La pandemia volvió a 2020 ‘el año del océano silencioso’, dicen los científicos
Ballenas jorobadas nadando bajo el agua. Se ha demostrado que el ruido humano perturba las especies que dependen del sonido para comunicarse y navegar. Fotografía: Cultura Creative Ltd / Alamy

El confinamiento por Covid-19 produjo el año más silencioso para los océanos en tiempos recientes, según un grupo de científicos que trabaja en un mapa global de paisajes sonoros submarinos.

La contaminación acústica de motores de barcos, actividades de arrastre, plataformas petroleras, minería submarina y otras fuentes humanas bajó significativamente la primavera pasada, dicen los investigadores, quienes son parte de una red colaborativa de 231 hidrófonos no militares. 

Ellos creen que el silencio relativo puede proporcionar información comparativa valiosa para un experimento sin planear sobre cómo el sonido afecta a las ballenas, corales y otras especies marinas. 

Te puede interesar: Tormentas y huracanes más severos por el récord en calentamiento de los océanos

Como la contaminación lumínica en la tierra, el ruido humano es una preocupación creciente en los océanos porque se ha probado que perturba a las especies que dependen del sonido para comunicarse y ubicarse. Las señales de baja frecuencia pueden viajar miles de kilómetros. 

Estudios en el noreste del Pacífico mostraron un aumento de 3 decibeles cada década en los sonidos generados por los humanos bajo 100 hertz entre los 60 y principios de los 2000. Uno puede calcular que el volumen de esta contaminación acústica ahora está cerca del mismo nivel que el sonido ambiente natural del océano. 

Este se desvaneció sustancialmente el año pasado con el confinamiento en marzo, abril y mayo, comenzó como el Covid, alrededor de China y después se extendió mundialmente. El volumen subió a un nuevo nivel en el verano cuando las compañías de envíos se apuraron para compensar el tiempo perdido. Ahora los niveles sonoros se estabilizaron cerca del promedio de años recientes. 

Los científicos declararon en retrospectiva al 2020 “el año silencioso del océano” y la información de este periodo excepcional se publicará en los meses siguientes en diarios científicos. 

“Prepárense para resultados emocionantes”, dijo Jesse Ausubel, el director del Programa del Ambiente Humano en la Universidad Rockefeller. Es poco probable que los océanos sean tan silenciosos como en abril de 2020 en las décadas que vienen

La debilitación del sonido humano fue más evidente en zonas costeras y vías de transporte. Jennifer Miksis-Olds, la directora del Centro para Investigación Acústica y Educación de la Universidad de New Hampshire, dijo que esto creó condiciones para un “experimento natural”. “Desde la Revolución Industrial”, dijo ella, “el ruido humano ha enmascarado los sonidos ambientales de viento, olas y hielo y forzaron a la vida marina a que se adapte de modo similar a los comensales en un restaurante ruidoso, quienes tienen que subir la voz o repetirse para que los entiendan”. 

Esto es parte de un proyecto más grande. Ausubel es el fundador del International Quiet Ocean Experiment, un plan de 10 años que se lanzó en 2015 para crear una serie de medidas de los sonidos ambientales en muchas ubicaciones oceánicas. Parte de la meta es crear evidencia para persuadir a los operadores de barcos, instalaciones de petróleo y gas y usuarios de jetskis que bajen sus decibeles por el bien de los ecosistemas marinos. 

“Quisiéramos que las palabras paisaje sonoro sean más conocidas. El sonido es luz en los océanos. Ilumina el océano para muchos animales. Lo usan para comunicarse, para cazar, y pueden dañarlos los ruidos en exceso”, dijo Ausubel. 

Él y sus colegas, incluidos algunos especialistas de St Andrews, planean expandir la red hidrofóna, particularmente en el hemisferio sur, a más de 500 dispositivos. Con modelos y colaboraciones de información con compañías de transporte de carga y otros usuarios del océano, ellos esperan producir un mapa global de sonido oceánico en los próximos años. Esto podría revelar patrones importantes, como aumentos del ruido en vías de transporte y cerca de plataformas petroleras y granjas de viento, que pueden ser tan importates para la salud y las regulaciones del océano como el monitoreo de la contaminación del aire, o la medición de la contaminación del agua cerca de fábricas. 

No te pierdas: Gael García estrenará serie sobre la crisis climática en México

Es un camino largo. Actualmente, hay paisajes sonoros relativamente detallados de áreas transitadas, como el Mar del Norte, y después hay fragmentos por estudios en otras regiones. Para llenar los vacíos se necesitará un esfuerzo grande para compartir información y hacer reportes consistentes a lo largo del tiempo y los lugares

Se anunciaron dos pasos importantes en esta dirección esta semana con el lanzamiento de una nueva herramienta de software, conocida como MANTA (Haciendo las Tendencias de Sonido Ambiental Accesibles), que desarrolló un equipo internacional de expertos coordinado por Miksis-Olds, para estandarizar la información de grabaciones del sonido oceánico. También hubo pruebas de una nueva plataforma para compartir información acústica en todo el mundo, el Portal Abierto de Sonido Ambiental, que hospeda el Instituto Alfred Wegener en Bremerhaven, Alemania. 

Ausubel comparó los desarrollos recientes de la red de paisajes sonoros con la finalización de un anillo de satélites alrededor del ecuador en 1979. En ese entonces, hubo una fiesta en la Oficina Meteorológica Mundial en Geneva para celebrar el hecho de que los científicos podrían monitorear toda la atmósfera por primera vez. 

“Ahora estamos en el inicio de una era en la que podemos observar los paisajes sonoros del océano de casi la misma manera”, predijo. 

Síguenos en

Google News
Flipboard