Elizabeth Holmes: de ser la ‘siguiente Steve Jobs’ a estafadora condenada
Elizabeth Holmes, fotografiada en 2015 en el Fortune Global Forum en San Francisco, fue declarada culpable de cuatro cargos de fraude electrónico. Foto: Jeff Chiu/AP

Hace apenas seis años, la revista Forbes la declaró “la mujer multimillonaria más joven del mundo que se forjó a sí misma” y “la siguiente Steve Jobs”. Ahora, Elizabeth Holmes, de 37 años, fundadora de la empresa quebrada de análisis de sangre Theranos, se enfrenta a décadas de prisión luego de ser declarada culpable de conspirar para estafar miles de millones de dólares a sus inversionistas.

Holmes, que dejó la universidad sin tener conocimientos médicos, engañó a los reguladores y a algunas de las personas más ricas del mundo, entre ellas Rupert Murdoch, Henry Kissinger y Larry Ellison, para que creyeran que había descubierto una forma de detectar toda una serie de enfermedades con un simple piquete para extraer sangre.

Sin embargo, las pruebas no funcionaban y la empresa fue acusada de falsificar con frecuencia los resultados. Una paciente declaró que un análisis de sangre reveló que estaba abortando cuando estaba embarazada; otro paciente declaró que recibió resultados falsos positivos de VIH.

Tras una serie de investigaciones reguladoras, la empresa -que en cierto momento estuvo valorada en más de 9 mil millones de dólares- quebró en 2018. El lunes, un jurado de California declaró culpable a Holmes de cuatro cargos de fraude electrónico y conspiración para cometer fraude electrónico.

Desde muy joven, Holmes se propuso convertirse en inventora. Deseaba igualar a su tatarabuelo, cofundador de Fleischmann’s Yeast, empresa que revolucionó la industria panificadora a finales del siglo XIX. A los nueve años, le dijo a su padre que lo que “realmente quería de la vida era descubrir algo nuevo, algo que la humanidad no supiera que era posible hacer”.

Cuando era una estudiante de 19 años en la Universidad de Stanford, pensó que lo había hallado. Trabajando en el sótano de su casa compartida de la universidad, fundó Theranos en 2003. Rebosante de confianza en sí misma, convenció a sus padres para que le permitieran dejar la universidad y cobrar un fideicomiso de educación que habían creado para ella. Lo utilizó para rentar un laboratorio y contratar a su primer empleado.

El deseo de Holmes de mejorar las pruebas médicas estaba motivado por una aversión familiar a las agujas, que podía provocar que su madre y su abuela se desmayaran al ver la sangre.

“Realmente creo que si fuéramos de un planeta extranjero y estuviéramos sentados aquí y dijéramos: ‘De acuerdo, hagamos una lluvia de ideas sobre experimentos de tortura’, la idea de clavarle una aguja a alguien y succionar su sangre lentamente, mientras la persona mira, probablemente califica”, dijo al New Yorker en 2014 para un perfil que mencionaba que tenía el potencial de “volcar el lucrativo negocio de los análisis de sangre“.

Holmes, quien contribuyó a crear las comparaciones con su ídolo, Jobs, al vestirse con suéteres negros de cuello de tortuga, rápidamente se convirtió en una estrella en el circuito de las conferencias públicas. Al hablar en una conferencia de TedMed en 2014, comentó que hacerse un análisis de sangre debería ser más fácil, rápido y económico. Debería ser, dijo, una experiencia “maravillosa”.

“Queremos un mundo en el que nadie nunca tenga que decir: ‘Si lo hubiera sabido antes’. Un mundo en el que nadie nunca tenga que decir adiós demasiado pronto”, dijo a la audiencia de Washington DC. “El derecho a proteger la salud y el bienestar de cada persona, de aquellos a quienes queremos, es un derecho humano básico. Sin embargo, actualmente en Estados Unidos, la atención médica es la principal causa de quiebra y la falta de ella la principal causa de… descubrir demasiado tarde durante el proceso de evolución de la enfermedad que un ser querido está muy, muy enfermo”.

El comentario más destacado debajo del video en YouTube dice: “Hizo un mejor trabajo interpretando a Steve Jobs que Ashton Kutcher” (Kutcher interpretó a Jobs en la película biográfica Jobs de 2013).

“Aquí había una joven fotogénica y telegénica que se hacía pasar por la Steve Jobs femenina”, recordó Margaret O’Mara, una historiadora de Silicon Valley titular de una cátedra en la Universidad de Washington. “Era una historia increíblemente seductora que todo el mundo quería creer”.

No todo el mundo. Los cuentos chinos de Holmes comenzaron a desenredarse en 2015 -poco después de que Theranos alcanzó su valoración récord de 9 mil millones de dólares– cuando el periodista John Carreyrou del Wall Street Journal comenzó una investigación sobre la validez de los análisis de la empresa.

Cuando Carreyrou contactó a Holmes para que realizara comentarios para su artículo, le pidió al dueño del Journal, Rupert Murdoch -un inversionista de Theranos- que impidiera su publicación.
“Usted fue personalmente a hablar con el propietario del The Wall Street Journal para intentar anular el artículo”, le preguntó durante el juicio Robert Leach, fiscal adjunto de Estados Unidos.

“Lo hice”, respondió ella.

El artículo de Carreyrou fue publicado. Posteriormente se publicaron docenas más, lo que llevó a la empresa a la quiebra y se llevó consigo la inversión de 125 millones de dólares de Murdoch.

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