es menos inquieto. Tal vez es un poco más flojo pero cumple con su objetivo, pienso. Y sí. Spencer escoge las tazas con el olor. Buen chico.

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Los perros de las fotos, de Robert Ormerod, no son los mismos que yo conocí. Eso es porque Ormerod visitó a los Perros de Detección Médica antes que yo. Y los perros que él fotografió ya van más avanzados en su entrenamiento a donde no puedo entrar, porque los perros no están entrenando con el olor de entrenamiento, que normalmente es un pedazo de su juguete favorito, sino con el verdadero olor de Covid-19.

James Logan ha trabajado con control de enfermedades desde hace 20 años, y tiene un gran interés en los olores que se asocian con las enfermedades. “Lo hemos sabido desde hace cientos de años. Existen reportes de gente que diagnosticaba enfermedades sólo olfateando a la persona”, declara. “Hay reportes de que la fiebre amarilla huele a carnicería, y la tuberculosis a pan rancio”. De manera más reciente y más científicamente, los estudios demostraron que los virus respiratorios pueden distinguirse por el olor que hacen que el cuerpo produzca. “Los virus en sí mismos no producen olor. Cuando el virus infecta tus células, el efecto puede reflejarse en varios sistemas del cuerpo y en consecuencia nuestro cuerpo produce olores a través de la piel y el aliento.  Así es que es muy probable que el coronavirus tenga su propio olor”.

Cuando empezó la pandemia, Logan se puso en contacto con Guest, con quien trabajó en el proyecto de malaria. “Le mandé un texto que decía: ‘Tengo la idea de entrenar perros para detectar Covid. ¿Qué opinas? ¿Crees que es una locura?’”

Guest no lo consideraba así. Había estado pensando en que los perros pudieran ayudar. El gobierno tampoco pensó que fuera una locura: aportó para el proyecto más de 13 millones de pesos. Lindsay se unió de nuevo para preparar la prueba. Explica cómo funciona. Se recogen muestras de los hospitales, de voluntarios, de gente que dio positivo y desarrolla síntomas en diferentes grados y también de casos asintomáticos. Utilizan calcetines, camisetas y mascarillas toda la noche y después los entregan a los Perros de Detección Médica para ver si confirman lo que han escuchado decir en anécdotas de hospitales, que el Covid-19 tiene su olor.  “Algunas personas lo describen como olor dulce pero enfermo”, detalla Logan.

En la etapa que llega después, los perros pasan a lo largo de una línea de mesas de metal, una de las cuales tiene una muestra positiva de Covid-19, en ocasiones no hay positivos, como sucede en la vida real. Después se hacen las pruebas de doble ciego, es decir, no sólo los perros no saben en dónde quedan las muestras de Covid-19, tampoco lo saben los entrenadores ni nadie del Centro de Perros de Detección Médica.

¿Hacia dónde va todo esto? “No queremos reemplazar las pruebas químicas”, sentencia Logan. “Estamos preparando a los perros para circunstancias muy específicas, en las que hay necesidad de moverse rápido entre mucha gente. En los aeropuertos, estadios deportivos, estaciones de tren, universidades, asilos”. Guest subraya el hecho de que hubiera sido muy útil desplegar perros en los aeropuertos al principio de la pandemia cuando estaba llegando muchísima gente entre los que venían los “supercontagiadores”.

Todavía no pueden presentar sus resultados, pero quieren publicar lo más pronto posible un estudio porque hay suficientes datos para demostrar que los perros pueden detectar muy bien el coronavirus. Se harán diferentes reseñas antes de que se pueda poner algo en práctica. Pero todos, incluyendo a Guest, Lindsay, Logan y los entrenadores, se muestran muy optimistas con respecto a la primera fase, la prueba del concepto funciona. “No hay duda de que el Covid tiene su olor y de que los perros lo están detectando”, asegura Logan. Pronto los perros empezarán a entrenar con la gente, en diferentes situaciones, en exteriores, en locaciones cerradas, en multitudes, en el aeropuerto, y con suerte en el Aeropuerto Internacional de Londres Heathrow, dice. “Queremos que los perros trabajen en un ambiente en el que habrá altavoces y otro tipo de distracciones”. Esperan que esto pase a principios del próximo año. 

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Todas las noticias sobre las vacunas y su eficacia lo ponen a uno a pensar si no es desperdicio poner a los perros a trabajar. Logan menciona la necesidad de tener lista “una plataforma para la próxima vez. Ya sabemos qué hacer, qué muestras necesitamos, cómo juntarlas y así podremos actuar con mayor velocidad la próxima vez”. De ser necesario podría haber un equipo de perros entrenados y listos para viajar si los envían al lugar de origen del virus.

Está disminuyendo la conversación en torno a la “próxima vez” o para la otra. Pero a Lindsay no le sorprendió esta pandemia, y ya está hablando de uno similar en el futuro. “Hemos visto tantos virus e infecciones que pasan de los animales a la gente”, indica.

Explica que vacunar a la gente va tardar meses, y no sabemos cuánto tiempo dura la inmunidad. “Me molesta ser negativo pero para como son las cosas, al igual que con la vacuna de la influenza, siempre hay modificaciones genéticas. Tal vez necesitemos una vacuna diferente, tal vez siempre estemos rezagados”.

Guest sabe lo difícil que es realizar un programa masivo de vacunación: no pudo aplicarse la vacuna de la influenza este invierno. “Creo que los perros van a tener que trabajar”, dice. El centro de Perros de Detección Médica está colaborando también con un físico cuántico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para desarrollar sensores que hagan el mismo trabajo que los perros: oler una enfermedad, en este caso el cáncer de próstata, pero por el momento está detenido. Por lo que, en otras palabras, no se lleven a los perros todavía.

Hablando de eso, tengo que conocer a otro perro, una cruza de golden retriever y labrador, se llama Honey. También tiene dos años y su entrenamiento va avanzado. Trabaja con trapos colocados en los respaldos de las sillas formadas en línea. Honey camina con su entrenadora Jess por la fila, olfateando. Pasa por cada silla, un segundo o dos, el mismo tiempo que tardaría en pasar por una fila en el control de pasaportes, quizás. ¿Está en lo correcto? Por supuesto que sí. Y una y otra vez. Sigue trabajando con un olor de entrenamiento, pero Honey ya está lista para pasar a la acción.

Honey es adorable, más tranquila que Billy, más lista que Spencer. Cuando se sienta voltea a ver con una ceja fruncida, como si estuviera realmente preocupada. Eso es mejor que un texto con tu resultado ¿o no? No puedo pensar en una manera más linda de descubrir que tienes Covid-19 que un perro dorado se siente junto a ti con el ceño fruncido.  

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