¿Qué tan duras serán las medidas de Biden con la industria estadounidense del esquisto?
Un sitio de perforación de gas de esquisto en St Mary's, Pensilvania. Fotografía: Keith Srakocic / AP

El resultado de las elecciones en Estados Unidos sembró fuertes dudas en los centros de esquisto del país. Joe Biden quiere que la crisis climática sea su principal prioridad, lo que provoca esperanzas verdaderas de acción global para evitar una catástrofe ambiental, pero también preocupaciones verdaderas entre los operadores de esquisto.

Los planes climáticos del Presidente electo incluyen el regreso al Acuerdo de París, la inversión de 2 billones de dólares (40 billones de pesos) en energías limpias, y la ambición de crear un sistema energético de emisiones neutras de carbono para 2035 a través de “reducciones masivas”.

También fue audaz para rebatir las acusaciones de la campaña de Trump sobre sus planes para extinguir la industria con la prohibición del fracking.

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El antiguo Vicepresidente le dijo a los electores del estado estratégico de Pennsylvania antes de la elección que el fracking “debe continuar porque necesitamos una transición”, y dijo que no hay razones para eliminarlo “en este momento”.

Entonces, ¿qué tan dura será la nueva administración estadounidense con la industria del esquisto?

Cuando le preguntaron a principios de mes si los productores de esquisto deberían preocuparse por la nueva administración, el secretario de energía de EU, Dan Brouillette, respondió: “Por supuesto”. Le dijo al canal de noticias empresariales CNBC: “Creo que sí, francamente, porque algunos miembros del Congreso manejarán políticas climáticas agresivas. Entonces es válido que esas personas tengan preocupaciones”.

Hay pocas dudas sobre que la victoria de Biden significará el lento pero constante deterioro de la industria de combustibles fósiles que floreció bajo la tenue luz de la administración de Trump. Pero es probable que el destino de la industria sea una cuidadosa desmantelación en lugar de una destrucción inmediata.

Biden le dijo a los electores durante su campaña que “transicionará de la industria petrolera” porque “contamina significativamente” y tiene que reemplazarse con energías renovables. También dijo: “No nos desharemos de los combustibles fósiles. Nos desharemos de los subsidios para los combustibles fósiles, pero por un largo tiempo no nos desharemos de ellos”.

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Muchos creen que mientras la nueva administración lidia con la pandemia de coronavirus y sus destrozos económicos, cualquier acción contra los combustibles fósiles deberá balancearse contra el impacto a corto plazo en los empleos.

La industria del petróleo y el gas en EU ayuda a impulsar la economía porque proporciona un estimado de 10 millones de empleos cualificados, lo que permite costos de transporte relativamente bajos y genera más de un tercio de la electricidad del país. La pandemia de coronavirus provocó la pérdida de 100,000 empleos dentro de la industria en los pozos que se vieron obligados a cerrar.

Se espera que Biden tome pasos que comiencen a inclinar la economía de mercados contra los combustibles fósiles al reducir gradualmente la cantidad de petróleo y gas que se puede producir y al aumentar los costos. También planea limitar las reservas que los frackers pueden explotar, encoger la demanda de combustibles fósiles al construir un sistema de electricidad verde y fabricar más vehículos eléctricos, y aumentar los costos de producción de cada barril para reducir las ganancias de la industria.

Su movida más decisiva probablemente estará relacionada con la restricción de perforaciones en territorios federales. La mayoría de la actividad del esquisto se lleva a cabo en terrenos que son propiedad de los gobiernos estatales o propiedad privada. Sólo el 22% de la producción petrolera de EU y 13% de la producción de gas natural se lleva a cabo con licencias federales. La movida podría reducir hasta dos millones de barriles la producción diaria total de gas y petróleo en EU para finales de 2024, de acuerdo con analistas y la rama de estudios de S & P Global Platts.

Es poco probable que su efecto sea muy duro a corto plazo, de acuerdo con Artem Abramov, analista de Rystad Energy. “La restricción de permisos en terrenos federales llamó mucho la atención durante la campaña presidencial, y algunos operadores están preocupados”, dijo. “Pero no creo que esto arruine por completo el futuro crecimiento”.

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Muchos operadores de esquisto apresuraron sus solicitudes de permisos para trabajar en terrenos federales antes de que haya cambios en la legislación, y por ello deberá haber un poco de crecimiento a mediano plazo. Las actividades de fracking en el futuro se mudarán de terrenos federales a las áreas privadas y estatales restantes en el futuro, entonces se reducirá el impacto.

Algunos operadores se mantienen optimistas sobre un posible boom en el mercado del gas a corto plazo, pues la Casa Blanca tomará medidas para reemplazar al carbón en el sistema energético de EU para reducir emisiones. El año pasado, el carbón se utilizó para generar casi un cuarto de la electricidad del país, comparado con el 38% para el gas.

De todos modos, es muy probable que el fracking se haga más caro durante el gobierno de Biden, quien se espera que anule muchos incentivos fiscales e imponga regulaciones más duras sobre las emisiones de metano y otras protecciones ambientales. El resultado neto podría agregar entre 5 y 6 dólares al costo de producción de cada barril (entre 100 y 120 pesos), de acuerdo con analistas de Goldman Sachs, lo que haría demasiado caros a muchos operadores en un mercado global donde las predicciones de precios son significativamente más bajas que antes de la pandemia.

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Esto probablemente acelerará la transformación de los operadores que batallan y tienen deudas en las compañías de gas y petróleo más pequeñas y con mejor eficiencia financiera que liderarán la recuperación de la industria en los próximos años, según Abramov. “Pero cualquier cosa puede suceder. Esa es una de las grandes preocupaciones de los productores de esquisto”.

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