El ICE dejó sin jabón a migrantes mientras el Covid se extendía en los centros de detención
Detenidos en el centro de detención de Otay Mesa en 2017. La instalación de Ice no siguió sus propias pautas para responder a la pandemia, según un informe. Fotografía: Gregory Bull / AP

Durante el último año los migrantes no tuvieron acceso a las medidas más básicas de prevención de Covid-19 como jabón para lavarse las manos, y los penalizaron por expresar su preocupación por los contagios dentro de las instalaciones, indica un reporte sobre las malas condiciones de las instalaciones de migración y aduana de EU, US Immigration and Customs Enforcement (ICE).

ICE es la oficina que se encarga de supervisar la detención. Según el estudio de Physicians for Human RIghts (PHR) y la Harvard Medical School, que entrevistaron para el estudio a 50 detenidos que ya habían sido liberados, la ICE provocó riesgos inaceptables de salud y violó derechos constitucionales y humanos durante la pandemia.

ICE no respetó sus lineamientos para responder a la pandemia, indican los realizadores del estudio.

“Los lineamientos son muy buenos en lo referente al distanciamiento social y la higiene de las manos y todas las cosas que uno esperaría que estuvieran en orden durante una pandemia, especialmente en un centro de congregación”, dijo Katherine Peeler, instructora en la Escuela de Medicina de Harvard. “Pero lo que descubrimos es que no siguieron sus estándares”.

Los investigadores de PHR y la Escuela de Medicina de Harvard entrevistaron a gente que acababa de salir de 22 instalaciones diferentes para el reporte. Desde el 13 de julio hasta el 3 de octubre de 2020, hablaron con 38 hombres y 12 mujeres de entre 20 y 52 años de edad. Los detenidos viajaron de diferentes países incluyendo México, Venezuela y Uganda desde 1980 hasta marzo de 2020.

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Un hombre de 33 años en el centro de detención de la Mesa de Otay dijo a los investigadores: “Creo que me dió Covid porque tenía dolor en el cuerpo y me faltaba el aire. Pero nunca dije nada a nadie porque me daba mucho miedo que me castigaran”.

Este hombre fue uno de las 21 personas entrevistadas que experimentaron síntomas de Covid-19.  De los 21, tres nunca reportaron sus síntomas por temor a que los mandaran al confinamiento solitario o a recibir un castigo. Sólo tres dijeron que estuvieron aislados y recibieron prueba.

El tiempo promedio de espera para ver a un doctor para este grupo era de cuatro días. Uno de ellos esperó 25 días. Dos personas jamás vieron a un doctor después de reportar los síntomas.

Un hombre de 41 años con enfermedad crónica de los pulmones que tenía dificultad para respirar, dijo a los investigadores que los encargados del servicio médico del centro de detención de Stewart “sólo tomaron su temperatura, no escucharon sus pulmones ni le hicieron preguntas. Ni siquiera me dejaron sentarme”.

Desde las primeras semanas de la pandemia, los promotores y funcionarios de la salud pidieron la liberación de todos los prisioneros que no suponían un riesgo para la población para limitar los contagios. Este llamado se hizo con mayor fuerza en los centros de detención de migrantes porque la gente se encuentra allí por cargos civiles, no criminales. Durante la semana pasada se tenían registradas en custodia del ICE a 16 mil personas de las cuales 487 tenían Covid-19, reporta ICE.

Kathryn Hampton, funcionaria senior del programa de asilo de la PHR, dijo: “Cuando pensamos en el acceso a las vacunas y a las nuevas variantes, el peligro no ha pasado y por eso es importante liberación de la gente”.

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Los investigadores enviaron el reporte al Departamento de Seguridad del Interior, que supervisa a la ICE, pero no han recibido respuesta. ICE no respondió a nuestras preguntas o comentarios.

Según el reporte, simplemente conseguir jabón es un reto en el sistema y 42% de los entrevistados dijeron que no tenían acceso a jabón en algunos puntos del centro de detención. Otros dijeron haber abandonado otras necesidades básicas para conseguir jabón en la comisaría o dependían de los donativos de las organizaciones externas.

Un hombre de 25 años de Port Isabel dijo a los investigadores que no podía comprar jabón porque trabajaba en el centro de detención para ganar dinero para pagar las llamadas a su familia. “La gente tenía que escoger entre comprar comida en la comisaría o un jabón, no alcanzaba para los dos”, dijo.

El distanciamiento social era básicamente imposible ya que el 96% de la gente entrevistada dice que dormían a menos de dos metros de distancia unos de otros. Los lugares en los que dormían podían alojar a dos personas o a cien y el 83% de los detenidos dicen que ellos mismos desinfectaban esta área común.

“Tuvimos que tomar la iniciativa de limpiar el lugar, sobre todo cuando nos dimos cuenta de que la enfermedad estaba empeorando. Le pedíamos a los guardias que nos dieran instrumentos de limpieza pero no lo hacían”, dijo una mujer de 44 años del centro de procesamiento del ICE de Adelanto.

El confinamiento solitario se menciona con frecuencia en el reporte de 51 páginas. Algunas personas dicen que las amenazaban con eso si se quejaban de la limpieza con los empleados y sus abogados, los reporteros y otras personas dicen que no se utilizaba adecuadamente para fines médicos. 

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Un hombre de 33 años del centro de detención de la Mesa de Otay dijo que una compañera transgénero fue enviada dos semanas a confinamiento porque le ayudó a escribirle a una organización de noticias.

Dijo: “Tenía mucho miedo de que me hicieran lo mismo”.

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