Así se creó el vestido de novia de cuento de hadas de Lady Di
El vestido de Diana para su boda con el Príncipe Carlos en 1981 inspiró un millón de diseños de imitación. Foto: PA

Para David Emanuel, los recuerdos están siempre a flor de piel. Enderezando el velo, alisando los olanes de tafetán de seda color marfil, susurrando “unas cuantas palabras dulces” a Diana Spencer antes de que caminara por el pasillo de la Catedral de San Pablo y se convirtiera en la Princesa de Gales.

“Fue hace mucho tiempo, cariño”, dice, de la creación del que probablemente sigue siendo el vestido de novia más famoso del mundo, junto con su ex esposa Elizabeth en 1981, “pero cuando hablamos de ello regresa en un instante, como si hubiera sido ayer. Fue mágico“.

El próximo mes, el vestido será la pieza central de Royal Style in the Making, una exhibición en el invernadero de naranjos del Palacio de Kensington que explorará la relación entre los diseñadores y la realeza. También se exhibirá una pieza de toile creada para la reina madre en la coronación del rey Jorge VI en 1937, y piezas de Bellville Sassoon y Norman Hartnell. El vestido de Diana, que no se ha exhibido públicamente desde que los príncipes Guillermo y Harry lo heredaron en 2014 después de que ambos cumplieran 30 años, acaparará la atención, con sus 10 mil lentejuelas de nácar y su cola de siete metros.

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El vestido fue diseñado para que ocupara espacio, cuenta Emanuel. “San Pablo es enorme, inmenso, no podías hacer un vestido pequeño y discreto”. Una declaración de moda, sus amplias crinolinas proyectaban un mensaje de romance de cuento de hadas a una audiencia global. Describe haberse “reído” con la princesa de Gales sobre la cola, que era 1.5 metros más larga que la anterior cola nupcial real más larga.

Desde entonces, sus asociaciones se han vuelto tan pesadas como sus faldas. Innumerables documentales, así como The Crown, han sugerido que el aspecto espumoso no coincidía con las relaciones detrás de las cámaras, una historia que se siente nuevamente conmovedora después de un año de fractura real.

Pero para Emanuel, quien saltó al estrellato, los recuerdos son positivos. Se ha convertido en una especie de guardián no oficial de la magia de aquel día, habla con frecuencia sobre la alegría que significó. Dice que el palacio no intervino en el diseño y que, a pesar de que los periodistas rebuscaban entre los contenedores afuera de su estudio, “todo fue sencillo. Ella lo hizo divertido. Dios mío, señor, era hermosa”, dice.

Está lleno de historias sobre los brillantes ojos azules de Diana y las notas de agradecimiento escritas a mano. “He trabajado con estrellas de cine, actrices, divas, todos, pero esta chica no cambió desde el primer día hasta el último. Era tan dulce como un pastel“.

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Lo consultaron para la réplica del vestido creado para The Crown, y que lució Emma Corrin, para ayudar a elegir el color perfecto: “Tenían todos estas muestras de tela. Dije ‘Ese’ en dos segundos. Un marfil muy pálido, suave e iridiscente. No es blanco, no es crema y, por supuesto, no es crema batida”.

Tiene conflictos con la trama, aunque sabe que era ficción. “Déjenme decirles que no estuvo llorando la noche anterior. Hablé con el príncipe Carlos, hablé con la reina, todo el mundo estaba contento“. Además, “en todos los años que la cuidé, nunca se derrumbó; en algún momento, si eres realmente infeliz, puede que lo manifiestes. Eso es lo que me molesta”, explica. “La gente escribe todas estas historias y… lo lamento. Culpo a los productores y directores de televisión: comprueben su información. Yo estuve allí, así que no me vengan con esas incongruencias, no puedo tolerarlas“.

Emanuel, quien fue criado en Bridgend, en Glamorgan, pasó dos veranos como un estudiante trabajando en el taller del diseñador de la reina, Hardy Amies, observando los bocetos que se presentaban al palacio. “Fue entonces cuando me di cuenta de que esto es lo que quiero ser: amo todo esto“, recuerda. Conoció a Elizabeth, a mediados de los años 70; se casaron cuando ambos se inscribieron en el programa de maestría del Royal College of Art de Londres. No había transcurrido mucho tiempo desde su graduación cuando recibieron el encargo de Diana.

Me asegura que no se aburre de hablar de ello. Ha sido muy importante en su carrera posterior, la cual ha incluido diseñar para Bonmarché, una aparición en I’m a Celebrity y la presentación del reality show Say Yes to The Dress, en el que las futuras novias se prueban vestidos mientras sus amigos y familiares se desmayan y discuten, entretenidamente.

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Han existido inconvenientes, como la amargura con Elizabeth desde su separación profesional en 1990 y su posterior divorcio. La relación sigue siendo tensa: recientemente, David emprendió acciones legales contra Elizabeth, intentando impedir que vendiera nuevos bocetos basados en los diseños de los archivos de Emanuel. Como respuesta, Elizabeth presentó documentos legales alegando que ella era la “principal fuerza creativa” en la relación y argumentando que el papel de David en el negocio era más bien administrativo. La acción legal sigue en curso.

Dice que no puede comentar nada al respecto, pero señala que, en los vídeos de ese día, fue él quien le pasó el ramo a Diana, y fue la última persona en hablar con ella antes de que caminara por el pasillo. “¿Qué puedo decir? Desde luego no quiero que esto empañe ese recuerdo, fue un momento mágico. Sé lo que hice y sé lo que aporté, eso es sagrado“.

Elizabeth responde, en una llamada telefónica, “tuve que defenderme” en el caso y afirma que fue su diseño distintivo “su firma, muy romántica, en la que se basó la industria”. Agrega: “David desempeñó un papel muy, muy importante. Teníamos habilidades diferentes y fue por eso que resultó muy bien”. Añade que estará “felizmente triste” de volver a ver el vestido; será emocionante, y también “bastante triste como un recordatorio del hecho de que ya no está con nosotros”.

Ciertamente, la huella cultural del vestido sigue siendo tan grande como su silueta. Mientras las bodas se vuelven a reservar provisionalmente, posteriores al confinamiento, Emanuel ve el regreso de las faldas épicas para las novias modernas. Durante un tiempo, “los vestidos se volvieron un poco rectos, un poco discretos y un poco estrechos”, explica, “pero déjenme decirles que todas las que están llegando ahora quieren la falda de crinolina de cuento de hadas. Está regresando y se debe a Diana.

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