Los italianos podrán hablar más rápido, pero en realidad no dicen más que el resto de nosotros
Foto: Briana Tozour en Unsplash

La pandemia le trajo daño universal a los humanos. Pero este universalismo se combina con muchos que creen en el excepcionalismo de quienes viven con ellos y la culpabilidad de aquellos que no conocen. 

En marzo, muchos en el Reino Unido dijeron que no habría manera de que sufriéramos como Italia, con su “cultura más táctil”. En Gran Bretaña, nos enfocamos en pequeñas diferencias de las estrategias de los países, ignoramos los errores casi idénticos en Inglaterra, Gales y Escocia de ir a confinamiento antes o de proteger a los que viven en asilos. Las quejas sobre desobedientes que salían de Londres la semana pasada ignoraron la desobediencia en otros lados. 

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Como recordatorio de que tenemos mucho en común, revisa investigaciones en una de nuestras grandes diferencias: el lenguaje. Notamos el ritmo de idiomas diferentes. El italiano se dispara como una ametralladora mientras que el chino emerge con calma. Pero si nos enfocamos en lo que se comunica, todos “hablamos” a la misma velocidad, 39 bits por segundo, para ser precisos. Esos idiomas que contienen más información por sílaba emergen más lento de nuestras bocas, mientras que aquellos que empacan menos significado en cada sonido salen como si galoparan. 

Donde sea que vivamos estamos restringidos por un límite compartido de qué tan rápido producimos y absorbemos información. Así que no podremos entendernos todos, pero si este año nos enseñó algo es que estamos todos juntos en esto. 

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Torsten Bell es el director ejecutivo de la Resolution Foundation.

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