Legisladores de Honduras buscan prohibir el aborto para siempre
Activistas por el derecho al aborto se manifiestan frente al congreso en Buenos Aires. Los activistas en Honduras se han inspirado en el éxito del movimiento de despenalización en Argentina. Fotografía: Victor Caivano / AP

Los legisladores en Honduras presionan por una reforma constitucional a través del Congreso que haría virtualmente imposible legalizar el aborto en el país, ahora o en el futuro

La medida, llamada un “escudo contra el aborto” por sus proponentes, viene como respuesta al movimiento de la “ola verde” feminista que arrasa en Latinoamérica y que recientemente obtuvo su victoria más grande con la legalización del aborto en Argentina. 

“Es un escudo para detener a la ola verde”, dijo Cristina Alvarado, una representante del Movimiento de las Mujeres por la Paz. “En Honduras hay una violación absoluta de los derechos reproductivos de las mujeres y las niñas”. 

Honduras es uno de cuatro países en Latinoamérica que prohíbe el aborto bajo cualquier circunstancia, y el único que también prohíbe los anticonceptivos de emergencia, incluso en caso de violación. 

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La nueva medida, que probablemente se apruebe en la próxima semana, requeriría al menos tres cuartos de votos a favor en el Congreso para modificar la ley de aborto para que se haga cualquier cambio, lo que eleva la cantidad mínima que normalmente se necesita para las reformas constitucionales a un nivel que sería casi imposible de alcanzar. 

Esto sienta un precedente que las activistas temen que pueda replicarse en toda la región para frenar el avance de los derechos reproductivos para las mujeres. 

“Los legisladores quieren un escudo contra la posibilidad de legislaciones futuras que descriminalicen el aborto”, dijo Alvarado. 

En 2017, los legisladores votaron por una reforma que descriminalizaría el aborto en caso de violación o incesto, cuando la vida de la madre este en peligro y cuando el feto no pueda sobrevivir fuera del útero. Pero solo 8 de 128 legisladores votaron a favor. 

“Vivimos en una sociedad demasiado conservadora”, dijo Beatriz Valle, una exlegisladora del partido Libre de centro-izquierda quien fue una de las que votó a favor de la descriminalización. “Es cuestión de salud pública, pero no quieren verlo de esa forma”. 

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La reforma constitucional también excluye la posibilidad de un decreto de la corte, como Roe vs Wade en Estados Unidos, o la aprobación de una nueva constitución, para revertir la prohibición. 

Las activistas pro elección dicen que la reforma no prevendrá abortos, sino que mantendrá el estatus quo en el que muchas mujeres, particularmente aquellas que no pueden darse el lujo de ir a otro país donde la práctica sea legal, son obligadas a conseguir abortos en condiciones inseguras. 

“Hay casos en los que una vez que haces la examinación física puedes encontrar monedas o incluso clavos en la cavidad vaginal”, dijo un ginecólogo de un hospital público local. Él añadió que su hospital atiende alrededor de 150 abortos espontáneos al mes, muchos que son de adolescentes que él sospecha que pudieron abortar. 

Practicar o someterse a un aborto en Honduras tiene una pena de tres a seis años de cárcel, pero rara vez suceden los cargos. 

El confinamiento por la pandemia de Covid-19 solo empeoró las condiciones para las mujeres del país, que tiene la tasa más alta de feminicidio en Latinoamérica y violencia sexual endémica. 

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“Cerramos 2020 con más de 100,000 llamadas al 911 de mujeres que sufrían violencia doméstica”, dijo Alvarado. “De esas llamadas, solo 2.5% resultaron en denuncias criminales”. Menos terminaron con una condena. 

Mientras tanto, el número de niñas de 10 a 14 años que dieron a luz en 2020 aumentó a más de 800 en todo el país, un promedio de 16 a la semana, de acuerdo a Alvarado, en un país con una población similar a la de Londres. 

A pesar de la aparente oposición insuperable al progreso de los derechos reproductivos de las mujeres, las activistas feministas en Honduras se inspiran con los logros de sus contrapartes de la ola verde en Latinoamérica y están decididas a continuar con la lucha. 

“Seguiremos con la lucha por el derecho a decidir”, dijo Alvarado. “Creo que si hay algo que podemos aprender de las argentinas es ir paso a paso. Le tomó a Argentina más de 30 años”.

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